Yo te recomiendo: tres libros para disfrutar

Claudia Solans. Es Licenciada en Letras por la UBA, especialista en Literatura Argentina y Latinoamericana, Profesora universitaria y dicta talleres de lectura y crítica literaria.

19 Mar 2019
3

1) La Tierra del Fuego

Sylvia Iparraguirre

Editorial Debolsillo (256 páginas)

Lo elijo por

Con una prosa despojada y punzante, Iparraguirre se embarca en una historia de excepcional belleza y profundidad. Nos lleva navegando hasta Tierra del Fuego y nos instala en el siglo XIX en ocasión del encuentro entre el navegante Fitz Roy y el yámana Jemmy Button, quien más tarde será trasladado a Londres como parte de un raro experimento.

Fragmento de “La Tierra del Fuego”

“Inglaterra me enseñaba y yo, como un gran pez, tragaba todo. Pero Button no podía verlo ni entenderlo. Button ni siquiera tenía posibilidad de empezar a entender qué significaba todo aquello. No había adónde llevar lo que veía. ¿A quién iba a contar Button su experiencia con los jardines, con las posadas o con el dinero, pero sobre todo, a quién iba a contar el significado de lo que estaba viendo: una ciudad que por la noche se iluminaba con mil luces multiplicadas en el río? Si Button hubiera querido describirla, habría proferido ruido y furor, y su relato sería la larga descripción de circunstancias y de objetos hecha por alguien capaz de ver lo que ocurría pero incapaz de saber la razón”.

2) La Vida Entera

David Grossman

Editorial Lumen (808 páginas)

Lo elijo porque...

Se trata, sencillamente, de una novela magistral. Paul Auster la definió como “una experiencia inolvidable”, y lo es. Sorprende por lo singular de la historia, la humanidad descarnada de sus personajes y el efecto hipnótico que provoca su lectura. Con una prosa deslumbrante, Grossman nos introduce en la mente de una madre que recuerda y relata (en cualquier orden) la vida de su hijo.

Fragmento de “La Vida Entera”

“Ofer la desgarraba por dentro revolviéndose y dando puñetazos a los muros de su cuerpo. Exigía que fuera toda suya sin miramientos, le exigía que se olvidara de sí misma y se le entregara por completo, que pensara en él todo el tiempo, que hablara de él sin pausa, que les contara cosas de él a todos aquellos con los que se encontrara, hasta a los árboles, a Abram y a los zarzales, que pronunciara su nombre en voz alta y para sus adentros, una vez, y otra vez, y otra más, para no olvidarlo ni por un momento, ni por un solo segundo, para no sentirse abandonado, porque en esos momentos él la necesitaba sencillamente para existir, se dio cuenta Ora de pronto, eso es lo que él le intentaba transmitir con su constante aguijoneo (...).

3) El día de las ratas

Dyonelio Machado

Adriana Hidalgo Editora (224 páginas)

Lo elijo porque...

Esta obra maestra brasileña narra la odisea doméstica -y en apariencia banal- de un pobre hombre a través de las calles de Porto Alegre en busca del dinero que le permita saldar la cuenta de la leche para su hijo. La recuperación de la dignidad frente a su familia y vecinos se convierte en el motor del periplo de este antihéroe -especie de Leopoldo Bloom degradado- sumido en la angustia y la paranoia.

Fragmento de “El día de las ratas”

“Pagar al lechero, entregarle el importe: “-Tome, es su dinero.” Darle la espalda sin decir nada más, sin siquiera querer reparar en su cara espantada, sorprendida y ahora tan arrepentida… Otra vida iba a comenzar. Iría derecho a la camita del hijo, niño jugando con niño. Se instalaría en la mesa para tomar el café. Todo era calmo al mismo tiempo vivo a su alrededor. La mañana volvía a tener aquel antiguo encanto. Sería capaz, bordeando aquí y allí de ir a espiar por encima del muro al escribiente y sus gallos. Después (¡horas después!), el viaje en tranvía a la ciudad, con la fresca golpeándole la cara, abierta y expuesta, tendría ciertamente el encanto de un viaje…”

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