Proyectos insulares argentinos

de Malvinas a la Aeroísla, un recorrido por islas reales.

04 Ago 2019
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UN ELEFANTIÁSICO PROYECTO DE LA DÉCADA MENEMISTA. Álvaro Alsogaray, en una foto de 1993, explica a la prensa el proyecto para el traslado de Aeroparqu

CRÓNICA

ISLARIO FANTÁSTICO ARGENTINO

SALVADOR GARGIULO Y OTROS (EDITORES)

(Ediciones Winograd/Club Burton - Buenos Aires)

En 1516, el monje y político inglés Tomás Moro publicó Utopía, texto fundamental reclamado por la literatura de ciencia ficción en tanto imagina un mundo ideal, una sociedad perfecta, iniciando así el género utópico en las artes. La ciudad capital Amaurota está emplazada en la isla de Utopía, donde no existe la propiedad privada, se promueve la libertad religiosa y una jornada laboral reducida. Un siglo más tarde, en 1626, el filósofo (también inglés) Francis Bacon concibió La nueva Atlántida, historia de unos marineros que pierden el rumbo y llegan a Bensalem, isla mítica al oeste de Perú, en donde una elite científica lleva a cabo distintos experimentos en el agua, la tierra y el cielo, para el avance de la sociedad insular. De este modo, las islas representan una geografía más que propicia para las fabulaciones, la reflexión filosófica y aún la sátira.

En un exquisito compendio de edición limitada, Salvador Gargiulo, Alejandro Winograd, Gonzalo Monterroso y Alberto Muñoz comentan sobre islas reales e imaginarias de nuestro país. Con una prosa siempre elegante y graci osa, se burlan de proyectos elefantiásicos como la Aeroísla, lugar elegido para un fallido aeropuerto, y la Ciudad deportiva de Boca Juniors, “el sueño insular de Alberto J. Armando”, presidente del club en dos períodos. De esta ensoñación sólo quedan algunas hectáreas ganadas al Río de la Plata, ruinas, escombros y una villa, la Rodrigo Bueno. También recuerdan a Argirópolis, el proyecto denodadamente utópico de Sarmiento, quien pretendía fundar con ese nombre, en Martín García, la capital de los Estados Unidos del Plata, país igual de imaginario que la ciudad. Ya fuera de la provincia de Buenos Aires, los editores dedican una entrada a la isla Huemul, sitio del anhelo atómico de Perón, trunco proyecto de tres años que demandó 300 millones de dólares y el trabajo de varios refugiados nazis.

Con un diseño atractivo que recuerda a las crónicas de Ulrico Schmidl y un título rimbombante que tal vez parodie aquellas publicaciones -Discurso sobre las islas reales e imaginarias del territorio argentino, o, Islario fantástico argentino, en el que se describen las islas del río, las islas del mar, las islas de tierra firme y otras de localización dudosa o imprecisa- el texto atraviesa regiones del país que van desde el Chaco hasta la Antártida, pasando por el Delta del Paraná, la isla Gran Malvina y la mayor del país, Tierra del Fuego. Nuestro suelo, tan vasto como lleno de ilusiones, es tierra fértil para narraciones sobre conflictos de diversa índole, viajeros perplejos, lugareños avezados, flora y fauna inusuales y verdades que nunca lo fueron; esta obra recoge lo mejor de ellas.

© LA GACETA

MATÍAS CARNEVALE

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