Reseña del libro Sé quién eres por las lágrimas en mis ojos

“Lo sobrenatural auxilia a la razón cuando el silencio lo dice mejor pero hay que hablar”, dice la autora del artículo.

09 May 2019
1

Por Maira Rivainera (*)

La inmortalidad no es propiedad de Dios ni de lo humanoide, descansa en el espacio entre el ciclo inevitable de los días y la imposibilidad de pensarse más allá del nacimiento o del cese del pulso, en la misma forma: el cuerpo. 

Alguien al momento de partir repasa su vida, tal como sucedió. Entramadas realidad y recuerdos, el orden temporal acostumbrado se trastoca ante las imágenes de experiencias vitales. 

Sucede que lo que te mantiene vivo recordando sean aquellos momentos en que fuiste feliz y estabas ciego. Dijiste: un flirt es un sex and go; a veces amor es eso pero nadie obliga a saberlo. 

¿Será algún episodio novelado este libro? Discurre como en una película muda, donde la mente aporta el fotograma de escenas que suscitan los ideogramas que conforman “Se quién eres…”. Precisos, definidos, casi sin mesura. Frente a la verdad, todo a su alrededor se hizo mentira; se lee en una de las paradas de este viaje. ¿Quién era el buda? Virigilio era él. 

Terrenal y fantástico, de cara al placer el hecho se explica con que “explotó entre sus hojas"; lo sobrenatural auxilia a la razón cuando el silencio lo dice mejor pero hay que hablar. Contarlo. Que otro lo sepa, vaya al mismo lugar, que también lo vea. 

Infierno sería ese momentito sin tiempo cuando ves pasar tus errores, los siempre conocidos pero relegados a la sombra o al olvido; para observar sin poder cambiar algo, con la salvedad que no ves ya el suceso desde tus propios ojos sino desde los de quienes participaban del “error", los ojos de a quienes dolía tu deseo de hacer lo querido en lugar de lo necesario.

Pasa, por ejemplo, enamorarse de un ángel y que éste traicione a Dios y te ame. Y todo se pudra o empiece la historia, o suceda otra vez la historia: antes de abrir los ojos en el nacimiento lo sabes todo, sabes que has traicionado y has de morir como te mereces, matado. Pero naces igual, así es la historia. Quiere ser antes que salvarse. 

Empieza por el final y luego se explica a sí para entender o recordar, decir:

-Mirá, Dios, las cosas pasaron así…

Pero Dios es un ciego. Tal vez Dios es tu perro, acaricialo amigo.

¿Y la reflexión crítica? Ficción mediante, Gerbaldo pregunta si escribir es para chetos o para brutos, ¿Borges o Arlt? Abducimos su respuesta: cuando el contenido pesa, la forma es austera.

Entonces, ¿qué es amor? Coincidir con Lilith, no caer en cuenta sino hasta que aparece, que antes elegiste con prisa. 

¿Amantes? Se reconocen en presencia. 

…por las lágrimas en mis ojos; encuentra uno en Lilith en ese instante, que han reencarnado. Mirarse una vez más, la historia siempre siendo. 

 

Nostálgico

Lo malo de volver al pasado es que ya no estamos allí. 

Gerbaldo, Luis Héctor. (2018). Sé quién eres por las lágrimas en mis ojos. Córdoba: Tinta Libre

Microrrelatos. 96 pgs.

(*) Autora de la plaqueta Letra de Carta

Comentarios