“Vemos a Dios en el peregrino que llega”: las historias de quienes los reciben

Desde hace 31 años que la Vicaría San Luis de la Candelaria es lugar de descanso para quienes llegan desde la Puna.

07 Sep 2019
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Foto LA GACETA

“Nos moviliza el amor a Dios, que se expresa a través de los peregrinos”, comenta Claudia Ramos, quien año tras año se pone al frente del equipo de voluntarios que recibe a los que caminan desde la Puna para llegar a los pies del Señor y la Virgen del Milagro.

Cada 14 de septiembre la Vicaría San Luis de la Candelaria, ubicada a poco kilómetros al sur del ejido urbano de la ciudad de Salta, se convierte en lugar de descanso para los miles de peregrinos que se encaminan al encuentro con los patronos tutelares de Salta.

Allí les preparan desayuno, les lavan los pies, les hacen masajes y curaciones. Además los peregrinos pueden usar los baños y descansar para encaminarse hacia el último tramo del recorrido hacia la Catedral Basílica.

“En ellos vemos a un Dios que se hace cercano”, afirma Claudia, quien encabeza a un grupo de diez coordinadores que tienen a cargo a más de 350 voluntarios para poder servir a los peregrinos durante aproximadamente una hora.

Quienes coordinan la recepción de los peregrinos empiezan a prepararse cuatro meses antes de septiembre para poder organizar todo el movimiento logístico que implican los 60 minutos que los caminantes del Milagro pasan en San Luis.

Este año la preparación comenzó más tarde ya que el sacerdote Juan López Abud, quien estuvo a cargo de la Vicaría durante 11 años, tuvo inconvenientes de salud y finalmente falleció el 28 de agosto pasado. “Él está con Dios y nos está guiando”, afirma con convicción Claudia.

La preparación

Para ser voluntario en la recepción de peregrinos no basta con tener buenas intenciones, también hay que prepararse tanto física, como mental y espiritualmente.

“La preparación espiritual implica comprender el sentido del Milagro, ya que somos un nodo de esperanza para el que está sin fuerzas para llegar y recibir gracias”, cuenta la servidora.

Además reciben la asistencia de profesionales que los capacitan para poder dar su servicio de manera óptima. “Para la gente que está encargada de la sanidad, es decir de la curación y del lavado de pies, los capacita un médico y una fisioterapeuta”, indica Claudia.

A su vez, a quienes están encargados de repartir el desayuno a los más de 5000 peregrinos que esperan en San Luis se les da directivas de cómo moverse en el predio destinado a esta tarea y se les distribuyen  quehaceres.

Este año el espacio destinado a la recepción será diferente al de años anteriores, ya que no contarán con un predio que pertenece a la Orden de los Franciscanos porque el mismo está en remodelación.

Debido a este inconveniente la congregación religiosa puso a disposición baños químicos y además se inhabilitará una de las calles colindantes a la Vicaría para que allí se sirva el desayuno.

Otra de las tareas para los voluntarios es la organización y limpieza de los baños químicos.

Todavía están realizando inscripciones en la secretaría de la Vicaría ubicada sobre ruta nacional 51. Los días y horarios son: el sábado 6 de 18 a 20, y durante los días de la Novena del Milagro de 17 a 20.

Los que llegan

Hace 31 años que se recibe en la Vicaría a los peregrinos provenientes de la Puna, y lo que en un principio era un pequeño grupo en los últimos años ha crecido de manera tal que ahora son una multitud.

“Cuando esto empezó llegaban apenas 20 personas, el año pasado recibimos 5000”, comenta Claudia.

Los peregrinos que descansan en San Luis provienen principalmente de Tolar Grande, Mina Patito, Santa Rosa de los Pastos Grandes, Alto Chorrillo, San Antonio de los Cobres y los parajes de la Quebrada del Toro.

La última parada antes de llegar a San Luis es en Campo Quijano a donde se les sirve la cena durante la noche anterior.

Lo que moviliza: el amor

“Ver a Dios en el peregrino que llega”, es la consigna que guía el trabajo de los voluntarios que reciben a los peregrinos.

No solo es importante darles el desayuno, sino también el trato cercano y cordial, el afecto y la calidez. “Todo esto está pensando desde el amor”, sostiene Claudia.

Los más de 350 voluntarios son coordinados por un equipo de diez personas de entre 20 y 35 años “que donan su tiempo”, afirma la servidora.

Una de las coordinadoras es Daniela Aráoz quien con tan solo 15 años comenzó a ayudar en la recepción de los peregrinos. Hoy a sus 21 años sigue sirviendo con el mismo entusiasmo.

“El Milagro es todo”, sostiene la joven y agrega que “es emocionante ver que los peregrinos llegan con tanta fe”.

“A mí se me mezclan las emociones”, dice por su parte Claudia a quien le brillan los ojos cuando habla de su tarea.

Los coordinadores en el depósito donde guardan la mercadería. Foto LA GACETA

Matías Salgado tiene 28 años y también forma parte del equipo de coordinadores. Coincide con Claudia y Daniela en que esta es su manera de vivir el Milagro, no caminan pero son el sostén para los caminantes y son quienes animan a seguir en el último tramo del camino.

Durante estos días, la pequeña comunidad católica de la Vicaría se convierte en un enorme grupo de personas provenientes de diferentes zonas de la ciudad para darles una buena recepción a los peregrinos.

“Es una alegría que mi comunidad sea una comunidad abierta. Todos los años se suman personas de San Benito, de María Reina, de San Remo y este año vienen además 30 chicos de Mendoza”, cuenta Claudia.

“Nos hermanamos para darle lo mejor al peregrino”, sintetiza.

La semana milagrosa

Si bien aún están lejos de alcanzar el número de voluntarios que esperan y de llegar a cubrir lo que materialmente necesitan para la recepción, los coordinadores están confiados en que las ayudas llegarán.

“Este año está costando todo”, afirma la coordinadora. “Pero todos los años en la semana del Milagro ocurre un milagro, confiamos en que llegarán las donaciones”, agrega Matías.

Es que a pesar de lo mucho que necesitan para brindar asistencia, durante los últimos días de la Novena suelen llegarles ayudas y por eso ellos mantienen la confianza en la providencia.

Hay algunas mercaderías que les quedan de los años anteriores y en esta ocasión tienen una base de yerba, azúcar, papel higiénico y rollos de cocina.

Lo que les está faltando son plantillas (talle 37 en adelante), átomo desinflamante, platsul, cinta hipoalergénica, vendas, bolsas para descartes, medicamentos de uso general para muela, estómago, diarrea, tos, resfrío.

Las donaciones son recibidas en la Vicaría San Luis de la Candelaria en el horario de secretaría.

No peregrinan, pero viven el Milagro a través del servicio. Encarnan el amor al prójimo del que habla el Evangelio en el que creen. Los voluntarios también son parte fundamental de esta festividad religiosa.

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