Claudia Piñeiro: “siempre hay un machirulo diciendo qué tenemos que hacer”

Es la autora argentina que más libros vende en el mundo. Acaba de ganar el célebre premio Pepe Carvalho de novela negra en España. Este año fue la elegida para dar el discurso de apertura en una Feria del Libro de Buenos Aires que arrancó teñida por el escándalo. Desde entonces se consolidó como una de las figuras más destacadas en el debate sobre el aborto y los derechos de la mujer. Aquí habla sobre este tema, acerca del lenguaje inclusivo, de Sor Juana Inés de la Cruz y de Quién no, su nuevo libro. “La palabra aborto estaba prohibida”, afirma.

23 Dic 2018
1

Por Verónica Boix para LA GACETA - Guadalajara (México)

Quién no se sorprende frente a la lluvia que cae incesante sobre Guadalajara. La gente corre para refugiarse mientas Claudia Piñeiro espera serena en el lobby del Hilton antes de cruzar al predio de exposiciones de la Feria del libro para reunirse con otras escritoras, que como ella, ganaron en distintas ediciones el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Además de ser la autora argentina que más libros vende en el mundo, este año tuvo la valentía de poner el cuerpo y la voz para impulsar el movimiento en favor de la legalización del aborto en el país.

La autora reconocida por novelas como Las viudas de los jueves o la más reciente Las maldiciones, esta vez viajó a Guadalajara para presentar su primer libro de cuentos Quién no (Alfaguara). Ya desde el título se anticipa un juego con la extrañeza de la vida cotidiana. Podría decirse que los personajes de los 16 relatos no son excéntricos, pero sí raros. “Hay un cuento de terror en la antología en el que la mujer le dice al marido, hablando de los vecinos, ‘son gente rara, ¿no?’ Y el marido le contesta: ‘¿Quién no?’ De ahí vino el título. Durante mucho tiempo quería poner la palabra raros, pero se podía malinterpretar. Hasta que mi editora, Julia Saltzmann, me sugirió este título. Estaba bueno eso de dejar solo Quién no, y entender a qué se refería. Es todo lo contrario a asumir quién es raro y quién no es raro. Por ejemplo, si hablamos de un cuento que tenga que ver con lo policial, no me gusta el asesino serial sino que prefiero alguien que puede ser tu vecino o tu compañero de trabajo, y un día cruzó la línea y cometió un crimen. Ese tipo que hasta un minuto antes no era raro, estaba al lado tuyo”.

- ¿De algún modo los cuentos parecen apelar a la empatía?

- Cuando empecé a buscar estos cuentos para la antología revisé todos los que había escrito. Trataba de encontrar un hilo conductor, de elegir aquellos que tenían algo por qué estar juntos en un volumen. Me parece que estos cuentos tienen protagonistas con los cuales el lector tiene que tratar de hacer empatía. A lo mejor no se siente igual ante al abismo que se le abre al personaje, pero si no tiene empatía se queda afuera. En cambio, si puede caminar con sus zapatos, aunque no haría lo mismo, puede comprender. Esa es la empatía. Es algo que estuvo muy presente en tantas cosas que pasaron en la Argentina en el último año. Algo que está vibrando en todo.

- ¿Y de qué modo evalúas un año en el que tuviste una intervención fuerte en la escena pública alrededor del movimiento en favor de la legalización del aborto?

- A pesar de que no se sancionó la ley en el Senado, quedó claro que igual avanzamos un montón de pasos. La palabra aborto estaba prohibida, no se podía hablar. Ahora mujeres que habían hecho abortos hace muchos años se encuentran y pueden hablar juntas de una situación, que puede haber sido traumática o no, pero el secreto siempre la hacía traumática. En ese sentido somos una sociedad que despenalizó en gran medida el aborto, ahora se puede hablar. Por otro lado, aparecieron un montón de ideas que creíamos superadas como sociedad y que tienen que ver con la homofobia, con la misoginia, con la xenofobia, con la discriminación del otro por ser distinto. En el mundo de hoy pensé que la gente no se atrevería a decir muchas de las cosas que escuché, aunque las pensara, porque en la sociedad habíamos acordado que eso estaba resuelto. Nos habíamos puesto de acuerdo en el avance de los derechos individuales. ¿Y sabés qué me preocupa? Ahora estuve en la mesa del Premio Sor Juana con Laura Niembro -la directora de la Feria de Guadalajara- y con otras escritoras de distintas partes de Latinoamérica, Margo Glantz, Gioconda Belli, Cristina Rivera Garza; todas están preocupadas por el avance de estas ideas en sus países, sobre todo de la mano de convencimientos religiosos. Se convence a la gente a través de una religión que abrazan. A lo mejor son personas inocentes que necesitan aferrarse a una idea religiosa, que yo respeto. También lo noto con amigos escritores españoles con los que he estado conversando en estos días; el avance de determinadas iglesias que no solamente tratan de imponer su religión a sus fieles, sino imponérsela a toda la sociedad, que tiene que vivir como ellos creen que tiene que vivir.

