"Los géneros, ajenos a la orfandad y el anacronismo, son hijos de su tiempo"

La editorial de la Universidad Nacional de Salta publicó el libro Vertientes de la Contemporaneidad, una compilación de artículos sobre literatura latinoamericana reciente. Te damos a conocer el prólogo.

11 Dic 2018
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Vertientes de la contemporaneidad. Prólogo del libro. LAGACETASALTA.COM.AR

(*) Betina Campuzano


Si alguien en las últimas décadas ha logrado capturar la contemporaneidad en un gesto escriturario, sin duda, ése ha sido el cronista mexicano Carlos Monsiváis. Es él quien dice, en Aires de familia (2006) , que los paisajes de nuestro tiempo son migraciones culturales que desplazan hábitos, costumbres, creencias; que adoptan o rompen con lecturas, gustos, convicciones estéticas, religiosas o musicales; que metamorfosean inmodificables concepciones de lo masculino y lo femenino. El intelectual mexicano se ha preocupado, entre muchas otras cosas, por el melodrama, el bolero, la cursilería, el kitsch, las telenovelas mexicanas, el cine y la televisión, sus ídolos, la irrupción de la tecnología, la explosión demográfica de los credos, los géneros del tiempo reciente (el thriller, la experiencia femenina y la homosexual, el regreso de la novela histórica, la novela carnavalesca).  El inasible presente —transformado por múltiples migraciones culturales— queda registrado en una escritura que, como señaló en 1972 Octavio Paz, lejos de disolver géneros como la novela y el ensayo, los conjuga en las crónicas de un “muchacho inteligentísimo que ha leído todos los libros y todos los cómics y ha visto todas las películas”. Y luego Paz remata, “Monsiváis: un nuevo género literario” . La singularidad del ensayo-relato-crónica de Carlos Monsiváis ha quedado consolidada, dice el poeta José Emilio Pacheco, en Guadalajara con el Premio de la FIL en 2006 convirtiéndose en sí misma en un género único que ya no le pertenece sólo al cronista sino que también es nuestro, es de todos.

Bien sabemos, al transitar lecturas literarias, teóricas y críticas, que los géneros, ajenos a la orfandad y el anacronismo, son hijos de su tiempo. Son la lente desde la que miramos e intentamos comprender la escurridiza contemporaneidad y las conexiones que nuestra realidad histórica propone. De cierto modo, son ellos —los géneros— quienes eligen a su productor y no éste quien los escoge a la hora de escribir. Sin duda, la hibridez es el tono que acompasa el ritmo de un presente, que podemos trazar desde la década de los 80 hasta los inicios de este siglo: “El fin de siglo, una manera como otras de decir ‘el día de hoy’. De golpe, todo es ‘cultura híbrida’, para usar la expresión de Néstor García Canclini, o ‘fusión’, para acudir al concepto discográfico, o sincretismo, si se quiere alojar a la Virgen de Guadalupe en hologramas”, dice Monsiváis en Aires de familia.

Y una de las varias propuestas que marca con claridad la búsqueda de nociones y formas genéricas que permitan ver y oír algo nuevo del continente es Josefina Ludmer. De esta forma, Aquí América latina. Una especulación (2010) constituye un proyecto consistente en la producción de un diario íntimo, escrito durante el año sabático de la crítica argentina, en el que ésta intercala lecturas literarias y teóricas con experiencias propias de la cotidianeidad, lecturas de periódicos y miradas sobre los productos televisivos, por ejemplo. De esta manera, se propone sondear el agitado inicio del siglo XXI en una Argentina saqueada por el neoliberalismo. Ludmer elige (o es elegida por) un género híbrido al que, por momentos, llama “diario sabático” y, por otros, “especulación”, término con el que subtitula su libro y que nos remite indudablemente al carácter hipotético y provisorio supuesto en una exploración del tiempo presente.

