¿Competencia feroz?

Un día todo cambió, de repente, el mundo 2.0 crecía irrefrenable y nos confirmaba que todo lo que ocurría en el planeta podíamos experimentarlo al instante. A partir de allí, al chico que hacía clic en un navegador, se le presentaba la página web cargada de enlaces, hipervínculos, botones, íconos; leía.

18 Ago 2019

Por Mónica Cazón

 PARA LA GACETA - TUCUMÁN

Del encuentro decepcionante con la lectura, los niños se alejan de los libros. Nos convertimos en lectores por múltiples experiencias acertadas. Seguramente mamá, papá y abuelos nos cantaron y leyeron desde muy pequeños. Un ambiente propicio para desarrollar al futuro lector.

Como dijo Liliana Bodoc la palabra nos constituye como colectivo pensante. En la infancia, escuchar cuentos, aprender canciones, poesías, jugar con adivinanzas, incorporar títeres, teatro, en definitiva, disfrutar de la función lúdica del lenguaje literario ocupa un espacio privilegiado. No se puede aislar al niño de las artes cuando hablamos de literatura. En un debate público intenté explicarlo, pero alguien exclamó, “basta de educación y pedagogía, hablemos de la palabra poética”, asumí el desconocimiento. Al niño hay que mirarlo sin desmembramientos. Justamente por esto, competir con la tecnología no parece ser el camino adecuado para introducir a los chicos en la lectura. Desde hace más de una década, el mundo se visibiliza a través de la tecnología, con redes infinitas que nos abren espacios inimaginables.

Quiero ser youtuber

Cuando Sylvina le preguntó a su hijo de seis años qué quería ser cuando sea grande, él, muy feliz le contestó: youtuber. Es así para los centennial y la generación z. Jugar con la play, aterrizar en el fortnite o los booktubers -con buenos puestos en el ranking de los libros elegidos por adolescentes- son tendencias predominantes. Destaco que niños y adolescentes sí leen, simplemente usan otros formatos. La problemática, entonces, no pasa por la tecnología sino por el niño (descuidado por los adultos) que hace un culto de ella y destruye la cultura de la palabra. La velocidad y voracidad con la que consume un niño, anula la profundidad, la creatividad y la reflexión. Es allí cuando aparece el niño-masa, que se ha quedado ya sin lenguaje y se convierte en un consumidor hiperconectado. De nosotros, padres, familias, docentes preparados y sensibles dependerá que la tecnología sea la compañera de lecturas. No existe una fórmula, es un compilado de agudezas. Una mirada sensible hacia la realidad, más auténtica, atenta a la búsqueda de los chicos. Abierta y de escucha, para que la lectura sea posible, y la tecnología la aliada perfecta.

© LA GACETA

Mónica Cazón - Especialista en Lectura y iteratura infantil y juvenil.

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