El hombre en la Luna

650 millones de personas siguieron simultáneamente por televisión el alunizaje del 20 de julio de 1969. En el centro de la capital tucumana la hazaña se vivió de un modo particular. La travesía del Apollo XI había sido anticipada un siglo antes por Julio Verne con detalles asombrosos. La carrera espacial fue impulsada por la Guerra Fría y llegó a su fin con la caída del muro de Berlín. Hoy se abre un nuevo capítulo de proyectos lunares.

21 Jul 2019
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Por Daniel Dessein

 PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

La edición de LA GACETA del lunes 21 de julio de 1969 contiene una foto que muestra a una multitud en la calle Mendoza, congregada por la sirena del diario al recibirse el cable de la agencia Associated Press, desde el centro espacial de Houston, anunciando que Neil Armstrong había pisado el suelo lunar. Eso ocurría minutos antes de las once de la noche argentina mientras, según señala la crónica, la multitud reía, gritaba y aplaudía. En el casino, se apunta en un recuadro, el juego se interrumpió después de que se dio el anuncio a través de los parlantes, y muchos corrieron hacia LA GACETA para conocer más detalles. A la medianoche llegaban a las pizarras del diario, a las que tenía acceso el público, las primeras radiofotos que se publicarían en los ejemplares que estarían en la calle algunas horas más tarde.

LA GACETA señalaba, a través de una nota de esa edición, un hecho inquietante que revela el contexto político en el que se producía la hazaña. La sonda soviética Lunik 15 orbitaba la Luna mientras Armstrong y Buzz Aldrin caminaban sobre la superficie lunar y se especulaba si los rusos intentarían interferir en la misión. La sonda se estrellaría contra la Luna, en un intento de alunizaje fallido, el mismo 21 de julio.

El sprint final de la carrera

El éxito de la misión Apollo XI fue el hito más sobresaliente de la carrera espacial que, hasta entonces, venía ganando la Unión Soviética. Fue en 1961, el año en que los rusos pusieron al primer astronauta en el espacio, cuando el presidente Kennedy anunció que antes de que terminara la década un norteamericano pisaría la Luna.

El desafío se eligió porque los directivos de la Nasa creían que tenían ventajas técnicas para lograrlo antes que los rusos. Los soviéticos habían sido los primeros en poner un satélite artificial en órbita (el Sputnik), un animal (la perra Laika) y un hombre (Yuri Gagarin) en el espacio, y también serían los primeros en alunizar con una sonda no tripulada (la Lunik 9, en 1966). La competencia espacial le costaría la vida de tres astronautas y miles de millones de dólares a EEUU. Y algo más a los rusos. La carrera espacial y la armamentística se llevaron un 15% de su PBI (el triple que EE.UU.) durante una década. A esos costos se sumarían las siguientes etapas de la Guerra Fría con el capítulo final de la “Guerra de las galaxias” de Ronald Reagan, que dejaría a la URSS al borde de la implosión.

El 20 de julio de 1969 pudo terminar con una tragedia, como se aprecia en la extraordinaria reconstrucción lograda en El primer hombre, película protagonizada por Ryan Gosling y estrenada a fines del año pasado. El film muestra las sucesivas alarmas que se dispararon durante la misión. El momento de mayor tensión fue el del alunizaje, cuando Armstrong y Aldrin estuvieron a punto de consumir todo el combustible disponible.

