Oksana Masters, la mujer maravilla

Víctima de la radiación de Chernobyl, abusada en su niñez, jamás se rindió: hoy es un ícono del deporte paralímpico y heroína en Estados Unidos, su hogar desde los 8 años, y en el mundo.

24 Mar 2019

Tres años después de la explosión de un reactor nuclear en la estación Vladimir Ilich Lenin (Chernobyl) de la Ucrania soviética, en una ciudad vecina a Pripyat, en Jmelnitski nacía en 1989 Oleksandrivna Bondarchuk, hoy conocida como Oksana Masters, heroína paralímpica y víctima como tantos otros ucranianos de uno de los peores desastres medioambientales de la historia.

En el vientre de su madre, Oksana padeció los efectos de la radiación: nació con pies con seis dedos, manos de cinco dedos pero palmeados, sin pulgares. Los huesos de sus piernas jamás pudieron desarrollarse con normalidad, al punto, además, de sufrir una malformación en la rodilla izquierda que hizo que esa pierna quedara más corta que la derecha. Además de amor, Oksana necesitó de diferentes operaciones para mejorar su calidad de vida.

De familia humilde, sus padres tomaron la determinación de entregarla a un orfanato. Y quien mejor ha descripto la crudeza del relato de Oksana ha sido Tara Parker Pope, columnista y editora de “The New York Times”. Parker Poper conoció hasta la raíz cada historia de quien hoy es una persona alegre y bandera de quienes creen que la discapacidad más bien es un reto frente la vida y no un impedimento a vivirla.

Oksana creció en un espacio donde los abusos físicos y emocionales fueron parte del menú habitual de cada día. “Tuve muchos problemas, me golpeaban pero yo siempre reía, eso era lo único que no podían quitarme”, contó la referente del deporte paraolímpico en Estados Unidos, y mundial.

A los seis años, esa niña de mente indestructible recibió una foto; era de una estadounidense llamada Gay Masters. Masters estaba dispuesta a adoptarla. El papel con esa imagen desconocida probablemente fue el primer abrazo emocional que recibió Oksana, y al que se aferró fuertemente, pese a los tormentos sicológicos por los que la hacían pasar. Los abusos no eran psicológicos, también eran físicos. La violaban. “Tu mamá no vendrá a buscarte porque sos una niña mala”, recuerda ella que le decían en el orfanato.

La espera fue larga y la noche que iluminó definitivamente el camino de Masters sigue imperturbable en su mente. Ansiosa, Oksana quiso esperar despierta a su madre. “Te colocan las colchas con mucha fuerza para que no puedas moverte”, cuenta Oksana sobre la última vez que la inmovilizaron en su cama del orfanato.

Tiempo después, Parker Pope describió la escena de una mujer arrodillada a la par de la cama tomando la mano de Oksana que, sin esperar presentación, se aventuró a decir: “te conozco, sos mi mamá; tengo tu foto”. La respuesta fue tan precisa como sus palabras: “te conozco, sos mi hija”.

Volver a empezar

El cambio de continente, de idioma, de tener una nueva oportunidad vino con nuevos y no menos dolorosos desafíos: le amputaron las piernas, fue sometida a diferentes cirugías de reconstrucción en todo su cuerpo, todo a partir de los ocho años y de encontrarse con un mundo nuevo en Búfalo, su nuevo hogar.

Sobre el agua, Oksana encontró su remanso. Allí pudo librar su talento. “En remo descubrí al empujar que, mientras más fuerte y rápido lo hacía, más control tenía” cuenta la medallista olímpica en su página web.

En 2011 formó equipo mixto junto a Rob Jones, con el objetivo de ser competitivos en los Juegos Paraolímpicos de Londres 2012. La medalla de bronce fue su premio. Inquieta y completa, emocionalmente hablando, Masters sintió que debía avanzar. Ya con remar no le bastaba. La nieve, el esquí, fue su siguiente meta. Talentosa, Masters se clasificó a los Paralímpicos de Sochi 2014 en Rusia y regresó a Estados Unidos con una medalla de plata y otra de bronce.

No claudicarás

Ante reiteradas lesiones en su espalda, Oksana volvió a pegar un volantazo deportivo. La bicicleta a mano siguió en su camino. Imparable, va camino a inmortalizar su nombre en el deporte paralímpico. “Me enamoré de las velocidades que aquí podía alcanzar y no en otros deportes” confiesa.

Referente a seguir, Masters se convirtió en el rostro de diferentes marcas internacionales, además de llevar la bandera de su país en los Paralímpicos de Pyeongchang 2018 (Corea del Sur), donde quizás cerró el círculo de una carrera alucinante y multifacética: en cross country alzó dos medallas doradas y una de bronce, y en biathlon una medalla plateada y otra de bronce.

Víctima de la radiación, víctima de abusos físicos y mentales, Oksana Masters jamás encontró en la palabra derrota a un enemigo invencible. “Realmente estoy convencida de que si soñamos algo podemos alcanzarlo”. Que así sea.

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