Historia de celíacos en Salta ¿Cómo la llevan?

Cuatro salteños nos cuentan su experiencia conviviendo con esta enfermedad que daña el intestino delgado y altera la absorción de algunos nutrientes que contienen los alimentos.

10 Feb 2019

Daría la impresión que cada vez son más las personas que padecen celiaquía, es decir, que no toleran una proteína llamada gluten, que se encuentra en los cereales (trigo, avena, cebada, centeno). Aunque a veces los síntomas pueden ser atípicos los pacientes suelen sufrir pérdida de peso, de apetito, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, distensión abdominal, pérdida de masa muscular, retraso del crecimiento o alteraciones del carácter.

El diagnóstico se realiza a través del análisis de anticuerpos específicos en sangre que, aunque no sirve para confirmar la enfermedad, permite iniciar el proceso diagnóstico que se completa con la biopsia endoscópica.

El único tratamiento eficaz para la enfermedad celíaca es la dieta libre de gluten de por vida, es decir consumir productos que en la etiqueta indican SIN TACC.

LA GACETA dialogó con cuatro salteños que conviven con esta condición nos cuentan cómo la llevan.

ANDREA GARCÍA, IMAGEN FACEBOOK LA VENTOLERA

Andrea García, actriz, titiritera y gestora cultural. Directora de La Ventolera

Andrea se enteró que era celíaca porque a un familiar le diagnosticaron la enfermedad y, como es hereditaria, le sugirieron hacerse los análisis. “Yo se lo recomendaría a todas las personas”, dijo a LA GACETA y agregó: “Al enterarme inició una mejor calidad de vida casi instantáneamente, más energía, mejoré la piel, en el aspecto general era muy visible. Pero no siempre es así,  a algunas personas las mejoras se provocan internamente y no las notan.

¿Cómo te manejás con las compras y la cocina?

Es reaprender el mundo alimentario.  Al principio es muy engorroso, estudié mucho el primer año. Hay muy pocos lugares donde podemos ir a comer. Y los familiares y amigos van aprendiendo conmigo. Aunque lo mejor es llevar la comida bajo el brazo. Pocos son los que entienden que una partícula te hace mal y los que entienden, a veces, no tienen los recursos para poder hacerlo.  El tema es que te tiene que gustar cocinar y tenés que tener tiempo para hacerlo porque comprar comida hecha es muy caro. Trato de no reemplazar la alimentación anterior, sino cambiar el concepto.

Todo cambia con la dieta celíaca, lo difícil es estar fuera de tu casa y las fiestas ya no son como eran antes: ahora tenés que pensar que vas a llevar que vas a comer y a veces preferís no ir.

Lo positivo es que tengo una mejor dieta. Porque por lo general la comida SIN TACC es más sana y de mejor calidad.

¿Extrañás algo en particular?

Antes comía cualquier cosa, eso extraño. No había nada que no comiera. Me gustaría que cuando me inviten me digan, sin que yo tenga que preguntarles, qué van a comer, así yo me llevo la misma comida que come el resto.

VALENTINA MOISÉS, IMAGEN DE PRENSA

Valentina Moisés, artista y terapeuta holística

Valentina se enteró en 2003 que era celíaca. “Había bajado casi 16 kilos y me sentía débil, estaba cansada todo el tiempo y no podía concentrarme. Estaba decaída y sin energía. Después de muchos estudios que daban bien, mi médico recomendó hacer análisis de sangre para ver si era celíaca. Dieron negativos pero él insistió e hicimos una biopsia por endoscopía. El resultado fue contundente: tenía celiaquía grado 5. Todas las microbellosidades del intestino atrofiadas lo que impedía que absorbiese nutrientes. Yo no tenía idea lo que significaba pero estaba feliz porque al fin tenía un diagnóstico”, contó a LA GACETA.

¿Cómo fueron esos comienzos cuando tu dieta cambió?

El día 1 de la dieta ya comencé a sentirme mejor. Fue instantáneo.  A las 2 semanas estaba haciendo deportes, porque hasta eso había dejado de hacer. En ese momento (hacen ya 16 años) nadie sabía qué era la celiaquía y no existía conciencia al respecto. Lo único SIN TACC que podía comprar eran los discos de arroz con gusto a cartón (¡ahora son más ricos!) que comía en el desayuno con mermelada y en almuerzo o cena convirtiéndolos en pizza o lasaña. Me esforzaba en seguir la dieta porque el cambio había sido tan instantáneo que moría de miedo al ver una miga de pan contaminante.

¿Cómo te manejas hoy con las compras, la cocina y las salidas con amigos o familia?

