Gracias por volar con nosotros

Homenaje al multifacético Fernando Peña, a diez años de su muerte.

04 Ago 2019
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LA EXISTENCIA, SEGÚN FERNANDO PEÑA. “Yo no me quiero morir, pero no me importa la vida como a la mayoría de los seres humanos”, afirmaba.

BIOGRAFÍA

PUTO LINDO

DIEGO SCOTT

(Aguilar - Buenos Aires)

Único, dicen quienes lo conocieron. Único, repiten sus oyentes que todavía recuerdan al Puto Lindo, como a él mismo le gustaba que lo saludaran cuando lo veían en la calle. Un distinto, un hombre que tuvo la capacidad para darle forma a sus criaturas y hacerlos interactuar en la radio hasta el punto de que un oyente desprevenido podía pensar que en realidad ellos ocupaban un espacio en el estudio y que tenían vida propia. No era imitador ni animador, no era locutor ni heredero de la vieja escuela. Fue un hombre con tantas facetas como voces, que le temía a la soledad, que vivió rápido y se fue demasiado pronto porque le causaba tanto temor el aburrimiento que prefería los excesos a la tranquilidad de lo rutinario. “Yo no me quiero morir, pero no me importa la vida como a la mayoría de los seres humanos”, decía en una entrevista televisiva cuando ya el HIV (sida) y el cáncer de hígado lo habían debilitado al punto de determinar su partida.

A diez años de su muerte, Diego Scott, quien fuera su productor y amigo, escribió con la colaboración de Paloma Navarro Nicoletti un libro para recordarlo. Puto lindo. La vida de Fernando Peña (y sus criaturas), de Editorial Aguilar, es un homenaje cargado de admiración, pero también de crudeza, en un intento por describir en 240 páginas quién fue este ser casi imposible de captar en toda su complejidad. En un doble proceso de ir hacía el pasado y hacia lo profundo de sus compañeros, amigos y enemigos, aparece delineado algo del actor del que renegaba, pero más del creador y el dramaturgo, y de cada una de las personalidades de una esquizofrenia que supo transformar en arte.

El gran pez

No hay un relato escalonado en tiempo y espacio, la estructura de las historias se cuenta, crece y se enrosca como la memoria de las personas que lo secundaron y a partir del origen y desarrollo de cada una de sus criaturas. La comparación con la película El gran pez es recurrente. ¿Cuánto hay de verdad y cuánto hay de ficción en las historias que contaba Peña? ¿Es cierto que alguna vez fue paseador de perros o comisario de a bordo? ¿Cómo descubrió Lalo Mir a la azafata cubana Milagros López en un avión? ¿Dónde están ahora La Mega, Palito y Sabino? El mito crece con el tiempo y ya no importa si las anécdotas fueron mejoradas o no, si lo que contó alguna vez realmente existió o solo fue un invento que nació de la genialidad su imaginación.

Para quienes lo escuchamos desde su aparición en la radio, primero como Milagros López, luego en la piel del mexicano intolerante Dick Alfredo, y más tarde al desembarcar en Metro 95.1 con todas sus criaturas a finales del siglo XX, sabemos que Peña fue un hito en la historia de la radiofonía argentina, un observador y crítico de los estereotipos, un provocador que se adelantó a su época y que no dudó en gritar su orientación sexual cuando todavía eran pocos los que se animaban a salir del closet. Su ejemplo inspiró a muchos pero también forzó a otros, tan intensa era su necesidad de liberarse de las ataduras que arrastraba a los demás a contar su verdad estuvieran preparados o no. “Vivía la vida con intensidad” coinciden en señalar todos, incluso quienes lo padecieron, porque Peña era impredecible y como invitado en la televisión o en el teatro podía jugar con los límites al borde del levantamiento del programa o la suspensión de la obra.

El fenómeno de cerca

No es el primer libro que se escribe sobre Peña, él mismo escribió sus memorias en Gracias por volar conmigo, y luego de su muerte, Sudamericana publicó en 2011 A que no te animás a leer esto, una compilación de sus columnas en el diario Crítica, con prólogo de Jorge Lanata.

