El mundo adulto bajo una mirada adolescente

Novela de exilio, de realidades y experiencias enlazadas “entre lenguas”

14 Abr 2019
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TRANSFORMACIONES. “Me entregaba a lo que apareciera. La vida se volvía permeable a distintas influencias”, escribe Hopenhayn.

NOVELA

GINEBRA

SILVIA HOPENHAYN

(Alfaguara - Buenos Aires)

Ginebra, novela de exilo, de memorias fragmentadas mediante el relato del “yo” de una niña de 13 años que recuerda trozos de su infancia; instala su voz y su mirada para interpretar las palabras del mundo adulto; observa gestos corporales, los movimientos de labios, la atención sobre las manos, como expresiones del cuerpo del lenguaje, a través del que, conjetura significados entre los que se cruzan identidades, las del lado de acá y las del lado de allá, la de las “palabras empujadas” y la de las “palabras castigadas”.

Novela de viaje, y por tanto de transformaciones. Novela de acceso a otra cultura, explorada con cierto tono ingenuo y atrevido desde la memoria factual de la niña que, a partir de su experiencia escolar ginebrina, entabla, entre otras prácticas, juegos como de espejos: narra lo nuevo en relación con lo propio, con su origen, provocándole incomodidades. Simultáneamente va asimilando esa “ajenidad” y descubriendo que esta le puede proporcionar nuevas oportunidades; aún, resistiendo a algunos hábitos y costumbres; sintiendo las incertezas, provocadas por lo doblemente desconocido, dado por el espacio y por la lengua. En esta “realidad obligada”: me entregaba a lo que apareciera. La vida se volvía permeable a distintas influencias… porque la identidad del ser tiene la capacidad de mutar, de asimilar, no como una manera de deshacerse de lo propio sino de adquirir lo diferente y aceptarlo. El exilio se entiende como una pérdida, hay dolor, porque somos parte de una “pérdida irremediable”.

Un nuevo estado familiar, un estar “entre lenguas”, al decir de Sylvia Molloy, y sentir, a veces, o todo el tiempo, que no se puede discernir en qué “lengua soy”, porque la “lengua materna” se aleja, se enlaza con la otra, se equivoca, o bien renace.

Silvia Hopenhayn construye una novela audaz en sus formas, y en las entradas al cuerpo del lenguaje. Una historia de amor, con toques eróticos y de humor. Una interesante aventura que mueve las palabras de su lugar habitual.

© LA GACETA

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