“Seguiremos en la calesita mientras no pensemos en serio otro proyecto de país”

El escritor y periodista acaba de publicar la novela Todo por la Patria y vino desde Madrid, donde vive, para presentarla. Durante su estadía habló con LA GACETA Literaria y en esta entrevista cuenta por qué decidió no trabajar para medios argentinos, habla de su relación con la escritura y de su último libro, y reflexiona sobre la situación de la Argentina. “No veo que en Argentina haya una idea de ‘mi hijo va a vivir mejor que yo en este país’”, afirma

03 Jun 2018
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FOTO PARABUENOSAIRES.COM

Por Alejandro Duchini - Para LA GACETA - Buenos Aires

Horas después de ser declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Caparrós dialogó con LA GACETA Literaria en el marco de la presentación de su nueva novela, Todo por la patria (Planeta). Cuenta la historia de El Pibe Rivarola, quien en los años 30 va tras los pasos del legendario goleador Bernabé Ferreyra, el futbolista cuyo costoso pase le generó a River el mote de “Millonario” y que anda desaparecido. Dirigentes sin escrúpulos mandan a Rivarola a buscarlo y convencerlo para que renueve el contrato. Drogas, extorsión, muerte, locura, mujeres y noche aparecen en el escenario de una Buenos Aires en la que parece que todo está por hacerse.

Caparrós, de muy buen humor en una cálida mañana otoñal en un bar de Palermo, toma su limonada, come una medialuna y charla de esos temas tan característicos en él. A continuación, algunos de sus conceptos.

El país

“Cuando empecé a leer sobre la época para situar a El Pibe Rivarola me sorprendió encontrar que entonces como ahora también se decía ‘hemos perdido nuestra oportunidad histórica’. Me recordó los peligros de leer la historia pensando que todo tiempo pasado fue mejor. Aquella era la época de los tangos de Discépolo. En algún punto me gustaría que esta novela sonara como un tango de Discépolo. Pero también era un momento en el que había mucho por hacer: empezaban a crecer los hijos de los inmigrantes, era como el gran momento de ‘M’hijo el dotor’, esa cosa fundante de la Argentina de movilidad social. Junto a esa esperanza estaba la expectativa de que el mañana favorece. Esa es la diferencia con la situación actual: hay desesperanza pero ya no hay expectativa. No veo que en Argentina haya una idea de ‘mi hijo va a vivir mejor que yo en este país’. Eso se perdió radicalmente”.

“Nuestro país se asemeja a una calesita. Parece que va hacia algún lado pero siempre vuelve a lo mismo. Es lo que comprobamos en la realidad: crisis cíclicas en las que caemos. Lo curioso es que tener esa sensación hace que se reproduzca; es un poco lo de la profecía autocumplida. Seguiremos en la calesita mientras no pensemos en serio otro proyecto de país. Acá siempre se pide el esfuerzo pero no se sabe para qué. Si no se construye, no se puede siguiera esperar un futuro”.

“Si mirás los indicadores de riqueza, bienestar y servicios públicos como salud, educación, etcétera de la Argentina hace 30 años comparado con América Latina, estábamos por delante en casi todos los rubros. Ahora estamos en el medio, en un pelotón discreto. Los demás progresaron y acá seguimos con medidas que a veces son peores”.

“Me sorprende esa desesperanza. No encuentro expectativas. Me cruzo con mucha gente que me dice ‘¡qué bien que te fuiste! Pero que haya muchas personas que crean que eso es una gran ventaja no es buen síntoma de una sociedad. Me gustan más y me alegran más la vida las sociedades que piensan ‘éste se fue, pobre, se lo perdió’...”.

Escritura

“Lo que más me gusta hacer es escribir. Pero muchas veces está la inquietud de ver cómo lo hago, qué hago. En el caso de El Pibe Rivarola la proporción de placer fue infinitamente superior a la de inquietud. Desde el principio me pareció que estaba contando algo que me entretenía”.

“Estaba con ganas de escribir algo de los años 30 porque es una época que siempre me llamó la atención. Me acordé de Bernabé Ferreyra y pensé que era un buen punto de partida. Era una bestia, dicen. Desmayaba a los arqueros con sus pelotazos”.

“No tengo proyectos porque no tengo nada terminado. Estoy escribiendo una novela que no es la continuidad de Todo por la Patria y estoy editando un libro de no ficción que posiblemente salga a fin de año, pero no tengo nada cerrado. Seguiré con el taller sobre libros en la Fundación de García Márquez. Pero no mucho más que eso”.

