Julián López: “El mundo exige identidades determinadas”

El autor de Una muchacha muy bella, elegida como la novela del año por la revista Ñ, vuelve a la ficción con La ilusión de los mamíferos (Random House), una historia en la que una pareja de varones se encuentra cada domingo. La familia, los hijos, la complejidad del amor desde la perspectiva de uno de los amantes.

21 Oct 2018
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agenciapacourondo.com.ar

Por Karina Ocampo

PARA LA GACETA- BUENOS AIRES

Actor, dramaturgo y poeta, Julián López durante años sintió que no era escritor, le resultaba un poco snob interpretar ese papel; aunque escribía, renegaba del trabajo intelectual. Eligió la actuación tal vez influenciado por el deslumbramiento que le produjo el teatro, tanto que le quedó grabado que sus padres festejaron un cumpleaños con una función dedicada para él y sus amiguitos, y que a los diez años empezó, como un juego, a formarse en los escenarios. En un bar frente a Parque Lezama, sitio fundacional de Buenos Aires, Julián López cuenta que después de una adolescencia de poemas y cuentos hubo una etapa sombría que coincidió con los estertores de la dictadura y el regreso de la democracia, donde le ganó el vacío. Tuvo que pasar tiempo hasta que la poesía se adueñara de sus ganas y volviera con fuerza, influenciado, tal vez, por organizar el ciclo Carne Argentina junto a Selva Almada y Alejandra Zina. A principios de siglo decidió abordar la escritura con más prolijidad y en 2013 publicó, a través de Eterna Cadencia, una novela que escribió en cinco meses y sorprendió a todos, incluso a él mismo. Una muchacha muy bella fue considerada por los editores como la mejor de ese año y se tradujo a varios idiomas.

- Es notable que en aquella novela hay una madre, y en La ilusión de los mamíferos hay un padre. Que en una están los 70, y en la otra en los 80. Hay referencias geográficas, arquitectónicas, musicales, de cine, hay un mapa trazado. ¿Lo pensaste así o fue surgiendo?

- Creo que es así, le escribí una novela a mi papá. La genealogía del protagonista de La ilusión... cuando cuenta su despertar sexual es de los 80. En general no me encanta leer referencias, me parece que se nota mucho cuando es una intención del escritor pero me salen, son personajes cercanos a mí, les puedo donar algún tipo de constelación de referencias culturales porque escribo sobre personajes de la clase media porteña. En tanto que el mundo narrativo esté construido más o menos sólidamente, no importa que no entiendas referencias o palabras en otros idiomas, o alguna cosa específica respecto a la historia del lugar. Se entiende por zonas de lo social. El mundo narrativo que está construido sólidamente, refiere al mundo de la literatura que no es tan vasto. La literatura es de las capas medias ilustradas, no es de la humanidad. Hay una mirada blanca imperial. Si leo un inglés, un alemán o un japonés, puedo no entender específicamente pero sí lo importante. Uno accede a informaciones a medida que va creciendo, cuando el libro está bien, te conmueve aunque te quedes afuera.

- Y qué más universal que una historia de amor, eso llega a todos.

- Es cierto que es universal. Creo que para la clase media porteña está allanado pero a pesar de que la idea del amor es universal, es una idea que está poco transitada hoy en día y que el mundo desalienta cada vez más. Hoy escuchaba una entrevista a Rita Segato, ella decía que es una catástrofe la situación de género, de relaciones humanas, que hoy ni siquiera se puede ser amigo, yo creo que está muy desalentado el amor. Que el mundo te está exigiendo que tengas identidades determinadas, perfiladas, que consumas a partir de esas identidades, te juntes con gente que tiene esas identidades, que te separes de la gente que no las tiene. Cuando apareció la idea de escribir una novela de amor, me entusiasmé mucho.

- A la vez, el protagonista está muy solo, en esa poesía tan detallista es la vivencia de un amor en solitario.

- El protagonista es un solitario y tiene una historia de amor con un alguien que le puede corresponder desaforadamente por un lado pero medido por el otro. Si bien la novela no aborda las razones, en ese tipo de vínculo ya está implícita la ruptura, en ese personaje está implícita, hay una idealización del amor del personaje. La idea del amor romántico encorseta la idea de un amor más real, más cotidiano. Pero el personaje decide vivir lo más plenamente que puede, es correspondido, y en un momento termina.

- Me llamaba la atención lo explícito del sexo. ¿Hay inspiración en otros escritores, como Allen Ginsberg? No hay dudas de que provoca cosas.

- Amo a Allen pero no, lo que sí supe cuando empecé a leer la novela de amor, me puse como condición que hubiera sexo explícito. No me interesaba escribir una idealización de la idea del encuentro. No guarango, particularmente, pero que se viera todo y se lograra un nivel de intimidad que pudiera convocar a la lectura a participar de la escena. Una amiga me decía que sentía que estaba en la puntita de la cama, mirando. No es fácil escribir escenas de sexo, no quería la esterilización, quería que fuera potente y que provocara. A algunos los incomodó, otros se calentaron. Logré lo que quería, escenas de sexo muy dramático, atravesados por la historia de amor de los dos y la historia de amor con los varones del protagonista.

- ¿Los domingos qué significan para vos?

- Son días raros. Yo hace muchos años leí algo de Foucault, en algún libro en donde me enteré que la idea de fin de semana de la jornada no laborable es moderna, antes trabajaban los siete días de la semana. A partir de que se dio el domingo y la mitad del sábado, la gente se empezó a angustiar porque no tenía nada para hacer. Los domingos tienen una materialidad propia. Es el día improductivo por antonomasia, el protagonista de la novela dice: este es amor a lo improductivo, acá nadie va a quedar embarazado. Es el día donde dios, en quien no creemos, por supuesto, dejó de hacer también y empezó a ver. Es una materialidad de tiempo distinto.

© LA GACETA

PERFIL

Julián López (Buenos Aires, 1965) publicó el libro de poemas Bienamado y ha integrado diversas antologías. En 2013 publicó Una muchacha muy bella, elegida novela del año por la revista Ñ y en la encuesta de Eterna Cadencia, y editada también en Holanda, Francia y los Estados Unidos. Desde 2006 codirige el ciclo de lecturas Carne Argentina.

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