La serie de Tevez revive a una banda que asaltaba en el norte argentino

La historia de 'La Banda del Chicle', digna de otra producción de Netflix.

25 Ago 2019

Medio país habla de “Apache”, la serie de Netflix y que gira en torno a la dura niñez de Carlos Tevez. Y fue dura, porque el ídolo de Boca creció en medio de un ambiente donde las armas, la cocaína y la muerte formaban parte del quehacer diario de Fuerte Apache, uno de los barrios más calientes de la provincia de Buenos Aires. Pero lo que pocos saben es que los personajes que aparecen en esa serie tuvieron un paso por Tucumán. Y no fue por esparcimiento, sino que se hicieron conocidos porque habrían asaltado al menos tres bancos. Se les atribuyó injustamente un cuarto, y la policía evitó que cometieran un quinto en ocho meses.

En ocho capítulos, Adrián Caetano, un especialista en mostrar con una cruel belleza los detalles del mundo del hampa y los códigos tumberos, cambiando de nombres y situaciones, habla de una peligrosa banda que no tiene nombre. En la vida real, ese grupo de despiadados asaltantes fue conocido como la banda de Los Backstreet Boys. Y hace 20 años, varios de los miembros de ese grupo viajaron a la provincia para “trabajar”. Entre ellos aparece José María “Josela” Romano, sindicado como líder de la banda y que, según su perfil y características físicas podría ser el personaje que en la serie es conocido como “Jorge”.

Cuenta la historia que hubo un nexo tucumano. Miguel “Polerita” Medina, un hombre con varios antecedentes por robo y que actualmente estaría detenido en Buenos Aires, cumpliendo condena por numerosos ilícitos. “Polerita”, escapando de la policía, habría decidido ocultarse en Fuerte Apache, donde supuestamente integró “Los Bacstreet Boys”. Él también habría convencido a sus amigos de venir a probar suerte en Tucumán. Les habría prometido golpes fáciles y refugio en un lugar que no levantaría sospechas y que era similar al que vivían: el barrio Oeste II.

23 DE DICIEMBRE DE 1999. La sucursal de Villa 9 de Julio del Banco Empresario es asaltada por cinco desconocidos. Huyen en el auto que los esperaba en la puerta.

Cometieron el primer atraco en septiembre de 1999 en la sucursal del Banco Tucumán de La Cocha. Les fue bien y no pararon. Luego siguieron, en diciembre de ese año, el Banco Empresario de La Ciudadela; en enero de 2000 el Banco del Tucumán del mismo barrio; en abril frustraron el ataque al Banco Empresario de la Esquina Norte y en mayo dieron su último golpe: el atraco del Banco Nación de la avenida Juan B. Justo. En los tres asaltos, según las crónicas de esos años, se llevaron un botín de 373.000 dólares (regía la Convertibilidad y un peso era equivalente a un dólar).

9 DE SEPTIEMBRE DE 1999. Al menos 10 hombres fuertemente armados redujeron a los guardias y empleados de la sucursal de La Cocha del Banco del Tucumán.

Hasta en estos días se discute quiénes fueron los autores del atraco de diciembre. Los investigadores siempre sospecharon que se trataba del grupo de “Josela” y de “Polerita”, pero en el mundo del hampa se habla de otro grupo, también oriundo de Buenos Aires. Habría sido el que lideraba el “Colorado” Gerardo Branto, un hombre enorme que luego cayó por el asalto a la sucursal del Banco Francés de la avenida Ejército del Norte. “Todos sabíamos que después de asaltar, se fueron a un camping de El Cadillal y comieron un asado que les hicieron sus abogados. Después volvieron a su ciudad de origen”, le contó a LA GACETA “El Tuerto”, un asaltante que, según dijo, se retiró después de haber sufrido un ACV.

UN GOLPE PERFECTO. Otra ilustración del asalto al Banco Empresario que se le atribuyó a La Banda del Chicle.

“Eran profesionales en serio”, recordó Jorge Dib, oficial subayudante en ese tiempo y hoy jefe de la Brigada Capital. El comisario retirado Víctor “Pato” Fernández, que participó en la detención de la banda, recordó: “hay una imagen que nunca pudimos sacar de nuestra cabeza. Uno de los delincuentes, según reconocieron después varios testigos, se paró en la puerta del banco Empresario y con un fusil FAL en sus brazos les decía amablemente a los clientes que no podían pasar porque lo estaban asaltando. Obviamente que la gente salía corriendo”.

