La sabiduría de los idiotas: una breve moraleja

“Estas historias son documentos técnicos; son como mapas o especie de planos. Lo que hago es mostrar a la gente cómo utilizar los mapas, porque lo han olvidado”, dice Idries Shah, maestro en la tradición sufí.

16 Dic 2018
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Por César Chelala

PARA LA GACETA - NUEVA YORK

Idries Shah fue un maestro en la tradición sufí cuya obra seminal estaba basada en el Sufismo. Shah presentó a éste como una forma universal de sabiduría, anterior incluso al Islam. En sus escritos, Shah utiliza con frecuencia historias didácticas y de humor para transmitir esta filosofía. Sus relatos contienen múltiples capas de significado y fueron escritas con la idea de que podrían desencadenar una visión más profunda y una reflexión especial en el lector.

Su hijo Tahir Shah cita la explicación que su padre le dio al final de uno de sus relatos: “estas historias son documentos técnicos; son como mapas o especie de planos. Lo que hago es mostrar a la gente cómo utilizar los mapas, porque lo han olvidado.”

La historia “Bahaudin y El Viajero” de su libro La sabiduría de los idiotas es un buen ejemplo de esta afirmación y puede tener algo que ver con acontecimientos que se están llevando a cabo actualmente en los Estados Unidos.

La historia cuenta lo que sucedió cuando Bahaudin-Shah, el gran maestro de los Dervishes de Naqshbandi (los dervishes son miembros de una orden musulmana, específicamente sufí, que han tomado votos de pobreza y austeridad) se reunió con un colega en la gran plaza de Bukhara, una antigua ciudad de Uzbekistán, un país de Asia central.

Su colega fue un viajero errante llamado Kalendar de Malamati, también conocido como “El culpable”. Bahaudin, que estaba rodeado por sus discípulos, le preguntó el viajero, en la manera habitual Sufi, de donde venía. El viajero, sonriendo tontamente, respondió: “No tengo ni idea”. Varios de discípulos de Bahaudin murmuraron su desaprobación ante esta falta de respeto a su maestro.

Bahaudin continuó imperturbable. “¿Adónde vas?” El derviche, casi gritando le respondió “No sé”. Para entonces una gran multitud se había reunido y seguía atentamente el diálogo. “¿Qué es bueno?” preguntó Bahaudin. “No sé”, respondió el viajero. “¿Qué es malo?” continuó Bahaudin. “No tengo ni la menor idea“, respondió el viajero. “¿Qué es lo correcto?” insistió Bahaudin. “Lo que es bueno para mí”, respondió el viajero. “¿Qué es lo incorrecto?” preguntó de nuevo Bahaudin. “Lo que es malo para mí”, dijo el viajero.

En este punto, la multitud, irritada por las respuestas frívolas del viajero, lo apedrearon y lo obligaron a huir. El viajero salió caminando en una dirección que no conducía a ninguna parte.

Viendo estos acontecimientos, Bahaudin gritó a sus seguidores, “Tontos, este hombre está representando a la humanidad. Mientras ustedes lo estaban despreciando, él estaba deliberadamente demostrando cómo cada uno de ustedes anda sin rumbo, prácticamente todos los días de su vida”.

Se invita al lector a cambiar los nombres en esta historia con los que considera apropiado a la situación actual en Washington DC, donde ocurren acontecimientos que pueden cambiar la faz del planeta.

© LA GACETA

César Chelala - Periodista, médico y escritor.

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