Sexo diverso e infidelidad a la mexicana en una nueva serie de Netflix

“La casa de las flores”, la nueva tira de Verónica Castro, es un suceso que sorprende por su audacia.

18 Ago 2018
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UN DESAFÍO. El nuevo producto de Netflix intenta igualar el éxito que tuvo la tira sobre la vida de Luis Miguel.

Están dispuestos a llamar la atención con un combo de drogas, infidelidades, sexo grupal y diversidad de género los productores de “La casa de las flores”. La nueva serie mexicana de Netflix está por estos días en boca de todos. Y hay otra razón: es protagonizada por Verónica Castro, la veterana estrella de telenovelas que reaparece en la pantalla tras una década de ausencia. La ex diva es la matriarca de la familia De la Mora, propietaria de una idílica florería cuyo éxito empresarial oculta los secretos de una familia disfuncional.

Creada y dirigida por Manolo Caro (el mismo de “Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando”), la serie de 13 capítulos se mete con temas poco tratados en las telenovelas actuales e impensables en las más antiguas.

Ya en el primer capítulo, el personaje de Castro fuma una pipa con marihuana y más adelante empieza a venderla. Su ex yerno (Paco León) es ahora una mujer transexual y su hijo menor es bisexual: tiene novia, pero a la vez mantiene un romance secreto con el contador de la familia, que es gay. Incluso la hija mayor, Paulina (Cecilia Suárez) -que ha llamado la atención por su peculiar forma de hablar, muy pausada-, admite estar “enganchadísima” con el Tafil, un fármaco para tratar la ansiedad y la depresión.

Un funeral amenizado con un show de travestis, un trío sexual entre hombres -que incluye a Julián, el hijo de la protagonista- que luego se viraliza en Internet, así como el apasionado beso entre Paulina y su ex pareja que ahora es una mujer transexual, son algunos momentos memorables. Según los responsables de la tira, la intención es poner los prejuicios y la hipocresía de la clase alta mexicana al descubierto: su racismo, su clasismo y su homofobia.

Los críticos de la serie acusan al creador de haberse inspirado en la antológica “Six feet under” (“A dos metros bajo tierra”), el excelente drama de humor negro de Alan Ball sobre una familia que regentea una funeraria y donde los temas centrales son la muerte y el sexo. Pero en “La casa de las flores” no hay tanta creatividad en juego, sino una tendencia a lo bizarro. Y la mayor expresión de ello es la imagen acartonada y caricaturesca de Castro, claro ejemplo de que las cirugías e implantes desmedidos no sirven para rejuvenecer a nadie.

Jocoso desafío

A una semana de haberse estrenado, la serie ya ha generado memes, videos y hasta retos en Internet, como el #PaulinaDeLaMoraChallenge, que consiste en grabarse hablando como el personaje.

Muchos de los fans son jóvenes de entre 25 y 30 años que probablemente solo conocían a Castro por las novelas que sus padres o abuelos miraban. Después de haber sido una superestrella de las telenovelas, con títulos como “Los ricos también lloran” y “El derecho de nacer”, la artista incursiona en este formato nuevo con un personaje muy diferente de los que solía interpretar, la mayoría dulces o inocentes.

El nombre de la serie es el de la floristería de la que es dueña Virginia de la Mora, y también el del cabaret que su esposo Ernesto tenía con su amante, una joven que se suicida al inicio del primer capítulo pero que es la voz narradora en off. Para disgusto de Virginia, la segunda casa de las flores tiene como principal atracción varios números musicales de cantantes travestis.

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