Deudora de estas lecturas e inquietudes, atenta a las migraciones culturales que redefinen el escenario de América Latina, a los géneros híbridos o fusionados a través de los cuales vemos y entendemos el aquí y el ahora, a las hipótesis culturales y al tono conjetural, esta compilación, Vertientes de la contemporaneidad. Géneros híbridos y nuevas subjetividades en la literatura latinoamericana, reúne una diversidad de trabajos que —si bien difieren entre sí en estilos, recortes y tratamientos del objeto, enfoques y extensiones— se ocupan de explorar las producciones literarias y culturales de la contemporaneidad latinoamericana. Ya sea a partir del análisis discursivo de una obra en particular, desde el panorama de un sistema literario que devela conexiones, permanencias y rupturas, desde la mirada que enfoca la lente en las ciudades latinoamericanas y las nuevas subjetividades genéricas o políticas, los artículos que componen este volumen procuran contribuir a la construcción de una historia literaria y cultural alternativa, producida en la región. Sus autores, algunos integrantes de nuestro proyecto de investigación y otros valiosos estudiosos que aceptaron participar de esta empresa, poseen del mismo modo diversidad de trayectorias y procedencias institucionales.

Gestada en el seno de las asignaturas “Literatura Hispanoamericana” y “Problemáticas de las literaturas argentina e hispanoamericana” de la Carrera de Letras de la Universidad Nacional de Salta, la necesidad de producir un conocimiento situado que aborde tanto los textos culturales y literarios como sus contactos intersistémicos se corporeizó en el Proyecto de Investigación N° 1913/0 "Literatura y cultura hispanoamericanas: géneros y subjetividades en tiempos recientes", radicado en el Consejo de Investigación de la UNSa. (CIUNSa.). Ambos espacios, cátedra y proyecto, a cargo de la Dra. Elena Altuna, quien ha puesto en diálogo permanente la docencia y la investigación a lo largo de una sólida trayectoria, nos permitieron interesarnos por dilucidar las concepciones acerca de la literatura y los criterios historiográficos que subyacen en las historias de las literaturas hispano/latinoamericanas, bibliografía indispensable para estudiantes, docentes e investigadores que se interesen por el área.

Estas búsquedas nos llevaron a delimitar, al menos, dos cuestiones que revisamos en una primera instancia: por un lado, la práctica en el aula nos revelaba el escaso —y, en algunos casos, hasta prejuicioso— contacto de los estudiantes con los pocos volúmenes de las historias de la literatura cobijados en los estantes de la biblioteca de la facultad, al tiempo que docentes e investigadores experimentábamos un dificultoso y restringido acceso a la nueva bibliografía impresa. Esta situación nos permitió constatar una evidente hegemonía de los estudios historiográficos producidos y editados en España, EE. UU. y Canadá, cuya circulación resulta ajena o, por lo menos, penosa en nuestras universidades. Los circuitos de recepción de estas cuidadas y costosas ediciones extranjeras, lejos de los nuestros, revelan además un propio, autosuficiente y hermético sistema crítico que legitima sólo sus voces.

Por otro lado, advertimos que las historias de la literatura producidas en estos países —antes que proponer perspectivas “novedosas”, plantear nuevas problemáticas de nuestras literaturas o problematizar la conformación del canon— dan cuenta de las “tendencias” de otras “agencias” académicas interesadas, por ejemplo, en los estudios de la subalternidad o las manifestaciones de lo que ellas mismas delimitan como “minorías étnicas”. A este panorama se le suman las dificultades —muchas veces, presupuestarias— para producir un pensamiento situado, lo que contribuye a reforzar la percepción de que permanentemente conformamos el “objeto” que es “contemplado” o “admirado” por otros. En otras palabras, estas historias regresan con persistencia al canon erudito, al tiempo que adoptan criterios clásicos sin ningún tipo de revisión o reformulación, lo que lleva a reafirmar lo ya conocido o pensado. De esta forma, clausuran cualquier tipo de apertura hacia textos que escapan a la concepción canónica de literatura o a otros sistemas literarios poco explorados por la crítica, como sucede con el sistema popular y el sistema en lenguas indígenas, tal como lo han señalado Ana Pizarro y el Grupo de Campinas.

