Flor Defelippe: “Me interesan las intersecciones, la fuga, lo que ‘escapa’ a una definición”

La poeta habla de cómo fue el proceso de escritura de su libro “La falla en el fuego”.

06 Mar 2019
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Por Mario Flores (*)

 

La poeta Flor Defelippe presentó su nuevo libro “La falla en el fuego”. Esa fue la excusa para tener esta charla.

 

- ¿Cómo fue el proceso de escritura del libro? ¿Cuánto tiempo llevó idearlo, redactar y corregir?

El proceso fue, más que lento, meticuloso. Suelo cuidar la escritura, dedicarle tiempo, ser precisa, encontrar la palabra justa. No recuerdo exactamente cuánto tiempo tardé, puede que me haya llevado alrededor de tres años: desde la escritura de los primeros poemas, cuando no tenía idea de que iban a devenir libro, hasta la versión definitiva.

Cuando los poemas comenzaron a formar una unidad, los seguí trabajando con Claudia Masin, que fue una guía indispensable para llegar a este resultado. Los encuentros con Claudia, que tuvieron la forma de una clínica, duraron alrededor de dos años.

Ese aprendizaje de escritura abarcó mucho más que los poemas que componen al libro; aunque no se vea de manera ‘literal’, está plasmado en La falla en el fuego. Fue tan importante para el proceso de escritura como el armado, la corrección y la posterior publicación.  

- "La falla en el fuego" está dividido en dos partes: la primera es más espacial, una conexión con lo exterior, mientras que la segunda es más introspectiva y hasta meditabunda, ¿eso representa algún tipo de mecanismo en tu forma de leer y escribir?

Es posible. Pero yo relacionaría esa división con los espacios desde los cuales comencé a formarme como lectora: en la casa de mis abuelos maternos había una colección inmensa de Robin Hood, la de los libros amarillos (puede que en realidad no haya sido tan inmensa y mi recuerdo esté distorsionado por la memoria infantil). Me pasaba horas leyendo  hasta que finalmente, pude tener mi propia colección, pero de la serie Naranja de Barco de Vapor. Por otro lado, me enteré -ya grande- que mi abuela paterna era muy lectora, sobre todo poesía, pero narrativa también: Puig, Cortázar, Borges. De ella heredé Rayuela. Entonces, toda la primera parte de La falla en el fuego tiene que ver con la evocación de esos primeros espacios, de esas primeras lecturas, desde un lugar que ya no existe, porque todo lo que queda de esa infancia y de la que sería “mi casa familiar”, es una mera reconstrucción -por supuesto, idealizada- de lo que puedo rescatar del recuerdo. En ese sentido, el movimiento iría desde el “afuera” (es decir, desde esa evocación) hacia el interior: una segunda parte donde el yo poético, a partir de aquella “educación sentimental”, produce su propia experiencia y su mirada sobre el mundo que lo rodea, muy distinto -o quizá no tanto- al de la primera parte.

- Leonardo Sabatella escribió una reseña del libro en la Revista Ñ en la cual señala un "cambio de frecuencias" en las voces de tus poemas: ir de lo coloquial a lo complexo (y viceversa) ¿cómo manejas ese desplazamiento en el armado de un libro?

Creo que tiene que ver con lo que se quiere contar: más allá de la forma, en los poemas también hay tramas, hay “narraciones”. Me interesan las intersecciones, la fuga, lo que ‘escapa’ a una definición. Sabatella habla también de los espacios, y en La falla en el fuego aparecen, en varias oportunidades, esos espacios que se “arman” espontáneamente y son difíciles de catalogar: terrenos baldíos, jardines, plazas. Digo difíciles de catalogar porque en ellos coexisten, por un lado, los límites propios del mundo de la norma, y por otro, una parte salvaje que escapa a todo límite.  

- ¿Cómo se dio la decisión de publicar con Añosluz? ¿Cómo sentís que tu libro dialoga con ese catálogo?

Añosluz es una editorial muy querida. La conozco desde hace años, desde antes de que fuera Añosluz. Me identifica su modo de trabajar con cada libro en particular, de manera artesanal, muy minuciosa, cuidada. Los libros son piezas únicas. Se prioriza la calidad, el trabajo editorial, el armado, que sea un objeto bello estéticamente, a diferencia de muchas editoriales que no atienden estos aspectos, para mí fundamentales.

En cuanto al catálogo, no podría decir que los libros necesariamente ‘dialogan’; pero sí que admiro a muchas y muchos de las y los poetas que lo conforman: Mario Arteca, Gabriela Clara Pignataro, Vicente Luy, Rita González Hesaynes, Alicia Silva Rey, entre otrxs.

