Compró ropa y zapatillas a 11 niños en situación de calle: "la afortunada soy yo"

Los chicos, que pedían monedas, le contaron que no tenían arbolito de Navidad. "Fue muy emocionante poder darles la posibilidad de cambiar la cara".

25 Dic 2018
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Hacía calor y el centro estaba repleto de gente apurada por conseguir su regalo de Navidad. Entre esas multitudes estaban Agustina Wagner y su hija, quienes salían de un local de comidas rápidas de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Para ellas la verdadera magia de la Navidad comenzó en ese instante, cuando unos niños en situación de calle se acercaron a pedirles una moneda y terminaron cambiándoles el día.

"No me gusta figurar en ningún lado, me parece que hay que hacerlo desinteresadamente", dice Agustina, sorprendida por la repercusión. Es que un joven fotografió el momento, lo subió a Facebook y la publicación fue compartida más de 4.000 veces.

En las imágenes puede verse a la mujer y a su hija rodeadas por niños descalzos dentro de un local de indumentaria deportiva. Después aparecen sonrientes, con una bolsa en la mano, desesperados por estrenar el calzado.

Todo empezó cuando Agustina intentó comprarles un helado, en esa misma esquina de 25 de Mayo y San Juan, y advirtió que no tenía efectivo. "Ahí comenzaron a conversar, me contaban que no tenían arbolito; les pregunté qué quisieran para Navidad y todos me dijeron zapatillas", cuenta ella.

Entonces Agustina y su hija decidieron llevarlos a un local de zapatillas y cumplirles el deseo. "Estábamos ahí y empezaron a llegar los hermanitos y primitos, y también había dos nenas que querían vestidos así que después fuimos a buscar los vestidos", relata.

Eran 11 niños en total: dos nenas y nueve varones. "Fue todo muy casual, siento que soy yo la afortunada, fue muy emocionante poder darles la posibilidad de cambiar la cara y hacerlo con mi hija, todavía más. Al regalo me lo llevé yo", dice, movilizada.

A la mujer le llovieron los mensajes en las redes sociales. "Leí todos los comentarios y me emocioné, tantos sentimientos de bendiciones y felicidad", comenta.

Esos niños no olvidarán jamás ese momento y Agustina y su hija, tampoco. "Tendrías que haberles visto las caras. Primero estaban tristes y después salieron con una alegría enorme, todos querían volver ya a la casa a lavarse los pies para ponerse las zapatillas", recuerda la mujer. Y aprovecha la ocasión para dejar un mensaje: "no ser indiferentes ante el otro, eso es lo más importante".

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