Daniel Santoro: “La ley del arrepentido le ha dado un instrumento a la Justicia para romperlos pactos de silencio”

Autor de una decena de títulos de investigación periodística sobre los mayores casos de corrupción de los últimos tiempos, Daniel Santoro acaba de publicar El Mecanismo. La corrupción kirchnerista: contratos energéticos, delatores y Odebrecht, libro en el que nos muestra el detrás de escena del “caso de los cuadernos”. “El gran caso de corrupción es el de las obras energéticas”, sostiene.

14 Oct 2018
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DANIEL SANTORO, IMAGEN LA GACETA

ENTREVISTA A DANIEL SANTORO

Por María Paz Rambaud


- ¿Cuál es el contenido central de El Mecanismo?

- El libro muestra la trama oculta de los negocios de la obra pública que manejó Roberto Baratta, y que, con la causa de los cuadernos de las coimas, queda en evidencia. Quedan probados los sobornos a funcionarios que se pagaron por las obras energéticas. El juez Bonadio en su causa tiene tres circuitos de coimas: uno que son las obras energéticas, que está en mi libro; otra que son los subsidios al transporte; y otras que son las obras civiles, que es lo que ya conocíamos de Lázaro Báez. Empecé esta investigación porque me di cuenta de que lo de Lázaro Báez era una minucia comparado con la cantidad de plata que significaban estas obras. Por ejemplo, la importación de barcos con gas natural líquido por 17.000 millones de dólares. La causa de los cuadernos empieza como un anexo de esta causa judicial de la importación de buques con gas natural líquido. Es mentira que el juez Bonadio no es el juez natural de la causa, como dice el kirchnerismo. Cuando Bonadio lo detiene a Baratta el año pasado por esta causa de los buques con gas líquido, Hilda Horovitz, la ex mujer de Centeno, se presenta a declarar y denuncia a su ex marido. Así es como Centeno queda relacionado con esta causa. Después, hace este aporte excepcional Diego Cabot, de La Nación, cuando entrega los cuadernos. Por eso Bonadio es el juez natural.

- ¿Cuál es la relación entre los cuadernos de Centeno y El Mecanismo?

- Este libro me llevó más de un año de trabajo. Había escrito un libro sobre la “Ruta del dinero K”, creyendo que ese era el gran caso de corrupción del kirchnerismo, pero me di cuenta que no. El gran caso de corrupción es el de las obras energéticas. El año pasado los periodistas estábamos con la “Ruta del dinero K”, con el caso Hotesur, con el caso de Los Sauces, y empezaban a aparecer otras cosas que nos parecían chiquitas: el caso de gas natural líquido que mencioné recién, el caso de subsidios al transporte, el caso de la mina de Río Turbio. Estos son realmente contratos multimillonarios. Después, tuve la suerte de que una fuente me cruzó en los pasillos de Comodoro Py y me dijo “Santoro, preparate que viene algo grande en casos de corrupción”. Le dije: “Dame otro dato”: “Es secreto de sumario, es por las obras energéticas”. Entonces, yo dije “¡Bingo!”, estaba bien rumbeado y, efectivamente, eso que me adelantó la fuente sin darme detalles era la causa de los cuadernos de las coimas. Por eso, el que quiera entender la causa de los cuadernos tiene que leer el libro, porque ahí están explicadas las obras por las que se pagaron esos sobornos.

- ¿Se incluyeron los cuadernos en el libro?

- Hice una introducción en el libro, que se refiere solamente a los cuadernos. Esto le da mayor sentido a todo lo que hay después de cada una de estas causas por las cuales Baratta iba a ver a los empresarios, que le pagaban sobornos millonarios, como en el caso de Isolux, de Roggio y de tantas otras empresas que están incluidas en el libro.

- ¿Qué opina con respecto a la figura de Lázaro Báez, que no está en los cuadernos?

- Es una muy buena pregunta. Esto demuestra que Lázaro Báez era “tropa propia”, como se dice. Era un testaferro directo que no pagaba sobornos porque lo que hacía era administrar una empresa en nombre de los Kirchner. Por eso Baratta o Jaime no pasaban a cobrarle nada, porque lo que tenía Lázaro Báez no era de él, sino de los Kirchner.

- ¿Cuáles son las vinculaciones de la corrupción local con el caso Oderbrecht?

- Ese es uno de los capítulos más fuertes del libro. Acá estamos hablando de los gaseoductos que hicieron en Córdoba, de la planta de agua potabilizadora del Tigre, de las cloacas de Berazategui y, además, del soterramiento del ferrocarril Sarmiento. Ahí yo cuento, fundamentalmente, el rol del “Corcho” Rodríguez en todo esto. En la época de Néstor Kirchner, las coimas de Odebrecht al Gobierno fluían naturalmente y sin ningún problema. Cuando muere Néstor Kirchner eso se traba, la empresa comienza a percibir atrasos en el pago de los contratos, en la certificación de adelanto de obra pública, hasta que aparece el “Corcho” Rodríguez como intermediario facilitador.

Yo adelanto en el libro que el segundo avance que va a haber en las casusas de corrupción del kirchnerismo va a ser cuando comiencen a llegar oficialmente los testimonios de los arrepentidos brasileños. El fiscal Franco Picardi ya los pidió, así que estamos a la expectativa de que lleguen para la causa del soterramiento.

- En una entrevista anterior, dijo que la Justicia trabajaba muy lento en los casos de corrupción. ¿Qué opina del rol de la Justicia en el caso de los cuadernos, que parece que está avanzando con mayor rapidez?