Antonio Cornejo Polar, al igual que otras voces latinoamericanistas, señaló oportunamente, con preocupación, el contraste entre la producción crítica literaria hispanoamericana y la voluminosa crítica escrita en inglés. La propuesta, entonces, quedó delineada: escribir con prontitud acerca de nuestra literatura e historia desde nuestra condición de hispano/latinoamericanos. Por supuesto, en esta tarea son pioneros los volúmenes programáticos coordinados por Ana Pizarro a partir de los años 80. Ellos reúnen las discusiones de un equipo de intelectuales —Antonio Cándido, Ángel Rama, Domingo Miliani, José Luis Martínez, Beatriz Sarlo, Roberto Schwarz, Jacques Leenhardt, Carlos Pacheco— que conciben la literatura latinoamericana como un proceso en construcción y que plantean la multiplicidad de sistemas literarios, la propuesta del método comparativo contrastivo como forma de abordaje y los problemas propios de la periodización. Nos referimos a La literatura latinoamericana como proceso (1985) y Hacia una historia de la literatura latinoamericana (1987). Ambos libros, agotados en su versión impresa, cuentan recientemente con una edición disponible en e-book, que los reúne bajo el título Latinoamérica: el proceso literario. Hacia una historia de la literatura latinoamericana (marzo de 2014), por RIL Editores.

Otro tanto ha sucedido con Palavra, literatura e cultura (1995) de Ana Pizarro que, atendiendo a los procesos regionales, a las religaciones continentales (de las que nos habla Susana Zanetti) y a una visión más amplia de “literatura” que contempla también la palabra oral, se ha convertido en un referente de los estudios latinoamericanos tan ineludible como inhallable por su escasa circulación. Otros referentes como Carlos García Bedoya en Perú o Alba María Paz Soldán en Bolivia corren suertes similares. Sin embargo, las historias de la literatura, aunque aparentemente desgastadas y hasta consideradas obsoletas por algunos sectores, se encuentran lejos de un estado agónico y muestran su plasticidad, sus esfuerzos por sobrevivir y circular. En Argentina, es imposible no remitirnos a las colecciones del CEAL, aunque no sepamos a ciencia cierta cuál ha sido su impacto entre los lectores, y más recientemente a los doce volúmenes de la Historia crítica de la literatura argentina, dirigida por Noé Jitrik, que se vienen publicando desde 1999.

Como bien señala este crítico argentino en la “Apertura” del Volumen I Una patria literaria (2014), las historias de la literatura develan una idea de proceso vinculada con criterios historiográficos, con una concepción de la historia impregnada por la noción del discurso, el relato y la literatura, con ciertas vertientes filosóficas y con el mismo sistema social. Lejos de brindar una información acabada sobre las manifestaciones literarias, una historia literaria crítica se separa de las formas canónicas de historiar y de los problemas “ya sabidos” para buscar nuevos interrogantes, siempre provisorios y centrados en las transiciones o cambios. Luego, se cuestiona acerca de qué es lo historiable o qué puede considerarse materia de narración. Para abordar estos interrogantes, entonces es preciso atender tanto a los textos que son lo fijo o lo estable, son los objetos de observación, como a los conflictos que constituyen el aspecto dinámico.

En consonancia con los recorridos de la crítica aquí esbozados que atienden a una concepción procesual de los fenómenos literarios, con la mirada puesta en aquellos momentos de cambios culturales, en el sentido propuesto por Raymond Williams, y en consonancia con la línea de los estudios críticos latinoamericanos, esta compilación se propone como un material accesible para estudiantes, docentes e investigadores que se interesen por los fenómenos culturales y las manifestaciones literarias de la contemporaneidad en América Latina.  

Luego de relevar las concepciones de literatura y los criterios historiográficos subyacentes en las historias literarias más difundidas, después de ahondar en enfoques y nociones más oportunos para estos propósitos, centramos la mirada e intentamos agudizar el oído para escuchar las voces de aquellos textos que expresan cambios en los sistemas literarios y culturales continentales durante las últimas tres décadas. Así, la hibridez genérica, los contactos intersistémicos, las nuevas subjetividades, las problemáticas propias de la contemporaneidad, las formas residuales y las emergentes constituyen la composición vocal del presente.

Trazamos entonces un periodo que se inicia con la apertura democrática de los años 80 después de las cruentas dictaduras; luego avanza hacia las llamadas democracias de baja intensidad signadas por el peso de las políticas neoliberales de los 90; hasta llegar al estallido de una crisis económica y política que, consecuencia del neoliberalismo, dio paso a nuevos actores y nuevas subjetividades. En este escenario de voces disonantes, aquellas nociones y dicotomías que nos permitían lecturas cómodas —como los sujetos uniformes y monolíticos, y el binomio campo/ciudad, por ejemplo—  se ven interrumpidas por sujetos descentrados y heteróclitos, y desplazamientos migratorios que se traducen también en desplazamientos discursivos. Las post-dictaduras y las luchas por la memoria reciente; el neoliberalismo y los quiebres en la concepción homogénea de nación; la violencia política y la urbana que adquieren las formas del delito, la ilegalidad, la guerrilla, el terrorismo de estado o el narcotráfico; los procesos migratorios y las reconfiguraciones de ciudades que terminan separando tajantemente barrios privados y asentamientos, favelas o villas miserias, son las condiciones de este momento decisivo que, a mano alzada, se esboza sobre el pentagrama histórico.  

