Es desesperante la situación en el Hogar de Ancianas Cristo Rey

Desde principio de año que les quitaron un subsidio provincial y se les complica afrontar gastos de funcionamiento. Ya les cortaron la luz y el gas en algunas oportunidades.

24 Ago 2019
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“Están causando dolor a gente inocente”, manifiesta con angustia Marta Sosa, directora del hogar de ancianas Cristo Rey.

El establecimiento tiene 87 años funcionando en la zona del macrocentro salteño pero los últimos años fueron particularmente difíciles, ya que una disminución en el subsidio que le otorgaban desde el gobierno provincial terminó en la quita del mismo.

Angustia, decepción, desamparo, enojo, desconcierto, impotencia y dolor son solo algunas de las sensaciones que describe Sosa en relación a la falta de ayudas que afecta al establecimiento que tiene a cargo.

En el hogar ubicado en la calle Catamarca viven once abuelas, algunas no tienen ningún familiar ni un lugar donde ir, por lo que su situación es de suma vulnerabilidad.

Pese a que el lugar funciona bajo la figura legal de asociación civil sin fines de lucro y que, según el testimonio de su directora, recibían ayuda financiera por parte del gobierno provincial desde el año 1999; hoy les niegan tal beneficio económico.

Sosa comenta que hasta el año pasado recibían cada mes $18.000 que eran utilizados para pagar las tarifas de servicios, otorgar una ayuda económica a los voluntarios, arreglar desperfectos edilicios y pagar gastos de mantenimiento.

Mientras detalla con preocupación lo que ocurre con el hogar, la directora tiene en mano la factura de gas de este mes. Son $6434 que deben abonar, y no tienen los medios para hacerlo.

Gustavo Sáenz y Matías Cánepa durante su visita al hogar el año pasado. Fuente: Municipalidad de Salta

De mal en peor

El gobierno provincial a través de sus diferentes representantes a lo largo de los años venía cumplimentando con el pago del subsidio otorgado desde hace 20 años a la institución, pero en los últimos tres años todo cambió.

Según indica Sosa desde que se les empezó a brindar ayuda económica por parte del gobierno provincial recibían el subsidio durante cada mes del año, pero desde hace tres años que les pagan solo los meses de marzo a diciembre “como si las abuelas no comieran durante los otros meses”, acota la encargada del establecimiento.

Lo que es peor, durante este año no recibieron ni un peso de la ayuda que les brindaban, comenta Sosa y agrega que “la excusa es que al hogar le falta habilitación”.

La directora del lugar sostiene que por ordenanza municipal el hogar debería estar exento de habilitación, ya que se trata de una asociación sin fines de lucro. Además indica que tienen cámaras, matafuegos, seguro médico, y todos los papeles en regla.

¿Quién les da respuestas?

En abril del año pasado el intendente de la ciudad, Gustavo Sáenz, visitó el hogar, cantó y bailó con las abuelas. Hoy su administración, dicen, no hace nada por dar soluciones a su situación.

Por otro lado, persiste la negativa de habilitar el lugar o de asesorar administrativamente para facilitarle los trámites en ámbito municipal y provincial.

A pesar de esto, Sosa afirma que tres o cuatro veces al año reciben la visita de trabajadores municipales y provinciales que realizan las inspecciones correspondientes.

Aun así parece no haber voluntad para ayudar a solucionar el conflicto administrativo con el hogar, para que pueda seguir recibiendo la ayuda económica.

Desesperante situación

La realidad económica llegó a niveles tan dramáticos este año que ante la falta de pago de luz y gas, les llegaron a cortar los servicios.

Esto no solo constituye un peligro para las personas de avanzada edad y de reducida movilidad que viven en el hogar, sino que también cortó la cadena de frío de los medicamentos dejándolos inutilizables.

“No entiendo la insensibilidad”, afirma Sosa y agrega que “las abuelas tienen dolor no solo en el cuerpo sino también en el alma”.

Es que muchas de las abuelas han vivido situaciones difíciles en su vida, y esta sensación de abandono hace que se sientan aún más vulnerables. Algunas de ellas sufrieron violencia de género, otras no tienen ningún familiar con vida y otras arrastran enfermedades.

Pese a lo que les toca pasar, Sosa afirma como diciéndoselo a si misma: “no me puedo dar por vencida”.

Cuando las voluntades no alcanzan

En el hogar hay seis personas que trabajan como voluntarias y que reciben una mínima contribución económica teniendo en cuenta que lo que realizan es un voluntariado.

Parte del subsidio que les otorgaba la provincia, era destinado al pago de ese monto aunque la directora de la institución aclara que el monto es insuficiente y que “cada vez se gasta más”. Es que la inflación también ha hecho que los gastos sean mucho mayores en los últimos años.

“Amo ayudar, pero necesito que esta vez me ayuden para poder ayudar”, indica Sosa y agrega: “yo ayudo pero mis fuerza ya no me dan”.

La intención de la comisión directiva del hogar era poder empezar a hacer algunos arreglos edilicios que mejoren la estancia de las abuelas en el lugar, pero ni siquiera pueden pagar las tarifas de los servicios.

“Nos tienen que ayudar, no nos dejen aislados”, pide la directora del lugar y afirma que “las abuelas se sienten desamparadas”.

Las colaboraciones

En cuanto a mercadería, la necesidad no es tanta ya que sí reciben ayuda de la panadería social, y leche, azúcar y zucoa por parte de la cooperadora asistencial. Por otro lado les donan aceita, pan y otros alimentos.

Con respecto a las tarifas no pagan agua ni cable, aunque sí luz, gas y teléfono. Además algunas abuelas colaboran mensualmente y en la medida de sus posibilidades.

Lo que necesitan es que les faciliten el trámite de habilitación, para que la provincia les otorgue nuevamente el subsidio que les quitó desde este año.

Ante la negativa de los organismos oficiales, desde el hogar buscan socios que los puedan ayudar económicamente. Para colaborar se puede llamar al teléfono 4230698.

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