El shock electoral dejó secuelas en la economía

Tanto la fórmula Macri-Pichetto como el binomio de los Fernández tendrán 70 días para explicar qué rumbo seguirá la Argentina.

18 Ago 2019
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Un “cisne negro” para la economía. Eso fue el resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del domingo pasado. Y tuvo sus efectos en los mercados, con una fuerte devaluación del peso respecto del dólar y, naturalmente, en la sociedad toda, que pagó con mayores precios minoristas la incertidumbre que envolvió a todos.

Los 15 puntos de diferencia entre los votos obtenidos por el Frente de Todos (Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner) respecto de la fórmula Mauricio Macri-Miguel Pichetto (Juntos por el Cambio) fueron inesperado. No había una sola encuesta que pronosticara una diferencia de tal magnitud para la fuerza opositora, indica el último reporte de Invecq Consultora Económica. Los números más negativos para la Casa Rosada llegaban a arriesgar una diferencia positiva del Kirchnerismo de hasta 6 puntos, recuerda.

Según la consultora, este resultado conformó un verdadero shock electoral que pegó fuerte en los mercados. El dólar en el mercado mayorista llegó a registrar $ 61 durante las primeras horas de la rueda del lunes, las acciones del sector financiero se hundían más del 50%, perdiendo la mitad de su valor en pocos minutos y arrastrando al Merval a registrar una pérdida de casi el 40%, la caída de la bolsa porteña más grande de la que haya registro. Por su parte, el riesgo país saltó y estuvo a pocos puntos de superar los 2.000 puntos en los momentos en que los bonos argentinos se hundían sin encontrar piso. Con el correr de los días se registró un leve rebote y los activos parecen haber encontrado un piso, al menos por el momento. La pérdida de valor fue muy fuerte, pero la caída libre encontró un soporte y se detuvo, detalla el informe al que accedió LA GACETA.

Recuerdos del mercado

Según Invecq, estos movimientos cristalizaron la falta de confianza del mercado en este espacio aparentemente moderado, comandado por Alberto Fernández. “Las políticas aplicadas durante los 12 años de gobierno del kirchnerismo, y particularmente durante la última presidencia de Cristina Fernández, son difíciles de olvidar para los mercados. En diciembre de 2015, entregaron el país con un cepo cambiario, reservas netas en el BCRA en cero, múltiples restricciones a los movimientos comerciales y financieros con el resto del mundo y en default de la deuda pública”, detalla la consultora. A este historial, se suman las últimas declaraciones por parte de referentes del espacio: algunas muy apropiadas, comprometiéndose a pagar la deuda, pero inconsistentes con otras. El candidato a Presidente expresó que “el dólar a 60 pesos está bien”, mientras que Felipe Solá dejó entrever la posibilidad de volver a implementar un control o desdoblamiento cambiario. Por su parte, el economista Matías Kulfas reafirmó las intenciones de cumplir con los vencimientos de deuda.

Analizadas en su totalidad, un dólar a $ 60 hace bastante más pesado el cumplimiento de la deuda, llevando el ratio de deuda/PBI del 80% a superar el 100% por lo que cumplir con los vencimientos es más difícil que hasta el viernes 9 cuando el dólar estaba en $ 45, advierte. A su vez, si el dólar a $ 60 es un precio lógico, cuesta entender por qué Solá propone un desdoblamiento cambiario si a ese precio el mercado estaría “en equilibrio”. Estas declaraciones cruzadas, más allá de sus buenas intenciones, no terminan de aportar la solidez necesaria para calmar las expectativas en un momento de tanta incertidumbre, considera.

Es totalmente válido que en esta nueva etapa propongan no cometer esos “errores de exceso” pero también es válido que al mercado le cueste creer. Ese costo de credibilidad obligará a sobrerreaccionar las medidas de cautela en caso de que finalmente este espacio consiga ganar las elecciones en octubre y gobernar a partir del 10 de diciembre.

De coyuntura

Mientras tanto, el oficialismo parece comenzar a levantarse luego del duro golpe del domingo pasado. Con una batería de medidas de emergencia el presidente Mauricio Macri busca suavizar lo máximo posible el impacto en los ingresos reales y la capacidad de consumo que esta devaluación y aceleración inflacionaria tendrá sobre la población con el correr de los días, expresa la consultora privada.

“A su vez -acota-, es una muestra de iniciativa política para reafirmar que más allá de cualquier resultado electoral, su mandato termina el 9 de diciembre, y que como lo expresaron todos los referentes del espacio oficialista los resultados definitivos serán los de la elección de octubre, que intentarán revertir para forzar un balotaje que hoy luce poco probable, aunque no imposible”.

En el plano estrictamente económico, el daño ya es irreparable, sostiene Invecq. “Pase lo que pase con las elecciones de octubre, el shock de los mercados de esta semana que pasó abortó el proceso desinflacionario que había comenzado en abril y la recuperación económica de principios de año”.

La recesión para este año -pronostica- será más fuerte de lo que todos esperábamos la semana pasada y el ingreso real de la población caerá más. “Y sea quien sea el gobierno a partir de diciembre, habrá que volver a empezar desde varios casilleros atrás. Cómo decidirá retomar el camino cada una de las dos fuerzas más votadas el pasado domingo será lo que tendrán que dar a conocer en los próximos 70 días”, finaliza.