Las migraciones —culturales y genéricas— de estos últimos tiempos nos exigen nuevas lecturas que puedan registrar el bullicio y la agitación de principios del siglo XXI: estructuras del sentir, diríamos con Raymond Williams, para referirnos a las nuevas subjetividades y aquello que está en estado pre-emergente. O hablaríamos de residuales para mencionar las actualizaciones de viejas formas del pasado que adquieren nuevos significados en el presente, cuando pensamos en “el retorno del realismo” o la proliferación de testimonios y autobiografías. También, la celebración de los pormenores, la cotidianeidad y el detalle nos darían cuenta de ese “giro subjetivo” del que nos habla Beatriz Sarlo , que “se propone reconstruir la textura de la vida” y “hoy se expande sobre los estudios del pasado y los estudios culturales del presente”.

Estos estudios —ajenos a las certidumbres y más bien atentos a los desplazamientos— procuran pensar en las transformaciones y permanencias que suceden en los sistemas literarios latinoamericanos. Así, luego de un ágil panorama histórico que a dos voces expone las ilusiones y los desencantos de un proyecto político continental, los siguientes apartados de esta compilación se ocuparán —a partir de estudios de caso— de los géneros híbridos que, nos anuncia Monsiváis, matizan el paisaje del presente. De esta forma, nuestros ojos se desplazarán por autobiografías de exiliados y de actores periféricos, novelas históricas cuyo referente es el inagotable pasado de la conquista, testimonios de la violencia política reciente, crónicas urbanas que retratan el desamparo de las calles o vuelven sobre íconos de la cultura popular. Otros trabajos centrarán la mirada, desde la lente narrativa, en las urbes latinoamericanas: Medellín, Sao Paulo o La Habana serán recorridas por la violencia, el nuevo realismo o la decadencia. Luego, la composición de este cuadro se completa —o desborda absolutamente sus marcos— con los artículos que se aproximan al canon literario revisitándolo o cuestionándolo. Se interesan particularmente en los casos argentino y peruano, y en los géneros narrativo y poético, para indagar tanto en los cambios y transformaciones dentro del sistema como en el trazado de las posibles direcciones del presente. Finalmente, en un último apartado, los nuevos actores y enfoques dan cuenta de las irrupciones de las subjetividades recientes a partir de los estudios de género o el abordaje a los intelectuales de Carta Abierta.

El cuadro aún sigue borroso o, al igual que las ciudades latinoamericanas, ha rebasado los marcos. Las voces disonantes y ensordecedoras, como las temporalidades mismas de la modernidad en América Latina, se superponen, se funden o se confunden. El paisaje del presente o el pentagrama histórico, atravesados por migraciones, géneros híbridos y nuevas subjetividades, aún permanece inconcluso. Si bien la tarea ha quedado delineada, sabemos que nos movemos en el terreno de lo provisorio, la hipótesis y la especulación. También sabemos que el corpus es desbordante y los recursos precarios. Pero los trazos del cuadro han quedado bosquejados: concebimos la literatura latinoamericana como un proceso, procuramos interrogarnos alejándonos de lo “ya sabido”, nos resta abordar los sistemas populares y en lenguas indígenas, por ejemplo. Quizá el trazo firme que sí puede percibirse en la composición es que los artículos compilados leen las manifestaciones literarias del continente desde su región, desde el conocimiento situado. Y, con este gesto religador, quizá el mismo que esbozó Carlos Monsiváis con su escritura en México, dejamos la posición de “objeto” a ser contemplado y nos convertimos en “sujetos” que, a mano alzada, intentan escribir su historia desde el aquí y el ahora.

(*) Profesora de la UNSa. Compiladora, junto a Elena Altuna, de los artículos que reúne el libro. 


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