Pero tal vez Fernando se merecía una mirada de alguien que pudiera contar el fenómeno desde cerca. “Trabajé diez años con Peña y fue parte de mi vida -dice Diego Scott-. Diez años de aventuras de estar al lado de un tipo con un talento extraordinario que los que hacemos radio no podemos dejar de admirar. Me pareció que estaba bueno habiendo ocupado ese lugar, compartirlo con sus oyentes, pensé que si no lo hacía yo, nadie lo iba a hacer.

El productor lo planeó durante bastante tiempo, charló con sus amigos, con los que trabajaron con él. De su familia no había tantos a quienes recurrir, un hermano que vive en Washington, con quien se juntó, y un primo de él, de los que extrajo su parte más desconocida. También entrevistó a María, que más que una empleada fue parte de su familia. En el libro se destacan las voces de Diego Ripoll, quien fuera su mejor partenaire, el que le daba los mejores pases para que Peña jugara con sus criaturas y el guionista y productor Sebastián Wainraich, además de las parejas que lo amaron y lo sufrieron por partes iguales al trabajar con él y tratar de contener ese huracán de energía.

Contar su vida y su arte fue la mayor motivación de Scott, que gracias a Peña pasó de hablar sobre economía en una radio seria a formar parte de un grupo talentoso que lo hizo crecer hacia otro camino. A la radio se le sumó el teatro y la televisión, los espectáculos de stand up. ¿Dónde estaría Scott ahora sin el Puto Lindo?

Autenticidad

“El proceso fue divertido porque fue recordar lo que hacía, y en otra parte del libro, recordar quién era y cómo era. Él como persona me marcó mucho porque trabajar con el más capo que pueda haber en radio, con solo observarlo y prestarle atención me enseñó mucho a tratar de hacer algo de arte al ver alguien que hacía arte de verdad”.

Fernando Gabriel González Peña falleció el 17 de junio de 2009 a los 46 años. Diez años de ausencia puede no significar demasiado al lado de lo presente que está para muchos el Puto Lindo a través de sus audios y sus pensamientos esparcidos en el éter. Ripoll declara que Peña fue el hombre de su vida y que si algo aprendió de él fue la importancia de disfrutar de la vida y saber administrar las dosis de lo que fuera, de sustancias o de amor. Escribe Diego Scott en su libro: “Encontrar y seguir tu vocación era el gran mensaje que Fernando siempre quería transmitir a través de la radio y de sus obras de teatro. Ser auténtico, no vivir a medias. Ese mensaje estaba presente en todas sus criaturas. Ninguna de ellas podía ser otra cosa de lo que era. Eso las hacía tan reales”.

© LA GACETA

KARINA OCAMPO

PERFIL

Fernando Peña nació en Montevideo, en 1963. Antes de dedicarse a la actuación, fue profesor de inglés, de equitación y tripulante de cabina de American Airlines. En este último trabajo empezó a jugar con voces de distintos personajes mientras hablaba sobre instrucciones de seguridad a través de los parlantes del avión. Uno de los pasajeros, Lalo Mir, lo llevó a trabajar a la radio Rock&Pop en 1996. Alí trabajó durante varios años, difundiendo a personajes como Roberto Flores, Milagros López, Celestino y Martín Revoira Lynch. Luego trabajó en Radio Del Plata, FM Energy, Metro y KSK. Realizó 14 obras teatrales; Esquizopeña, Mugre y Gracias por volar conmigo, entre otras. En televisión, participó en distintas comedias y dio infinidad de entrevistas; también condujo programas en Canal 7, Canal (á) y Canal 10 de Uruguay. Publicó tres libros: Gente como uno, Gracias por volar conmigo y A que no te animás a leer esto. Murió el 17 de junio de 2009, a los 46 años. El estudio principal se Radio Metro lleva hoy su nombre, en su honor.

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