Punto de vista I

¿Cuenta regresiva para la deuda argentina? Hay que preguntarle al FMI

Por Hugh Bronstein y Gabriel Burin / agencia Reuters

BUENOS AIRES.- El colapso del peso argentino de esta semana y la escalada del costo de financiamiento han alimentado las preocupaciones de los inversores de que el país pueda estar camino a otra reestructuración de la deuda. La próxima revisión del programa crediticio de U$S 57.000 millones que mantiene el FMI con el país, prevista para el 15 de septiembre, debería dar señales sobre si el prestamista de última instancia de Argentina ahora piensa lo mismo.

La dura derrota de Mauricio Macri en las primarias del domingo pasado ante su rival peronista Alberto Fernández, dos meses antes de la votación presidencial, disparó temores del mercado sobre un posible retorno al intervencionismo que Macri prometió terminar.

“El FMI probablemente solicitará una reestructuración. La pregunta es cuándo”, dijo Edward Glossop, economista para América Latina de Capital Economics. “Dado lo que ha hecho el mercado esta semana, es difícil argumentar que la deuda argentina aún es sostenible”, acotó.

Las reestructuraciones son un tema traumático para los votantes que aún recuerdan el default del país en 2001-2002, que empeoró un colapso económico que hundió a millones de argentinos de clase media en la pobreza. Unos “mini-defaults” posteriores dejaron al país fuera de los mercados de capitales globales por años. En los primeros días de esta semana, antes de encontrar algún respaldo cerca de $ 57 por dólar, el peso perdió 21% de su valor, dificultando aún más el pago de la deuda en dólares de Argentina, cuya economía se encuentra estancada en la recesión.

Macri aflojó su estricta postura fiscal esta semana, prometiendo reducir el impuesto a los ingresos de los trabajadores y el que se aplica a la venta de los alimentos de la canasta básica. También incrementó los subsidios para los más pobres y dispuso otros gastos que podrían complicar su esfuerzo para recortar el déficit bajo el acuerdo con el FMI.

“Un momento crítico podría ser el 15 de septiembre, cuando el próximo tramo del préstamo del FMI, unos 5.400 millones de dólares, tiene que desembolsarse. El Fondo podría solicitar una reestructuración como condición para esto”, dijo Glossop.

En 2001, el rechazo del FMI a desembolsar fondos para Argentina contribuyó a detonar el default del país.

A pesar del hecho de que Macri excedió las metas fiscales acordadas con el Fondo, el organismo aún podría sorprender al mercado otorgando recursos adicionales.

Punto de vista II

Del tsunami a las réplicas: los mercados emergentes capean la última crisis argentina

Por Tom Arnold / agencia Reuters

LONDRES.- El último desplome de los mercados en la Argentina no se ha contagiado a otros países emergentes como en ocasiones anteriores, en parte por la menor exposición del país en los mercados de crédito e inversiones.

La economía y el sistema bancario argentino son probablemente demasiado pequeños para contagiar por sí mismos. Y si bien las economías emergentes están claramente tensionadas por el comercio mundial y el temor a una recesión, todavía no se han visto sacudidas por el último tsunami financiero en la Argentina.

Unos 3.400 millones de dólares han salido de los mercados emergentes fuera de América latina esta semana, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales, pero analistas dicen que solo una parte se debe a la derrota del presidente Mauricio Macri en las primarias del domingo pasado, que provocó que el peso perdiera más de un tercio de su valor en tres días. El desplome de la moneda argentina recuerda el último episodio traumático de este tipo en 2018, que contribuyó a la salida de miles de millones de dólares de los mercados emergentes de todo el mundo.

La sacudida de esta semana inicialmente causó algunas ventas de deuda y acciones en Sudáfrica, Indonesia y Tailandia y una baja de las monedas de Turquía, México, Brasil y Sudáfrica.

Sin embargo, el contagio ha sido menos severo esta vez y al final de la semana comenzó a desvanecerse fuera de Argentina. Analistas sostuvieron que la actual crisis es una réplica decreciente de lo que ocurrió en 2001, 2014 y 2018.

“Las consecuencias directas de la crisis de Argentina en el resto del mundo emergente deberían ser limitadas, ya que la huella económica de ese país ha disminuido y es una economía relativamente cerrada”, dijo Stéphanie de Torquat, estratega de Lombard Odier.

El índice de Mercados Emergentes MSCI de acciones ha caído un 1,4% en la semana, menos que la baja del 2,2% de su equivalente global. Argentina tiene un peso relativo de solo 0,26% dentro del índice, significativamente menos que países como Brasil, cuya incidencia alcanza un 8,1%.

Los mercados de bonos también se han recuperado, con el índice de mercados emergentes en dólares de Bloomberg Barclays nuevamente en territorio positivo durante el mes, revirtiendo una caída del 1% por las elecciones.

“Argentina no es el mayor emisor (de deuda) en los mercados emergentes, solo representa el 2% o el 2,5% en los índices, es bastante manejable desde una perspectiva de contagio más amplia”, dijo Shamaila Khan, directora de deuda de mercados emergentes de AllianceBernstein en Nueva York.

“En un año como este, cuando los mercados emergentes han tenido retornos muy fuertes, no creo que el movimiento en Argentina vaya a descarrilar el apetito por los mercados emergentes”.

La economía argentina, la segunda más grande de Sudamérica, atraviesa una recesión desde el año pasado, mientras que los activos en su sistema bancario, que han crecido relativamente bien, representan alrededor del 20% del PBI. Brasil, uno de sus principales socios comerciales, es más vulnerable al contagio directo, pero el comercio de Argentina con otros mercados emergentes es más limitado fuera de China, Chile y Vietnam.

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