Al principio fue difícil porque para mí la cocina podía ser una biblioteca o un lavadero ¡no sabía hacer ni un huevo frito! Nada de nada. Y esa fue una de las ventajas de mi vida “Gluten Free”: entré a la cocina ¡y me enamoré de cocinar! Me volví una fanática total de la cocina, amo cocinar y compartir cosas ricas SIN TACC.

Experimento recetas (invento el 99% de las veces) y lo mejor de todo es que todo puede hacerse reemplazando los ingredientes por ingredientes SIN TACC. Hoy existe mucha conciencia y en la mayoría de los lugares tenemos opciones porque la Ley ayudó muchísimo.

Los productos SIN TACC son caros si, y carísimos a veces, pero es cuestión de darse maña porque podemos cocinarnos SIN TACC comprando sólo las pre-mezclas SIN TACC (o fabricándolas en casa) podemos bajar mucho los costos ya que a cualquier receta reemplazando la harina por pre-mezcla queda igual o más rica. Es cuestión de ponerle amor y mucha intención y seguramente será algo rico lo que salga.

¿Algo que le dirías a quienes siempre se preocupan por que desean invitarte pero tu dieta es particular?

No podemos enojarnos porque no prevean algo para nosotros. Nadie nace sabiendo cómo cocinarle a un celíaco y de verdad en una cocina para muchos alimentos con gluten es muy difícil lograrlo. Entonces es mejor que nosotros mismos tengamos en cuenta a donde vamos y cuáles serán las posibles opciones.  En mi caso, los cocineros de toda la familia lo tienen en cuenta siempre ¡porque son unos santos! Tanto mi madre, hermanos como mi suegra, cuñados le ponen mucha imaginación y eso es un mimo al alma. La vida SIN TACC ayudó a mejorar la calidad de vida de todo mi entorno.  A todos en mayor o menor medida nos hace mal el Gluten. Que el entorno pueda acompañarte es una bendición porque ayuda mucho. Al que se le hincha la panza post- plato grande de pasta, alguna intolerancia tiene.

EMILIANO VENIER, IMAGEN DE FACEBOOK

Emiliano Venier, docente universitario

“Tengo una intolerancia al gluten que no es tan compleja como la celiaquía. Luego de padecer por muchos años molestias y dolores en los intestinos y problemas de digestión, por sugerencia de un familiar que es médico y sufría los mismos padecimientos decidí iniciar una dieta de alimentos sin gluten. Cuando cambié la dieta comencé a comprobar que todos esos trastornos digestivos que yo asociaba a otros factores desaparecían. Ese cambio implicó modificar hábitos alimenticios muy arraigados, resignar muchos alimentos y tener que estar pendiente de la alimentación y de conseguir los alimentos”, dijo Emiliano a LA GACETA.

“En la actualidad hay variedad de alimentos sin TACC que se pueden comprar en los supermercados o comercios especializados. El precio es significativamente más caro. En mi caso opté por una dieta de alimentos sin tanto procesamiento como carnes, verduras, frutas, frutos secos y cereales y dejar de consumir todas las pastas y panificación (tengan o no tengan TACC). En reuniones familiares en general encuentro alguna opción sin TACC, sino me busco una fruta o una ensalada. Cuando salgo de mi casa tengo que llevarme comida en la mochila para cuando necesite comer. Quienes recién me conocen en mi trabajo se sorprenden que saque de la mochila galletas de arroz, barra de cereales, una fruta o una bolsa de frutos secos”.

¿Extrañas comer algo de la comida con TACC?

Una buena pizza, una torta, las medialunas con grasa. 

VIRGINIA VILLAMAYOR, IMAGEN DE FACEBOOK

Virginia Villamayor,  contadora y emprendedora, entre otras cosas, en los juegos Multiverso

“Me descubrieron la celiaquía porque estaba muy anémica. Fue un médico en Buenos Aires que sospechó de celiaquía porque tenía muy mal los valores de tiroides también. Al principio me acerqué a la Asociación Celíaca Argentina, que tenía una lista con los alimentos permitidos, ¡y eran muy pocos! Fue en el 2004 y no se encontraba nada en supermercados, era todo muy caro. Ahora es todo mucho más natural y hay muchísimas cosas. Mi dieta desde ese entonces se basa principalmente en comer sin harinas, sin cosas especiales para celíacos, sino con comida sana, sin harina”, contó.

“Me pone un poco incómoda ser celíaca cuando me invitan a comer y cuando en grupo se decide a donde ir a comer, pero es impresionante como cada vez hay más personas que no son celíacas y elijen comer sano, hay miles de opciones. Para mí nunca fue traumático, pero sí incómodo”, dijo y concluyó: “mis hijos hacen dieta de celíacos, no estricta obviamente, pero el mayor, Agustín, elige comer como yo, ¡salvo por las milanesas! Así es más fácil para todos”.

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