“Cuando no escribo estoy de peor humor. Entonces hago todo lo posible por escribir todos los días. En general lo consigo. Dos o tres horas. Tampoco creas que más. Lo hago porque cuando termino de escribir estoy contento, y cuando salgo a cenar estoy más contento si escribí. Mi pacto conmigo es que cuando viajo, que viajo mucho, no tengo que hacer como que viajo, sino que tengo que seguir mi vida común”.

Periodismo

“Elegí hace unos años no trabajar en medios argentinos. Lo elegí cuando era el momento más álgido de este enfrentamiento un poco infantil que hubo en Argentina y no quería ponerme de un lado ni del otro. Hubo un lado del que claramente no estaba, porque estaba en contra del kirchnerismo. Pero tampoco me sentía representado por los medios opositores. Por suerte pude encontrar trabajos en medios de otros países. Me siento cómodo así. Dos notas por mes para El país, dos para el New York Times. Perdón, estoy mintiendo: en estos años lo que sí hice fue escribir con cierta frecuencia para el diario Olé”.

“Por principio y por prejuicio estoy en contra de la idea de que todo tiempo pasado fue mejor. Entonces, si me preguntás si el periodismo antes funcionaba mejor, tengo que decirte ‘no, de ninguna manera’. Creo sí que la industria periodística está cambiando mucho. Hay una crisis muy radical de las formas de difusión de la noticia que funcionaron en el Siglo XX. Los grandes diarios hegemónicos, garantes de la verdad, instituciones fuertes ligadas a poderes políticos y económicos, están en clara decadencia ante los cambios técnicos que hubo en los últimos años. Como esos grandes medios todavía tienen una fuerza importante en la circulación del discurso nos quieren hacer creer que hay una crisis del periodismo. Pero no hay ninguna crisis en el periodismo. Es una crisis de una manera de hacer circular al periodismo. Estamos en un momento de transición. Y me parece que en esa búsqueda aparecen cosas interesantes, medios digitales que encuentran sus maneras y poco a poco van ocupando el espacio que los medios hegemónicos no saben cómo ocupar. Que a veces esos medios hegemónicos quieren copiar pero no lo pueden hacer. Cambiaron los medios y los formatos y tratan de convencernos de que su no saber cómo hacer es una crisis del periodismo en general. Creo que no. Eso es lo interesante”.

“Es posible que hoy se siga más a periodistas que a medios. No lo había pensado en esos términos pero es probable que si acaso el que legitima ya no es el medio sino el periodista en quien los receptores aprendieron a confiar. Hago un taller todos los años sobre libros periodísticos con gente que viene a compartir su experiencia, su trabajo. Es gente de buen nivel, seleccionada entre 50, 60 o 100 que mandan sus proyectos. Me sorprende que casi ninguno trabaje en una redacción. Los periodistas con más ganas, con más iniciativa, no suelen trabajar en redacciones en América Latina. Eso es nuevo. Rodolfo Walsh o Tomás Eloy Martínez trabajaron en redacciones toda su vida. El lugar natural del periodista era la redacción. Ahora ya no”.

“Me impresiona que no hay tipos de más de 50 años en las redacciones. Con lo cual se ha perdido esa correa de transmisión. Se cortó la cadena. No sé qué efecto tendrá eso”.

“No sé si se es periodista las 24 horas. En mi caso diría más que bien que si tengo que ser algo las 24 horas soy escritor, en el sentido que incluye también al periodismo. Me considero un escritor que a veces escribe ficción y a veces no ficción, que se llama periodismo. Eso sí me parece que no dejo de serlo nunca. Mi libretita (la saca del bolsillo del pantalón y la muestra): anoto cuando veo algo y pienso cómo puedo seguir. Estoy atento todo el tiempo porque me gusta y porque tampoco me resulta tan fácil desconectar y pensar en otra cosa. A veces lo logro mirando una serie, generalmente en computadoras, pero no más que eso”.

© LA GACETA

PERFIL

Martín Caparrós nació en Buenos Aires, en 1957. Ha recibido varios premios, como el Rey de España, el Konex y el Herralde, entre otros. Algunos de sus libros son Un día en la vida de Dios, Valfierno (Premio Planeta Argentina), A quien corresponda, Los Living, Larga distancia, La Voluntad (junto a Eduardo Anguita), El Interior y Comí.

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