- Muchos libros de poemas suelen terminar de entenderse al escucharse en una lectura o recital ¿Has leído los poemas de tu libro en vivo? ¿Cómo funcionan los poemas en voz alta y cómo te sentís cuando compartís en público tus escritos?

Sí, de hecho, a varios poemas los he leído mucho antes de publicarlos. Es curioso porque varios poemas que leí quedaron totalmente distintos en la versión final; a veces disfruto de ese proceso: leer primeras versiones -que muchas veces creo definitivas- y luego de dejarlas descansar un tiempo, cambiarlas por completo porque ya no funcionan.

Me encanta leer, creo en el acto  performático de leer, hay algo en el cuerpo que hace que la palabra tenga acción, algo se modifica en mí, en el público. Disfruto mucho escuchar otrxs poetas, también. Uno de los tantos motivos por los que nació El bosque sutil, el ciclo que coordinamos con Verónica Pérez Arango en Quinta Trabucco, fue el de crear un espacio de lectura y escucha atenta.  

Hay algo en la lectura en vivo que me interesa explotar, y tiene que ver con esa relación con el público, con quienes escuchan y cómo esa lectura modifica. Escribo, también, pensando en eso: en el texto que pasa por el cuerpo y la voz. 

- Todos los epígrafes del libro están firmados por mujeres, al igual que el prólogo (de Claudia Masin) y algunos nombres que habitan tus poemas. ¿De qué forma el feminismo o la militancia atraviesan tu obra? ¿Cómo ves actualmente la presencia de mujeres o identidades disidentes en la literatura independiente contemporánea?

El feminismo atraviesa mi obra de manera permanente. Si bien mi poética no alude de manera directa o explícita a cuestiones relacionadas específicamente con la militancia, el feminismo está presente de manera trasnversal en mi escritura y mis lecturas: las autoras y las traductoras responsables del prólogo y los epígrafes son poetas que leo, con las que mi obra dialoga y son poetas feministas, imposible no pensarlas como una totalidad que influye en mi escritura.

Por otro lado, me pienso como parte de un colectivo de poetas. No es algo aislado que compromete solo a mi escritura: escribo también como parte de un grupo, un colectivo que nos reunió, inicialmente, con la convocatoria de Poetas por el Aborto Legal, y luego fue tejiendo redes y se fue haciendo cada vez más grande.

Hace poco, justamente, Claudia Masin dijo en una entrevista que “cualquier trasformación social […] tiene que empezar por una revuelta íntima”, y coincido plenamente en que el feminismo, como movimiento social, tiene que iniciarse desde una revolución interna, íntima, personal.

Lo mismo ocurre en la escritura: el diálogo con el feminismo, con el deseo de transformación política y social, está presente en mis textos porque es una parte inherente a mi manera de leer, a mi manera de escribir.

 

- Estás a cargo de un taller de lectura y escritura creativa ¿qué material considerás que es necesario leer hoy?

En el taller solemos leer textos de voces muy diversas, de distintas épocas y estilos. Me interesa justamente eso: que haya diversidad, que cada integrante del taller se lleve lo que le sume a la hora de escribir. Por otro lado, generalmente los textos que elijo para dar taller (o dar clases en espacios más formales) tienen en común que en ellos hay un trabajo muy minucioso con la palabra, hay un compromiso, una intención, que no tiene que ver necesariamente con la complejidad, sino con el tiempo y el amor que cada autorx le dedica a su escritura. Esos son los libros, los cuentos, las novelas y poemas que a mí me interesan, los que mueven y modifican porque el autorx también se modifica (o pone algo de sí) al escribirlos.

 

- Cinco libros que quieras recomendar (de cualquier género. Incluir: título, autor/x, editorial, año).

- La tierra de los mil caballos, Gabby de Cicco, Editorial Baltasara

- Tundra, Gabriela Clara Pignataro, Editorial Añosluz

- WARZSAWA, de Andi Nachon, Ed. Caleta Olivia

-Disminuya velocidad, Franco Rivero

- Tabaco mariposa, Elena Annibalí, Caballo Negro editora

 

 Un poema:

El desastre


Ese día llovió

como nunca

en mucho tiempo.

Llueve, te dije y la ventana

devolvió un torbellino que aún hoy

sigue rondando entre nosotros.

Tuve una certeza:

vendrá un desastre pronto

premeditado y lento

nos irá habitando

hasta que no quede nada por hacer

más que dejar pasar el agua, esos ríos deshechos

que la fisura mal curada

no podrá detener.

Un torrente brotará por las paredes y con él

se irá todo lo que pudimos construir.

Nos quedaremos ahí

en el medio del naufragio

sin la porción necesaria de tierra

sin un punto cero donde regresar.


(*) Poeta, escritor. Autor de la novela Hikaru.

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