- Creo que ha cambiado el panorama en la medida que se sancionó la ley del arrepentido, que es importantísima, aunque no tiene el alcance que tiene la de Brasil o la de Estados Unidos. Eso le ha dado un instrumento a la Justicia para romper los pactos de silencio que existen entre empresarios y funcionarios para el pago de las coimas. En este caso, también esta causa se alimenta de la excelente investigación de Diego Cabot. Y ha tocado un fiscal como Carlos Stornelli, que ya ha investigado el caso de venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia, y que es el motor de la causa. Creo que está jugando un rol histórico, y está yendo en contra de este promedio de duración de las causas de corrupción que era, hasta ahora y en Argentina, de 16 años. Bonadio a la causa de la tragedia de Once la llevó a juicio oral y público en menos de un año y creo que va a hacer lo mismo con esta, para que no jueguen a favor todas las chicanas jurídicas que hacen los abogados para llegar a la prescripción. También les ha tocado la Sala 2 de Apelaciones que es una sala muy dura, como corresponde. Así que creo que esta causa está bien encaminada, a diferencia de otras.

- ¿Cómo fue el proceso de investigación de El Mecanismo?

- Este es mi noveno libro de investigación periodística. Para mí las fuentes son el patrimonio de un periodista. En el final del libro, están citadas todas, las propias y las de otros medios, porque los lectores tienen derecho a corroborar que lo que decimos está documentado. La ventaja que tenemos ahora es que tenemos un Gobierno que ha abierto la mayoría de los registros del Estado para que los periodistas podamos investigar. Sobre todo, lo que había que hacer en este caso era ir a la fuentes, que yo mantengo por ser director de Judiciales de Clarín. Y a todo eso había que explicarlo y hacer un trabajo enorme de lectura de los expedientes judiciales. Los periodistas subestimamos mucho a los expedientes y a las pruebas que están citadas en ellos. Hay que tener una gran capacidad, apoyar el traste y leer esos expedientes, donde encontramos un montón de puntas, que no están solamente en la parte final y en la síntesis. Diego Cabot ha hecho una reivindicación del periodismo frente a las redes sociales, y nosotros tenemos que, con trabajos como el mío, reivindicar el método del periodismo profesional y honesto.

- ¿Qué impacto espera que se genere luego de la publicación del libro?

- Ya hay varios jueces y fiscales que están interesados en incorporarlo a sus causas porque tienen algunos datos que les pueden llegar a servir. También espero que sirva para que los periodistas en general y la sociedad en particular empiecen a mirar esas causas. Por ejemplo, en la de gas natural líquido estamos hablando de 17.000 millones de dólares, que es un poquito más que el adelanto que nos dio el Fondo Monetario Internacional y que tanto nos está costando ahora frente a esta crisis cambiaria.

© Adepa


> PERFIL

Daniel Santoro es periodista y editor de Judiciales del diario Clarín. Es miembro de la Academia Nacional de Periodismo, de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y de FOPEA, donde fue presidente. Publicó, entre otros libros, Operación Cóndor, la historia secreta del misil que desmanteló Menem (1991); Venta de armas: hombres de Menem (1998); Sr. Juez. Una biografía judicial de Norberto Oyarbide (2011), Nisman debe morir (2015), La ruta del dinero K (2016) y La ruta de la efedrina (2017). Ganó los premios Konex, Rey de España y Moors Cabot de la Universidad de Columbia.

> Modelo de corrupción *
Por Daniel Santoro


Los distintos gerentes de Odebrecht que pasaron por Argentina entre 2003 y 2015 se sorprendían por la cantidad de librerías que hay en Buenos Aires, el asado, el vino malbec y “la voracidad de dinero que tienen los funcionarios, empresarios y sindicalistas argentinos”. Tenían el “lomo duro” por haber pagado antes sobornos en la Venezuela de Hugo Chávez o el Brasil de Lula da Silva por contratos de obras públicas, pero nunca esperaban encontrar un país “donde les pedían coima desde funcionarios del gobierno nacional, gobernadores, intendentes y sindicalistas”, contó un ex gerente argentino que trabajó años con los brasileños. La ventaja era que Odebrecht tenía, entonces, un sofisticado “mecanismo” que en la Argentina terminó mejor aceitado y facilitado por empresarios argentinos. Luiz Maneri, uno de los dos gerentes generales que tenía Odebrecht Argentina y desde cuyo despacho, en un edificio del barrio Catalinas, se aprecia una imponente panorámica de Puerto Madero, contó a la Suprema Corte de Justicia de Brasil que apenas desembarcó en Buenos Aires se enteró de que para hacer negocios con el gobierno K “era imprescindible asociarse con empresarios locales” que debían aparecer como subcontratistas de las obras. Maneri aseguró que uno de los pedidos de coimas lo hizo “el ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción y dueño de la constructora Esuco, Carlos Wagner”. Llamativamente, Wagner también está siendo investigado en la ruta del dinero K por sus negocios con Lázaro Báez. Puntualizó que por los contratos con Aysa “un depósito de pago de coimas por 7,6 millones de dólares se hizo a Raúl Biancuzzo (de Aysa)” y otro de “6,45 millones a Jorge Rodríguez”. El alto hombre de color explicó que los pagos ilegales fueron hechos a través de transferencias internacionales, sin dar más detalles. Sin embargo, ya se sabe en la Justicia argentina que entre 2012 y 2014 unos 11 millones de dólares de coimas sobre un total de, por lo menos, 35 millones que la brasileña Odebrecht pagó a cambio de obtener contratos en la Argentina fueron enviados, a través de un sofisticado mecanismo financiero internacional, a una cuenta de la empresa fantasma uruguaya Sabrimol Trading.
* Fragmento de El Mecanismo (Planeta).

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