En el juicio contra su ex, una salteña relató la noche en la que imploró por su vida

Se aproxima el final de un juicio por intento de homicidio doblemente calificado.

16 Jul 2018
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Como tantas salteñas, E. M. M. sufrió el horror de la violencia de género en carne propia pero tuvo la fortuna de sobrevivir para contarlo. Para ello tuvo que hacer promesas que no quería, esconderse, aprovechar descuidos y animarse a denunciar. Hoy enfrenta a su ex pareja en un juicio que se aproxima  a su resolución.

Pascual Salomón Vilte, de 54 años, está acusado de homicidio doblemente calificado por relación de pareja y por femicidio en grado de tentativa, violación de domicilio y coacción con arma, en concurso real con amenazas con arma y está siendo juzgado por el juez José Luis Riera de la Sala VI del Tribunal de Juicio, en donde mañana se realizará la audiencia de alegatos desde las 9. Luego se conocerá la sentencia.

Aunque la sentencia lo condene, la mujer nunca olvidará la madrugada del 18 de agosto de 2017. Eran cerca de las 3 cuando los ruidos en la puerta de su casa ubicada en el barrio San Rafael la despertaron.

Advirtió que era Vilte quien forzaba la puerta de ingreso. Cuando logró entrar fue hasta ella le reclamó el haber ignorado sus mensajes y sus llamados. Al momento de prestar su declaración, E.E.M. contó que su ex pareja sacó un cuchillo y se abalanzó sobre ella, diciéndole que le pertenecía, que no sería de nadie más y que la iba a matar.

Ella intentó defenderse por lo que sufrió heridas en las manos y el atacante le asestó una puñalada en la espalda. Vilte le exigió que ella le entregue su celular y arrojó otros dos a un tacho de agua.

Cuando la mujer fue a buscar su teléfono, aprovechó para tirar debajo de una cama una botella de alcohol que había llevado el imputado, porque temió que sus intenciones fueran quemarla.

Él continuó atacándola con el cuchillo mientras ella intentaba persuadirlo de que se detenga, que pensara en su madre y en su familia. E.E.M. pudo arrebatarle el cuchillo y lo arrojó a la galería, lo que enfureció a Vilte quien intentó asfixiarla pero que logró evitarlo mordiéndole un dedo.

En su desesperación, ella le prometió que si la dejaba vivir, aceptaría casarse con él. La promesa tranquilizó al hombre quien en un principio se detuvo en sus ataques hasta que advirtió las heridas y los moretones que ella tenía en el cuello.

“Estoy hasta las manos, de acá no salís viva”, indicó la mujer que expresó su atacante pese a que ella le aseguró que iba a contar nada de lo sucedido.

Él se cambió de ropa y le ordenó a ella que haga lo mismo. Luego rompió los celulares que había puesto en un tacho y arrojó los restos a un pozo ciego, junto con el cuchillo; puso todas las prendas en el lavarropas y limpió la galería.

Como ella le dijo que necesitaba ir a un médico, el acusado le pidió el auto al vecino para llevarla, pero le advirtió que no dijera nada de lo sucedido porque, de lo contrario, la mataría delante de cualquiera.

Primero fueron al Hospital del Milagro pero allí no suturaban heridas. En la guardia solicitó ir al baño y desde ahí aprovechó para llamar a su hija. Después se dirigieron al Hospital San Bernardo donde les dijeron que atendían a partir de las 8.

Así fue que resolvieron ir al Sanatorio San Roque. Fue entonces que el imputado la dejó sola, mientras esperaba que la atendieran para dirigirse al barrio a devolver el auto que le habían prestado y buscar una moto.

La mujer contó que aprovechó ese momento para dirigirse a la casa de su empleadora, que quedaba a tres cuadras, desde donde volvió a llamar a su hija. Luego tomó un remis y se detuvo en la comisaría de barrio San Rafael para hacer la denuncia. Relató que en ese momento sintió que se desvanecía y la trasladaron nuevamente al Hospital San Bernardo, donde quedó internada.


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