Ana Fernández: el alivio, después de ocho años de lucha

“Nunca me equivoqué desde que empecé a denunciar la corrupción policial en la causa de mi hija”, dijo la madre de Cintia Fernández.

06 Jun 2019
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Por Daniel Medina

Tiene una campera roja y abajo una remera con la foto de su hija estampada. En la remera, Cintia sonríe, está radiante. Es la forma en que una madre ha decidido recordar a su hija muerta.

Así entra al salón repleto de policías, donde una jueza leerá el dictamen. El final es abierto. El hombre acusado de matar a Cintia Fernández puede ser declarado inocente o puede ser hallado culpable. Muchos policías, en una causa que ha hecho visible el lado más oscuro de la policía y no sólo porque quien está sentado en el banquillo de los acusados era policía, sino porque hubo una serie de errores en la investigación, tan sistemáticos, que para el fiscal no podían ser frutos de la mera ineptitud.

Por eso, después del fallo y de que la gente desaloje la sala, ella dirá: “Nunca me equivoqué desde que empecé a denunciar la corrupción policial en la causa de mi hija”.

Dirá, también, que ahora tiene paz en su corazón. Dirá que nunca perdió el objetivo de lucha. Dirá que siempre se mantuvo firme en sus convicciones. “Son kilómetros recorridos en la plaza y acá en la justicia”, dirá.  Ante uno de los tantos micrófonos y grabadores que tendrá frente a ella también dirá que el fallo puede darles fuerzas a quienes todos los viernes piden el fin de la impunidad.

Pero el momento histórico es cuando la jueza empieza a leer y se escucha, al fin, la palabra culpable. Federico Condorí condenado a 23 años de prisión. Y es en ese momento en que Ana empieza a llorar. Llora de alivio. Llora por la paz. Algunas de esas lágrimas caen sobre la imagen de la remera. Lágrimas de bendición. En la remera, Cintia está más feliz que nunca. Porque se hizo justicia. Porque ahora su madre estará en paz.  

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