Características

Marcial Escobar, que estuvo durante años en la Brigada de Investigaciones, reconoció que se trataba de una banda de gente decidida, preparada y que tenía una logística muy importante. “Se la conoció a nivel nacional como La Banda del Chicle. Y no era porque les gustaba esa golosina, sino porque la utilizaban para modificar los números de los dominios de los autos para despistar. A un 0 lo transformaban en un 8 o a un 1 lo hacían 4”, explicó.

14 DE ENERO DE 2000. Se repite la historia: cinco hombres ingresan a la sucursal Ciudadela del Banco Tucumán. Otra vez los delincuentes estaban a cara descubierta.

El grupo tenía una logística aceitada. Trasladaba las armas en encomiendas por correo para evitar ser descubiertos. Las despachaban desde Buenos Aires y las retiraban horas antes de cometer los asaltos. Y después de concretar los delitos, las enviaban a Fuerte Apache. Pistolas nueve milímetros, fusiles de asaltos, ametralladoras UZI, granadas y panes de trotyl viajaban con centenares de cartas y tarjetas de salutaciones por el fin de año.

Había otro recurso que el grupo ponía en práctica y que despistaba a los investigadores. Casi nunca utilizaban autos robados, como normalmente sucede, sino que adquirían en el mercado vehículos prendados con los que podían circular sin problemas por todo el país.

Pero confiar tanto en el sistema postal argentino les costó caro. Según confiaron fuentes policiales, los detenidos comentaron que así como enviaban armas, también mandaban dinero a Buenos Aires. Pero un envío en el que habían escondido U$S 30.000 se perdió en el camino y nunca llegó a destino.

El principio del fin

En mayo de 2000 La Banda del Chicle intentó cometer su tercer asalto a un banco. “Estaban dulces y cometieron algunos errores que les costaron caro”, explicó Fernández. Los descubrieron y, después de enfrentarse a tiros con la Policía, detuvieron a cinco integrantes, entre ellos “Polerita” Medina, el eslabón tucumano de la banda.

Con el arresto de algunos de ellos, todos los caminos condujeron a Fuerte Apache. “Descubrimos que ahí la vida no vale nada”, dijo el comisario Dib, que participó en el megaoperativo que derivó en la detención de varios miembros del grupo, entre los que se encontraba “Josela” Romano.

EL PLAN QUE NO FUE. Un infograma de LA GACETA muestra como fue el paso a paso del asalto al Banco Nación en mayo de 2000.

Los acusados de los robos fueron procesados por la justicia ordinaria y la Federal, que intervino en el caso por el caso del robo del Banco Nación. Pero no estuvieron presos más de un año. El ex fiscal Carlos Albaca, que será enjuiciado en los próximos días por el trabajo que realizó en la investigación de la desaparición y el crimen de Paulina Lebbos, no encontró demasiadas pruebas en su contra para que fueran enjuiciados por asalto.

Romano, el único imputado por robo al Nación, nunca enfrentó a un tribunal. En enero de 2001 se fugó del penal de Villa Urquiza sin hacer un disparo, sin amenazar a nadie y sin haber forzado ninguna de las cerraduras de los portones del penal. Tampoco pudo ser recapturado porque murió en un intento de robo. Ninguno de los casos llegó a juicio y las causas terminaron prescribiendo. Una historia digna para otra producción de Neflix.

LA IMAGEN OFICIAL. Carlos Tévez aparece con Balthazar Murillo, el actor que le da vida en la serie

“Fueron 15 días muy intensos en los que vivimos de todo. Fue una experiencia distinta porque estuvimos en una especie de infierno. Ahí descubrimos lo que realmente es un barrio conflictivo”, aseguró el comisario Jorge Dib, ahora jefe de la Brigada Capital que participó en el operativo que se realizó para detener a los integrantes de La Banda del Chicle.

Él, como oficial subayudante e integrante de la sección Robos y Hurtos, con otros tres compañeros se infiltró en Fuerte Apache en junio de 2000. “Alquilamos un departamento y nos hicimos pasar por asaltantes tucumanos. Obviamente que al ser desconocidos llamábamos la atención. De a poco fuimos ganando confianza entre algunos habitantes, pero no fue sencillo”, explicó.

