Lenguaje inclusivo: conocé opiniones diferentes de especialistas en Salta

La Real Academia de España se expresó esta semana en contra de estas modificaciones y generó diversas expresiones en nuestra sociedad.

01 Dic 2018
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El fenómeno del lenguaje rara vez captó tanto interés por parte de la sociedad argentina que debate, en cafés, universidades y mesas familiares, el lenguaje inclusivo, popularizado en diversos grupos y viralizado especialmente en redes sociales.

Verónica Cecilia Dudzicz ARCHIVO LA GACETA

Verónica Dudzicz es titular de la Cátedra de Historia de la Lengua en la Universidad Nacional de Salta y estuvo por más de diez años a cargo del Servicio de Información sobre la Lengua, de la misma UNSa. “Podría responder si estoy a favor del lenguaje inclusivo como cualquier ciudadana usuaria de la lengua española. Sin embargo, es curioso que nos la planteen a los lingüistas, porque se espera que tomemos partido a favor o en contra de esta innovación. La lingüística es tal vez la única ciencia social que tiene una dimensión normativa, es decir, no se limita a observar o explicar los fenómenos sino que además se le atribuye la capacidad de normar: de decir qué es "correcto" y qué no lo es. Las otras ciencias sociales describen e interpretan la realidad. Ni a la antropología ni a la historia se les pide que actúen sobre su objeto”, dijo Dudzicz en diálogo con LA GACETA.

 “Yo creo que en el caso del "lenguaje inclusivo" debemos tomar la postura del investigador que observa los usos lingüísticos, cómo funcionan entre los hablantes -que son los dueños de la lengua- y, en el mejor de los casos, lograr una explicación de la evolución”, dice la profesora.

Según la especialista existen muchos factores, internos y externos, que posibilitan el cambio lingüístico y su supervivencia; “la actitud de la sociedad y la frecuencia en el uso son algunos de ellos. Lo cierto es que no es fácil introducir un cambio duradero en la lengua de manera deliberada. No hay ejemplos en la historia de la lengua española de cambios tan profundos como la anulación del género gramatical en toda una serie de palabras que refieren a realidades sexuadas (como los seres humanos), porque este tipo de innovación afecta lo más estable de una lengua, las oposiciones básicas del sistema. Cuando se produjo un cambio similar, el latín dio lugar a las lenguas romances. Y no fue un cambio impuesto por un grupo de hablantes movidos por una causa ideológica”, explica.

Según Verónica Dudzicz, el riesgo es depositar una confianza excesiva en que un cambio de lenguaje aminore el machismo reinante en la cultura: “Los que utilizan el "lenguaje inclusivo" suelen fundar su propuesta en el objetivo de visibilizar la problemática de la desigualdad. Sin embargo, que con él se logren cambios de actitud verdaderos en la sociedad es una pretensión mucho más ambiciosa”, concluyó la especialista.

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“En el lenguaje inclusivo no nos estamos jugando nada más que normas”

Leandro De Piero, por su parte, es egresado de la Carrera de Letras de la Universidad Nacional de Salta e integra la comunidad LGBTIQ. Al respecto del lenguaje inclusivo opinó: “Estamos en un tiempo en que decir exige tomar postura, aparentemente a favor de unos y en contra de otros. O de forma más “edulcorada” a favor de unas prácticas y usos y en contra de otras. En este contexto, si digo “todos y todas” estoy adscribiendo a un partido político – con todas sus complejidades – de cuya acción solo puedo hablar desde afuera (porque nunca he militado, realmente, puertas adentro de ningún partido, así que desconozco sus mecánicas de funcionamiento interno, a veces tan sutiles que terminan siendo objeto de las más dispares especulaciones); si digo “todes” me estoy posicionando también en el contexto de toda una lucha y la forma en que esa lucha ha sido apropiada por toda la comunidad. Lucha que, además, como hombre cis no me correspondería del todo; si elijo - por otro lado y a pesar de la polémica – decir “todos” con insistencia, me localizo en otro lugar, tal vez más conservador pero con argumentos, por eso mismo, más institucionalizados”, dijo.

“Como el intelectual que hoy está necesitando nuestra comunidad, no me corresponde estar a favor o en contra de las causas, de las formas en que esas causas son llevadas a la praxis, los mecanismos por los cuales las personas hacen visibles sus penurias y dolores, sobre todo sus incomodidades y desacuerdos. Considero, más bien, que mi responsabilidad – al contrario de habar de formas correctas o incorrectas, de justificarlas y argumentarlas para que podamos darnos cuenta que algunos tenían razón y que otros estaban equivocados – es extender la percepción (y lo percibible) más allá de las mecánicas de reproducción de esa percepción de mi comunidad. Con decir esto, me doy cuenta de un desafío del cual los intelectuales necesitamos hacernos cargo: preguntarnos y repreguntarnos cómo hacer para que nuestra lengua sea lengua que sirva a la comunidad en su totalidad y no a algunos sectores de ella, es decir, a los mismos intelectuales”, concluyó De Piero.

Algo más sobre el lenguaje inclusivo

El lenguaje inclusivo se refiere a hablar tanto en masculino como femenino y también en género neutro, tomando en consideración a las personas Trans.

Una forma fácil de escribir incluyendo a todas las personas es en género neutro, donde ahí sí caben hombres, mujeres y diversidad sexual. Esto lo haces escribiendo una x al final de la palabra. Por ejemplo: buenos días a todxs.

Cuando decimos todos, nos estamos refiriendo a los hombres. Cuando decimos todas, nos estamos refiriendo a las mujeres ¿y qué pasa con la diversidad sexual no binaria, como las personas Trans? Para eso, es fácil hablar en lenguaje inclusivo reemplazando la letra o por la letra e. Buenos días a todes, explica el diario El Dinamo de Chile.



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