Trasmontaña: ¿anécdotas? ¡Claro que sí!

Los recuerdos no sólo tienen que ver con el elevado esfuerzo de los corredores; también hay tiempo para recordar situaciones de lo más diversas.

17 Ago 2019

La tensión crece a pocas horas de la largada del Trasmontaña. La Expo Biciclub que funcionará hasta hoy (de 9 a 19) en el predio del Central Tucumano (ex Abasto) funciona como un desestresante. Las charlas en pequeñas rondas forman parte de la exposición, que es como un centro comercial a cielo abierto. Los diálogos van, vienen y sí, se habla de bici y montaña, pero los rostros están sonrientes, muy distendidos. Todo lo contrario a cómo estarán mañana cuando la carrera en duplas más importante de Sudamérica se largue.

“Venimos siempre a la Expo. El viernes lo dejamos libre para venir todo el día”, reconoce Juliana López Silva. Junto a su marido José Ovejero, correrán por sexta vez el Trasmontaña, pero sin esperar que suceda lo que pasó en 2015. “Nos levantamos al día siguiente y nos vimos en la tapa del suplemento de LA GACETA”, recordó la biker que se encontró “fundida”, llena de barro, en el beso que se dieron al llegar. Ahora, ambos son marido y mujer y, desde 2013 siempre corrieron juntos, menos el año pasado. ¿Adivinen por qué? “Nos casamos y ahí nomás quedé embarazada. Cumplía años el 18 de junio y el 19, me enteré. Ese 18, fue mi último entrenamiento”, recordó Juliana mientras José mecía a Olivia de seis años entre sus brazos. “Lo mismo iba a ser raro correrlo porque yo venía de recuperarme de una lesión en la rodilla. Nos habíamos casado y no le dimos mucha importancia”, le quitó dramatismo a la ausencia el biker. “Siempre fue un sueño, primero que se mantenga la relación. Después nos imaginamos que nuestra hija nos espere, así que este momento lo imaginamos desde que empezamos con la bici”, afirmó con brillo en los ojos. “En carrera nos llevamos bastante bien”, destacó la armonía que les permite llegar siempre a la meta.

EN FAMILIA. Tras seis rallies, Juliana y José visitan el predio con su primera hija y ya casados.

A los que no les resultó para nada sencillo como pareja correr en la mountain bike fue al polifacético Alejandro Ruiz Campo y a Celina Biazzo. Allá por 2006 se aventuraron. Con más precisión, se arriesgaron a desafiar el Trasmontaña cuando recién empezaban la relación. “Ella estaba comenzando a pedalear. Era como que todo le caía mal. Si yo me iba, era porque me iba; si me quedaba con ella, le molestaba porque supuestamente iba ‘empujándola’”, recordó la anécdota “Ale” que este año no correrá. Sí, estará alentando a su mujer que formará dupla junto a su primo Juan Biazzo. “Me enojaba si se quedaba o si no me esperaba. Insoportable digamos”, reconoció la biker. Y agregó: “la pasamos peleando y me dijo que nunca más corría conmigo. Y así fue nomás”.

LA CHICA DEL WIFI. Ricardo y Mariana se rieron cuando recordaron su curiosa anécdota.

También durante los entrenamientos para la carrera las situaciones singulares se producen. “Parecía una antena de WiFi”, describió Mariana Ale. Entrenando para mañana, en plena montaña, su zapatilla automática se rompió. El calzado de los bikers tiene un sistema de calas que se enganchan al pedal. “Me ataron con precintos y una goma”, contó. “Yo tenía una goma negra bien fuerte, potente con la que até toda la parte del empeine. Después llegaron unos chicos y la precintamos”, recordó Ricardo Gil, el integrante de la dupla que se unirá por primera vez para correr. En el Trasmontaña, detrás del sudor y de las lágrimas, hay momentos íntimos que, pasado el tiempo, se convierten en anécdota.

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