Apenas Nadal le ganó la batalla a Del Potro, el público estalló en las tribunas

Hubo una ovación para los dos.

12 Jul 2018
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PAREJO. Luego de un partido con mucha paridad, Nadal y Del Potro se felicitaron. reuters

Ha sido un partido inolvidable, uno de esos que vivirá siempre con nosotros. En nuestros ojos, en la piel, en nuestros corazones. Somos muchos los que recordaremos este miércoles 11 de julio como “el día que ‘Delpo’ y ‘Rafa’ jugaron en Wimbledon”.

Los varios motivos que hacen de éste el mejor partido del año se amontonan en el primer set. Y se suman en el segundo. Y en el tercero. Y también en el cuarto. Y, ya en el quinto, los motivos son tantos que la afirmación se convierte en inapelable.

La victoria de Rafael Nadal sobre Juan Martín del Potro se archivará con un inusual 7-5, 6-7, 4-6, 6-4 y 6-4, edificado en cuatro horas y 48’ de un juego que regaló intensidad, nervios, velocidad, incógnitas, desafíos, respuestas, ataques, voleas, drops y passing shots. ¿Me olvido de algo del repertorio tenístico? Dejo aquí las disculpas del caso y la licencia para completar el listado de acuerdo al gusto de cada uno. No hay margen de error posible: el partido tuvo absolutamente todo lo que se podía imaginar.

Game y números

Pido permiso para detenerme en el octavo game del set final. Jugaron 18 puntos a un ritmo ridículo en función del desgaste acumulado. ‘Rafa’ tenía break de ventaja, sacaba 4-3. Juan Martín dispuso de tres oportunidades para recuperar ese quiebre e igualar en cuatro. Con esas chances que se escaparon sólo porque del otro lado estaba el competidor más feroz que pueda encontrarse en el deporte mundial, se fueron también las opciones reales de ganar el partido. Juan Martín jugó varios plenos con su drive, mientras Nadal mantenía viva la pelota una y otra vez. Y ganó, de a uno, los tres break points en contra.

El final decantó hacia el lado del campeón 2008 y 2010. La última pelota del partido encontró al tandilense en el piso. Entonces Nadal cruzó la red y lo ayudó a levantarse para abrazarlo desde lo más profundo. El abrazo emanó admiración genuina y tuvo el prolongado eco de la ovación de un público incrédulo. El repaso deja 33 aces y un total de 77 winners en la planilla de Del Potro. ¿Es posible? ¿Es posible que con esos números se pueda perder un partido? La respuesta no admite opción: solamente si el rival es Nadal.

El español fue, otra vez, una máquina de moverse con la iniciativa como objetivo primordial y con la defensa como alternativa. Destacan sus 47 subidas a la red y el concierto de drops con los que eligió exigir las piernas de su rival.

Los irritados ojos de Juan Martín, media hora después de la derrota, denunciaban esas lágrimas privadas que no pudieron ocultarse. Eran la forma de un dolor efímero, profundo, que no tiene sustento racional, pero que duele igual. ¡Y cuánto duele! Ya llegará el tiempo, puntual, en unos días, a cerrar la inevitable herida. Y entonces sí, habrá lugar para el orgullo. Ese orgullo que “Delpo” y todos los argentinos presentes en el estadio tatuaremos en nuestra memoria junto al recuerdo de este partido inolvidable.

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