Dib relató que, como la mayoría de los jóvenes del barrio, se la pasaban haciendo nada y mirando los movimientos de los sospechosos. “A la noche se arrimaban algunos y nos sacaban datos. Después comenzaron a charlar más y, cuando ya habíamos ganado confianza, hasta nos invitaban a tomar cocaína. Al principio lográbamos zafar y cuando ya se estaban poniendo pesados con el tema, se hizo el operativo, por lo que nunca tuvimos que consumir”, explicó.

El comisario destacó que quedaron helados cuando llegaron a Fuerte Apache. “Lo primero que hicimos fue descubrir a la comisaría llena de tiros y ver que los policías estaban todo el día con los chalecos antibalas puestos y, cuando salían de la dependencia, usaban otro arriba de la cabeza porque si no les disparaban, les tiraban con algo”, detalló.

“Después -agregó- al entrar al departamento, nos encontramos con que en el piso y en el techo había agujeros con escaleras. Ese era la manera que tenía de escaparse cada vez que venían a buscarlo. Entre los cuatro nos preguntábamos dónde nos habíamos metido”, explicó la entrevista con LA GACETA.

Dib dijo que el trabajo con la policía de Buenos Aires fue muy bien coordinado. “No podía creer lo que sucedía antes de que se realizara el operativo para detener a los sospechosos. Había como 80 patrulleros ( más de los que existían en esos momentos en la Unidad Regional Capital), el Grupo Halcón y hasta un helicóptero. Fue algo muy grande. Pero cuando los detuvimos y observamos que se les habían secuestrado hasta granadas, terminamos de comprender dónde nos habíamos metido”, concluyó.

“Éramos dos y ellos cinco. Teníamos pistolas, ellos hasta un FAL. Pero lo mismo los enfrentamos y logramos que se escaparan. Luego, uno de ellos me dijo: ‘jefe, cuando estaba por tirarle se me cayó el cargador del fusil debajo del auto’. Quedé helado”, confesó el comisario retirado Víctor “Pato” Fernández, uno de los hombres que evitó uno de los asaltos al Banco Empresario.

Fue un viernes 19 de abril de 2000. Fernández, junto al también retirado sargento Ramón Pizarro (actualmente está cursando el cuarto año de Derecho), realizaban recorridos de rutina por la avenida Avellaneda a bordo de un Fiat Duna. “Observé un Ford Escort similar al que habían robado. Cuando nos aproximamos, nos dimos cuenta de que el último número del dominio era un 8 y buscábamos el 0. Nos pareció sospechoso y los perseguimos hasta la rotonda del parque 9 de Julio”, explicó el hombre, que dejó de pertenecer a la fuerza hace un año (y que aún no puede percibir su jubilación, dice).

Fernández, que en esos años era oficial ayudante, respiró un par de segundos, buceó en su memoria y siguió con su crudo relato. “Recuerdo que a los tiros los perseguimos hasta que ingresaron a una farmacia que funcionaba en la esquina de avenida Avellaneda y Próspero García”, relató.

El tiroteo y la persecución conmocionaron a la zona. Policías corriendo de un lado a otro, los gritos de un adolescente que había resultado herido, y médicos que atendían a las personas que habían sido tomadas como rehenes, formaban parte de la increíble escena.

19 DE ABRIL DE 2000. Cuatro hombres fueron detenidos por la Policía cuando, supuestamente, se preparaban para robar un banco en Villa 9 de Julio. Hubo un violento enfrentamiento.

“La cuadra de la farmacia estaba totalmente rodeada. Y un chango fue saltando tapias hasta que llegó a la avenida Sarmiento. Se había sacado la ropa y quedó de pantalones cortos y ojotas. Se subió a un taxi y amenazándolo, lo obligó a llevarlo hasta San Javier. Lo seguimos porque el chofer iba alertando en clave todo que pasaba. Esta gente era muy audaz”, señaló el ex comisario.

En total fueron cinco los detenidos. Mariano Marín (19 años) y el adolescente “Fofito” (17), ambos de Fuerte Apache; Miguel “Polerita” Medina (25), el nexo tucumano, y Oscar Barreto (35), ex cabo de la Policía Federal que intentó ocultarse en San Javier. “No hay que llevarse por la edad. Todos eran muy pesados. En mi carrera tuve varios enfrentamientos, pero ninguno como este”, concluyó Fernández.

Comentarios