- ¿Y cómo ves ese fenómeno en la Argentina?

- Hay un desamparo en las personas que muchas veces se canaliza a través de la religión. Pero además en los últimos tiempos el estado argentino, que no puede responder a las necesidades de alimentación -y otras básicas- de la población, recurre a los comedores de determinadas iglesias y hace acuerdos. Ves a los gobernadores hablando con referentes de distintas religiones porque ahí se les va a dar de comer. Las iglesias católicas están subvencionadas por el Estado, que entonces no necesita invertir tanto en educación pública, solo les da subsidios. Tercerizan una responsabilidad estatal en las iglesias. Pero las iglesias no lo hacen de manera desinteresada, ellos van a tratar de trasmitir su religión. Entonces, de alguna manera el estado nos perjudica porque introduce en toda la población una religión que no tiene por qué ser parte de ella.

- Al parecer la iglesia representaba un espacio de mayor libertad en la época de Sor Juana Inés de la Cruz, ¿Qué actividad vas a realizar alrededor de su obra en la Fil Guadalajara?

- Todas las Sor Juana que estamos acá tenemos que tomar un texto o alguna parte de la vida de Sor Juana y reescribirlo o hacerle alguna intervención. Me costó muchísimo elegirlo porque no soy especialista en su obra. Sé las generalidades, entró a un convento para poder estudiar porque una mujer no estaba habilitada para hacerlo, todo lo que fue su obra poética y su obra literaria. Elegí un texto que tiene que ver con la última época de su obra que se llama “Carta Atenagórica”. Es la contestación a un sermón que un obispo había escrito hacía varios años. Ella critica la manipulación de los argumentos para llegar a las conclusiones; critica el proceso deductivo.

Se cree que ella no solo se dirige a ese obispo, sino a otros contemporáneos que hacían esto mismo en sus sermones, manipulaban argumentos y decían cómo había que vivir. No estaba previsto que fuera publicada, pero otro obispo la hace pública y ataca a Sor Juana bajo el seudónimo de Sor Filotea. Le critica el haber tenido el tupé de criticar al obispo. La mandaba a escribir de asuntos espirituales. Y lo que digo en mi texto es que siempre hay un machirulo diciendo qué tenemos que hacer. Me da mucha pena cuánto te afecta pelear contra tantas cosas. Fue lo último que escribió Sor Juana. Desgasta la controversia.

Lenguaje inclusivo

- Justamente en los últimos días salió una disposición de la Real Academia muy controvertida, restringiendo el uso del lenguaje inclusivo. Vos escribiste en tu cuenta de twitter “Ay, qué macana” ¿Cuál es tu mirada sobre el tema?

- Me parece que es una discusión vana en el sentido de que el lenguaje está en movimiento y va cambiando con el tiempo. Diga lo que diga la RAE, si la gente lo sigue usando en algún momento lo va a aceptar y si la gente no lo sigue usando va a desaparecer. Creo que hay que esperar. Las mujeres de nuestra generación y de otras generaciones hacia abajo hemos sido educadas en el universal masculino, lo tenemos incorporado. Pero hay otras generaciones nuevas que no. Y hay otras personas que no se sienten ni mujer, ni hombres, y entonces no los representa el masculino. Una persona que quiere pensarlo tiene que vencer también estos prejuicios. Me impresiona la efervescencia del rechazo, por qué la gente se pone tan nerviosa con este tema. Fijate que cuando la opción era poner una x o un @, que no se podía decir, no había tanto escándalo. Se puso la e y empezó el escándalo porque es más posible. La gente lo repite y algún día puede ser lenguaje aceptado.

- ¿Podría deberse a la idea de que si no se dice no existe?

- Exacto. Ivonne Bordelois en La palabra amenazada tiene muchos conceptos referidos a esto, cuando hay una palabra que dejás de usar desaparece el concepto. Ella habla de una tribu en la que no existe el nombre de un color, el violeta, entonces no ven el violeta. Si vos no tenés la palabra para nombrar, deja de existir.

- ¿Cómo te impactan a nivel personal las controversias que enfrentaste este año?

- Llega un momento que decís basta y no tenés más ganas de que te insulten. Pero por otra parte, ese es el objetivo que tiene el que insulta, es un método muy del fascismo. Te agreden por lo que decís para que dejes de decir. Y no solamente para que vos dejes de decir, sino para que otras personas que también podrían hacerlo, no se animen. Uno mismo se va censurando. Al principio decís me cansé. Pero después vuelve la fuerza y pensás que no te van a hacer callar tan fácilmente. Siempre vuelve el pensamiento crítico.

© LA GACETA


En Esta Nota

Argentina
Comentarios