¿Por qué el peronismo parece incomprensible?

Cualquier habitante de la Argentina y cualquier persona que haya observado la política del país con interés alguna vez preguntó, alguna vez escuchó: “¿qué es el peronismo?”, “¿es de izquierda o de derecha?”, “¿conviven todos ahí adentro?”. Las respuestas han sido variadas, pero ninguna se recuerda con la potencia de la propia pregunta.

24 Feb 2019
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foto de Sara Facio - “perón”

Por Alejandro Grimson.-

“¿Me explicás el peronismo?” Visitantes extranjeros, académicos o políticos con interés en la Argentina, jóvenes atraídos por la política… La pregunta puede surgir de cualquiera que no viva en medio del sentido común argentino. Quienes están inmersos en él pueden tener una opinión formada. Sin embargo, con el tiempo todas las certezas se desestabilizan. Y la pregunta regresa una y otra vez. Cada argentino entiende los significados que el peronismo tiene para él o para ella, los recuerdos, las emociones encontradas. Los más aficionados a la historia podrán contar lo que han leído, sus propios recuerdos, o los recuerdos que otros les han narrado. Pero cuando intentan traducir esas resonancias internas en una explicación coherente, su interlocutor una y otra vez queda insatisfecho.

Hay frases características. “Es el movimiento nacional y popular.” ¿Un partido…? “No, el peronismo no es un partido, es un movimiento.” ¿Qué diferencia hay? “El PJ es un partido, se presenta a elecciones. Los movimientos son mucho más que las herramientas electorales. Ha habido y habrá peronismo fuera del PJ.” Todo esto no son más que rodeos para ir al grano. “Pero el peronismo ¿es laborismo o fascismo, es de izquierda o de derecha?” “El peronismo es un sentimiento.” Sí, claro, pero es un sentimiento… ¿de izquierda o de derecha? “Es el pueblo, el pueblo el peronista, es sentirse parte del pueblo y de las políticas que han dado derechos, vida digna, justicia social.”

Hay mil y una teorías sobre el peronismo. Si pudiésemos atraparlo en una frase sería como tenerlo en una mano, y entonces podríamos mirarlo a los ojos. Así el peronismo nos diría qué hará con nosotros o podríamos guardarlo en un bolsillo e ir por la vida con un conocimiento especialísimo y secreto sobre el mayor de todos los enigmas.

¿Cuál es la verdad? La verdad es que el peronismo jamás será atrapado en una frase. Y, no obstante, muchos peronistas y antiperonistas creen que esta o aquella expresión de Perón condensa la historia del movimiento. Gran fraseólogo Perón, con capacidad de síntesis e ironía sin igual en la política argentina. Sin embargo, pocos saben cuándo dijo Perón esto o aquello: ¿1945, 1955, 1965, 1973? Y ahí viene una cuestión central: Perón y el peronismo están sometidos al tiempo. Lo dicho cobra sentido en momentos específicos.

El peronismo es tanto una consecuencia de procesos muy sedimentados en la cultura política argentina como un factor decisivo en su conformación en distintos momentos desde 1945. Por eso, renunciar a entenderlo sería renunciar a comprender la Argentina.

El peronismo ha sido, además, la identidad política popular más persistente del país. Nació en 1945 y hoy tiene más pregnancia que palabras como “comunismo” o “liberalismo”. Aun así, no es el partido más antiguo, entre los cuales se encuentra la Unión Cívica Radical (que tuvo su primer presidente en 1916 y, hasta ahora, su último entre 1999 y 2001) y el Partido Socialista (que en 2015 alcanzó por tercera vez el triunfo en la gobernación de Santa Fe). Desde que se impuso en las urnas en 1946, el peronismo sólo perdió tres elecciones presidenciales (en 1983, 1999 y 2015), y estuvo muchos años proscripto.

Las respuestas antiperonistas acerca del peronismo podrán tener distintos énfasis, pero difícilmente dejen de mencionar que se trata de un movimiento político en el que ha participado Carlos Menem y Néstor Kirchner, Rodolfo Walsh y José López Rega, Evita e Isabelita, lo que subraya su supuesto carácter contradictorio e incomprensible. Sin embargo, para la inmensa mayoría de los peronistas, los nombres de López Rega o de Menem son repudiables. Pueden considerarse parte de ciertos problemas que los peronistas deben tener en cuenta en su historia, pero para los peronistas el desafío es diferente. Menos desmesurado, no deja de ser notable: es la convivencia de Herminio Iglesias y León Arslanián, Hugo Moyano y Horacio González, Sergio Massa y Cristina Kirchner, Gildo Insfrán y Axel Kicillof, Miguel Ángel Pichetto y Agustín Rossi.

Desde una perspectiva antropológica, que tome distancia de los debates de coyuntura sin por eso pretenderse neutral, el problema es muy distinto. No se trata de responder qué es el peronismo, sino de advertir que la pregunta está mal formulada. El peronismo no es algo, de una vez y para siempre. Ese tipo de definiciones pueden exigirse en un plano filosófico. Así se dirá que el socialismo es esto y el libe¬ralismo aquello. Igualdad y libertad. Pero esas definiciones no tienen nada que ver con los socialistas y los liberales que han existido a lo largo de la historia en la Argentina. Son definiciones de manual. Y para acercarse al peronismo, el manual es el peor de todos los instrumentos. Ya veremos por qué.

En otros términos, es muy diferente debatir el significado de una definición de diccionario que analizar desde el punto de vista histórico qué sentidos tuvo la palabra “peronismo” para diversos grupos en distintas épocas, cómo fue utilizada y transformada a lo largo de los años. Y cómo, en cualquier momento de la historia que se quiera escoger, nunca tuvo un único uso. Siempre hubo varios significados.

Los peronistas suelen decir que “el peronismo es un sentimiento”. Lo mismo podría decirse del antiperonismo. Innumerables odios y amores, resentimientos y pasiones, ilusiones y desilusiones, fracturas y uniones, biografías y muertes, destierros y regresos, palabras e insultos, defensas y mitos de los argentinos están de una u otra manera relacionados con el peronismo desde 1945. “Descamisados”, “nazis”, “cabecitas negras”, “fascistas”, “villeros”, “turbas”, “patoteros”, “grasas” son algunas de las palabras que se utilizaron en su contra. Ellos crearon o usaron otras para los antiperonistas en diferentes momentos: “contreras”, “gorilas”, “cipayos”, “oligarcas”, “radichetas”, “vendepatrias”.

¿Será que el peronismo, y por consiguiente la Argentina, resultan menos imposibles de comprender si evitamos tratar de encajarlos en categorías equivocadas? Procurar que una realidad compleja y rica quepa a la perfección en un esquema implica violentar los hechos. Este libro buscará ofrecer perspectivas flexibles y dejar que los hechos las desborden para que el lector pueda formarse sus propias opiniones.

* Siglo XXI.

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