Empatía, la capacidad del siglo XXI

15 Jul 2018
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Denominamos rapport al fenómeno en el cual dos o más personas sienten esa sintonización al relacionarse entre sí.

Si además tenemos la habilidad para influenciar en los demás; o sea, si trasmitimos nuestras emociones modificando la de otros, decimos que desarrollamos carisma. Si por el contrario, tenemos preocupación por el prójimo y ello nos impulsa a prestarle ayuda, manifestamos compasión. Esta sería una simple conexión entre quien sufre y quien está dispuesto a ayudar.

Cosmovisión compartida

Elegimos a nuestras amistades y parejas en base a afinidades. Esta conducta la vemos tanto en los primitivos grupos de cazadores-recolectores como en la sociedad actual. Investigaciones han mostrado que las personas con afinidad comparten un patrón cerebral. Comparten una forma semejante de ver el mundo. Responden de una manera similar a un mismo estímulo.

Hay varias zonas del cerebro involucradas con la empatía:

• La Corteza Orbito Frontal (COF) se haya localizada en la base del lóbulo prefrontal, un punto estratégico que comunica con áreas el sistema límbico como la amígdala que es el centro emocional. También comunica con las áreas reptilianas más primitivas. La COF filtra las emociones controlando los impulsos, dando como resultante una expresión eficaz de los sentimientos, logrando una conducta adecuada y óptima comunicación con los demás. Genera una coordinación rápida entre los pensamientos, emociones y acciones.

• Los circuitos prefrontales reevalúan el estímulo pudiendo apaciguar la amígdala. Esta reevaluación intencional produce una disminución de la actividad de la amígdala reduciendo la ansiedad. Si pensamos que la amenaza no es tan grave nos tranquilizamos. El pensamiento positivo nos genera bienestar y quien lo ejerce naturalmente suele vivir más tiempo. Aunque una exageración de esta disposición tiende hacia la mediocridad y la negación, actitudes que a la larga pueden generarnos perjuicios. Hay que buscar el punto óptimo.

• La corteza cingulada anterior (CCA) dirige nuestras atención y coordina nuestro pensamiento. Es el centro del dolor tanto físico como emocional. Relacionada con el sentimiento de rechazo social, está también conectada con la amígdala activándose cuando sentimos una emoción.

• La Ínsula o córtex insular, detecta el estado corporal informándonos cómo nos sentimos.

• Ganglios basales o núcleos basales, son núcleos de sustancia gris que se encuentran en la base cerebral. Estos circuitos primitivos guardan nuestra sabiduría basada en la experiencia que se manifiesta inconscientemente como intuición. Sentimos nuestras tripas diciéndonos, por ejemplo, si una persona es confiable o amenazante.

• El cerebelo, en la base del cerebro, toma la sutil información no verbal a fin de generar pistas sociales que nos ayudan a conocer los pensamientos e intenciones del otro.

Junto con la anatomía involucrada en la empatía también se secretan sustancias. La oxitocina, neuropéptido secretado por la hipófisis, se libera al estar acompañado por amistades así como cuando cuidamos a alguien. Nos produce placer y disminuye la ansiedad siendo beneficiosa para nuestra salud. La llamada hormona del amor es esencial para mantener relaciones afectivas a largo plazo.

Disemias

El autismo es un trastorno donde se ve afectada la empatía. Se presenta en la imposibilidad de tener una relación social adecuada. Aún se desconoce la causa de este trastorno que se manifiesta con un alto polimorfismo, de ahí que se lo llame trastorno del espectro autista.

Llamamos disemias a la dificultad de lograr sincronía con el prójimo. A diferencia del autismo solo el 5% tiene un diagnóstico asociado a algún trastorno neurológico. En la mayoría de quienes lo padecen resultaría consecuencia de no haber aprendido en la infancia la capacidad de detectar señales no verbales. Padres disémicos crían hijos disémicos, de ahí la importancia de tener una sana sociabilización desde una edad temprana.

La empatía es la materia prima de la inteligencia social. No es el único factor que la compone pero es imprescindible para poseerla. Parece mejorar a través de los años, las experiencias, las vivencias. Está íntimamente relacionada con nuestra capacidad de liderazgo y el éxito en nuestras vidas.

La empatía domestica, como escribió Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: solo se conocen bien las cosas que se domestican. La empatía genera una conexión emocional, para el Principito su rosa era única en el mundo.

La Empatía es invisible a los ojos.

© LA GACETA

Daniel Pozzi - Doctor en

Neuropsiquiatría y en Ciencias

Biológicas. Su último libro es

Humanidad 2.0.

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