Femicidio de Wanda Taddei: "mi hija decía que tenía el matrimonio más feliz del mundo"

Hace ocho años, su esposo la roció con alcohol y prendió fuego. Ella murió 11 días después. Conocé el testimonio de su mamá, Beatriz Rangel.

24 Jun 2018
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Wanda Taddei junto a su pareja y asesino, Eduardo Vázquez

Hace tres meses que Beatriz Rangel no va al cementerio a dejar flores en la tumba de su hija, Wanda Taddei, la mujer quemada y asesinada por su pareja, el ex baterista de Callejeros Eduardo Vázquez, en 2010 en Buenos Aires. 

Dice que a veces se enoja con ella y le pregunta por qué se equivocó tanto. Sin embargo, hace ocho años dedica sus días a enseñarle a las mujeres cuáles son sus derechos para prevenir y salir a tiempo de una situación de violencia machista.

El dolor de una madre que perdió a su hija víctima de un femicidio no está intacto, al contrario, crece con los años pero lo sobrelleva con lucha. “No soy ejemplo de nada, yo estoy peleando para que Wanda perdure”, dice Beatriz con su eterna mirada triste y un semblante que parece inquebrantable.

Beatriz Rangel participó en Salta de la proyección del documental “Cada 30 horas” de Alejandra Perdomo e inauguró su campaña “Banco rojo” (en memoria de todas las mujeres asesinadas por quienes decían amarlas) en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa.

En una charla con un grupo de mujeres y hombres que vieron la película reflexionó: “el violento no actúa de golpe, se toma su tiempo. Es el amoroso del barrio y adentro hace un trabajo de desmerecimiento de su pareja que es lento pero pensado. El femicidio es su último paso”.


"Jamás tuve en cuenta la violencia machista hasta que perdí a mi hija"

“Cuatro días antes de su crimen Wanda me decía que tenía el matrimonio más feliz del mundo”, cuenta Beatriz, que hasta antes del 10 de febrero de 2010 nunca había vivido de cerca la violencia machista.

“Siempre luché por los derechos laborales de la mujer. Nunca quise que me llamen ‘la mujer de…´ ni usé el anillo de casada porque lo consideré como un símbolo de esclavitud. Yo peleaba por estar en una sociedad al mismo nivel que el hombre pero jamás tuve en cuenta la violencia de género hasta que perdí a mi hija al final de mi vida”, cuenta.

Wanda Taddei murió el 21 de febrero de 2010. Once días antes, su esposo, Eduardo Vázquez (ex baterista de Callejeros y sobreviviente de la tragedia de Cromañón) la había rociado con alcohol y prendido fuego en la casa que compartían con los hijos de ella. Los niños dormían y antes de perder el conocimiento, Wanda le pidió a su agresor que los lleve a la casa de su hermana.

Tras el crimen, Vázquez siguió libre y recién en 2012 fue condenado a 18 años de prisión. El Tribunal que lo juzgó consideró que había actuado bajo “emoción violenta” por el trauma que le había dejado el incendio en el boliche Cromañón. Sin embargo, la familia Taddei logró que finalmente le den cadena perpetua, que en realidad equivale a 35 años sin salidas transitorias.

“La Justicia sigue en deuda con nosotros porque Vázquez está en un penal de encausados, es decir de los esperan condena cuando hace dos años y medio que la tiene. Sé que se casó en la cárcel. Eso a mí no me importa, que haga de su vida lo que quiera pero que esté donde corresponde”, sentencia.

"El juicio fue misógeno"

Tras el femicidio de Wanda, los Taddei se constituyeron como querellantes en el juicio contra Eduardo Vázquez. Querían justicia y eso significó investigar, juntar pruebas y enfrentarse al asesino de su hija.

“Nos dijeron de todo que mi marido era el jefe de la mafia, que yo era golpeadora y que mi nieto mayor era de una banda narco. Apuntaban a la familia cuando tenían al femicida en sus narices. El juicio fue misógeno. Hubo una predisposición para salvarlo pero fue tanta la presión que no lo lograron”, recalca Beatriz mientras sujeta entre sus manos una medallita en forma de mariposa que cuelga de su cuello. “Es el símbolo de la transformación y del silencio. Me recuerda siempre a mi hija”.

Este año se cumplió el octavo aniversario de la muerte de Wanda. Sus dos hijos ahora tienen 15 y 17 años, viven con su papá biológico y su mamá del corazón. Tienen un medio hermano y estudian carpintería para ayudar a su abuelo materno. “Mis nietos jamás vivieron una situación dramática porque siempre les demostramos que con la lucha íbamos a conseguir lo que buscábamos”, aclara.

Beatriz y Jorge ya no son los mismos. Tampoco los dos hermanos de Wanda. El dolor los atraviesa y acompaña pero siguen, por su hija y sus nietos. Crearon la campaña de concientización sobre la violencia machista “Banco rojo” y dan charlas en diferentes espacios. Ayudar a otras mujeres es también su forma de hacer justicia.

Hace poco Eduardo Vázquez intentó comunicarse con ellos. Les envió una carta desde la cárcel. “Pide perdón pero dice que es inocente, que la amaba, que no la mató”, finaliza Beatriz, entre enojada y resignada.



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