Es arte, no decoración: apuntes sobre la nueva muestra de Soledad Dahbar

La artista salteña y la curadora platense Guillermina Mongan presentaron su trabajo el 2 de agosto.

05 Ago 2019
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Por Maira Rivainera (*)

Es arte, no decoración; dicta para Agosto la vidriera del Museo de Arte Contemporáneo. ¿Era necesario explicarlo? Sí cuando recuerdo la vidriera del mes pasado, colorida y con un cartel de auspiciantes, Dahbar debe haber visto justo aclararnos que no comulga con la idea de arte que promueve a veces la institución.

¿Vandalismo? En lugar de romper las vidrieras, quebró un plano. En primer plano ésta rotura, sin embargo puesta puertas adentro. ¿A la obra hay que entenderla? Desde la vereda del museo la vidriera muestra un interior apuntalado, como el camino que recorre un extractor de la tierra, un minero, mientras confía en que no se derrumbe la salida. ¿Cómo se sentirán ahí enterrados? Un brazo de madera nos enseña una piedra negra. No más grande que un puño, de lujo. 

Y ya en el interior, los objetos. Para no romper demasiado con la tradición decorativa, están los cuadros. ¿Abstractos? Tres formas elementales que explican el mundo, no sólo material como para un geómetra sino también el mundo humano: triángulo – círculo – cuadrado. El círculo es cuir, se lee en algún rincón de la obra; el circulo es extraño, incluye, es una pasión alegre. Aquí la línea es una ilusión óptica, en realidad sólo hay letras ordenadas en el espacio. 

La forma elemental a la par del color, el contenido de las cosas. Y otra vez, más allá del binarismo de “esto o lo otro", son tres colores. También para que el espectador no se vaya demasiado enrarecido con a qué hoy le llaman arte los que lo hacen, artistas; tres cuadros que en el silencio vacuo del color nos miran. Nos preguntan si ya olvidamos la secuencia anterior, lecturas que yo había vivido tan honda y efusivamente, todo lo que recuerdo es “la línea piensa". Perdí en unos segundos el momento anterior, el arte es efímero. Otro clásico. No menos contundente. 

Y como ya había sido suficiente de tres, no podía faltar un dos. Porque es cierto también, para dejar de estar solo con otro alcanza. ¿Pero de qué manera? A veces la mirada ajena es como un reflector que nos atraviesa, nos transparentiza, ¿nos adivina? y fácilmente se cae en la convicción de que alguien nos conoce… Dahbar propone ser el lente opaco antes que traslúcido, piedra preciosa antes que vidrio, plástico. Mineral al que mirada ninguna conoce el interior. En tiempos en que la intimidad se desviste en la tevé, en la opinión pública, en el periodismo de red social… Gracias. 

Y ¿por qué no? Quien sabe… La música de cada uno depende de los metales con que cada cual se vista. 

Ya casi vacía de información, después de la forma, del color, la opacidad y el sonido… La profundidad, ¿es lo hondo función de la distancia o de la luz? Un hueco, el punto de fuga de la obra. Tranquilos, no nos come ni nos pierde ni es un agujero a otra supuesta dimensión. Con problemas irresueltos estamos más que nunca en la vida, la condición material de la existencia. Saliendo de ahí, ¿qué más le podemos pedir?

Una caja exhibidora donde alguien extrajo la joya. Una metáfora de la tierra, siento escalofríos. 

Y el mundo ideal, por supuesto. ¿Cuál es? La realidad. Monigotes cabeza cuadrada, triangular o circulares. 

¿Qué son los problemas irresueltos? El clásico de no dejarse apuntalar por las costumbres institucionales, por ejemplo. Pero también una pregunta por la realidad, ¿qué más quiere la humanidad? No ha nacido sepulturero para la conmoción ante el saqueo, todavía. 

Problemas Irresueltos, Soledad Dahbar. Museo de Arte Contemporáneo Salta – Agosto/Septiembre 2019

(*) Autora del libro de poesía "Cielo, verde, agua."

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