La literatura y la Luna

Quizás la primera ficción que se puede rastrear sobre un viaje a la Luna es la historia de Luciano de Samosata (siglo II D.C.) sobre una travesía en un barco que puede volar. Entre los textos modernos, tenemos El sueño, un relato de 1634, precursor de la ciencia ficción, escrito por el astrónomo Johannes Kepler. Quince años después, Cyrano de Bergerac publica su Viaje a la Luna. Y luego vendrán otros autores célebres como Daniel Defoe, Washington Irving, Alejandro Dumas y -ya pisando el siglo XX- H.G. Wells, con mayor o menor capacidad anticipatoria. En esta materia, la más sorprendente es sin dudas la de Julio Verne. En De la Tierra a la Luna, publicado 104 años antes de la gesta del Apollo XI, el escritor francés cuenta la historia de Impey Barbicane, presidente del club de tiradores de Baltimore, que propone construir un gigantesco cañón (el Columbia) para lanzar un proyectil a la Luna. Verne describe minuciosamente el proyectil que servirá de vehículo para tres pasajeros: un cono con paredes de aluminio de 20 centímetros, 3,65 metros de largo por 3 de diámetro, 5.345 kilos de peso. El mismo material y prácticamente las mismas dimensiones del módulo de comando del Apollo XI, el Columbia (30 cm. de espesor, 3,65m de alto, 5.621 kilos). “Cálculos imposibles de rebatir me han convencido que lo que salga con una velocidad inicial de 12.000 yardas (10.972 metros) por segundo, disparado en dirección de la Luna, debe por fuerza llegar hasta allá”, dice Barbicane en la novela. El manual de prensa del Apollo XI apunta que la velocidad del cohete Saturno V aumentará hasta 10.830 metros por segundo. Verne estimaba en tres días y medio el tiempo hasta el alunizaje. En la realidad, fueron cuatro. Un punto importante, agrega el narrador de De la Tierra a la Luna, es el terreno desde el que debe lanzarse el proyectil y señala que el elegido es un lugar de Florida. Desde allí despegó el Saturno V.

En lo referido a la Luna, este suplemento tiene un registro que merece destacarse. En 1976, también en la semana de un aniversario del hito del Apollo XI, Jorge Luis Borges publicó un poema dedicado al satélite. Ese poema integraría el libro Cosmogonías, conformado por ese y otros textos de Borges e ilustraciones de Aldo Sessa.

El futuro y la historia

Solo doce hombres pisaron la Luna, todos integrantes de las misiones Apollo. La última se hizo en 1972. A partir de entonces, la Luna dejó de ser un objetivo de la Nasa y de la agencia espacial soviética. Después de cinco décadas hoy vuelve al radar. En abril de este 2019, Israel hizo un intento fallido de alunizaje con una sonda que se estrelló. A principios de año, China alunizó en la cara oculta de la Luna y anunció que planea instalar allí una base en 2022. La India planea alunizar en septiembre. Donald Trump, por su parte, dijo que EEUU se propone llevar nuevamente astronautas en 2024.

El futuro tiene nuevos capítulos para esta historia apasionante. Pero vale la pena recuperar los primeros episodios. Una buena vía para hacerlo es la flamante serie de HBO, estrenada este martes y producida por Tom Hanks. Lleva el mismo título, en un justo homenaje, del libro de Verne (De la Tierra a la Luna) y recrea los principales hitos de la odisea de los 60.

El programa espacial fue posible gracias a un conjunto de esfuerzos anónimos, proezas tecnológicas y altas dosis de audacia y coraje. Compitió con la ficción al desafiar los límites de nuestra imaginación y al empujar las fronteras de nuestro campo de acción. El 20 de julio de 1969 no pasó nada objetivamente trascendente en el universo. Una precaria nave, impulsada desde un planeta menor por un cohete, se apoyó en un satélite inerte y de ella salieron dos seres que caminaron sobre su superficie por un par de horas. Pero esos pequeños pasos sobre ese desierto gris de polvo, cráteres y rocas nos hicieron vivir la epopeya humana más impactante de nuestro tiempo.

© LA GACETA

> LA LUNA

Por Jorge Luis Borges

Para LA GACETA

Hay tanta soledad en ese oro.

La luna de las noches no es la luna

que vio el primer Adán. Los largos siglos.

De la vigilia humana la han colmado

de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.

* Publicado en LA GACETA Literaria

el 25 de julio de 1976.

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Donald Trump
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