Noticias sobre “Insecticidios”

Un colectivo de artistas inauguró una muestra que hace hincapié en los insectos. Comentario sobre la propuesta artística.

11 Sep 2019
2

LA MUESTRA. FOTO GENTILEZA COLECTIVO ARTÍSTICO 2.0

Por Pamela Rivera (*)

Se agachan y hasta se acuestan en el piso para ver. Sus miradas se detienen en las hormigas del jardín, en los restos de patas y pequeños cuerpos suspendidos en una tela de araña, en las minúsculas moscas detenidas en los azulejos de los baños. Hay preguntas que rondan el pensamiento de la infancia: sobre esos secretos seres que viven bajo las piedras; que se enroscan, se enrollan, se hacen bolita, desaparecen, aparecen con la luz. Son sus colores y sus sonidos los que asombran a sus espectadores, los niños de la casa. Diminutos también, los insectos se escapan de esas manos que buscan conocer más, más allá de la mirada: las texturas, el sacudirse de frágiles patas bajo el peso de un dedo, una mancha ínfima sobre una baldosa. Reconocerlos, nombrarlos y coleccionarlos, se convierte en una aventura y hasta una alerta ante una posible y dolorosa venganza.

Replicando esa particular entomología que practicábamos en nuestras primeras excursiones entorno a la vida y la muerte, la recientemente inaugurada muestra artística “Insecticidios” acerca la mirada hacia estos seres que, trastornando los órdenes del sentido común, instalan nuevamente sus preguntas. En ese ejercicio tan infantil como humano, esta propuesta pone nuestros cuerpos en la pose de un niño que observa y nos presenta una serie que tematiza los bordes de lo cotidiano y lo real. ¿Qué es?, ¿de qué está hecho?, ¿se puede tocar?

Entre esta colección de insectos, aparecen las pesadillas de seres gigantes que protagonizaban los delirios de Alicia en el famoso cuento de Quiroga: el terror de perder, o ir perdiendo, la vida en el aparente descanso de la noche. En otra pared, una mosca luce su monstruosa capilaridad descubierta bajo transparentes alas. Más allá, se oye el persistente chillar de los coyuyos en las calurosas tardes del monte chaqueño, se entremezclan las voces de la resistencia cultural de las comunidades locales. Se proyecta la sombra sobre la imagen, sobre los objetos, que recuerdan las asperezas de un cuerpo hueco, sonoro, inofensivo.

Gigantes entre los más menudos del reino animal, los escarabajos tienen un lugar especial en esta muestra. En efecto, la superficie de un escarabajo rinoceronte puede extenderse como las paredes de un espacio surrealista que se desenvuelve en las calles y márgenes urbanos, como el muralismo.  En otro sitio, se presentan los escarabajo elefante, intentando con sus acorazados cuerpos rozar siquiera la abundancia de la que gozan otros de su misma especie. La injusticia social tiene allí el volumen de un grueso vidrio.

El diálogo se establece con aquellas hormigas, trabajadoras incesantes, que recorren un libro carcomido y gastado. Y así, entre sueño y realidad, se presentan las abejas. Vibrando en color, y a partir de una minuciosa técnica, esta laboriosa especie se desprende de la bidimensión de una acuarela o diseño gráfico y propone el vuelo, las alas extendidas y la sensación del viaje aéreo.

Desde otra esquina, entra en este juego, otro titán que antepone esfuerzo y entrega a sus dimensiones corporales: el escarabajo pelotero. Superado por el tamaño de su carga, ese dinámico e inquieto Sísifo integra este micromundo de la explotación laboral en clave de naturalizada sumisión. En frente, otro miembro de la familia del scarabeus sacer protagoniza la escena en la que los humanos somos los de reducido tamaño. Entonces, sostenemos la actitud de aquellos turistas que recorren trayectos pautados para conocer lo que está permitido: el lado de A de la cultura occidental.

Como en los primeros años de nuestras vidas, los insectos aquí tienen la misión de inquietarnos. Hay moscas que reemplazan a santos entre las correspondientes puntillas, velas y claveles frescos. Nos requieren la urgencia de evaluar las imágenes ausentes en contraste con estas otras que se asemejan a formas humanas: ¿cuáles son los verdaderos santos de nuestra devoción?

Por último, este curioso submundo está también habitado por las sigilosas cucarachas que comparten el sutil humor del personaje de Kafka. Por un lado, entre humano y despreciable insecto, Gregorio se pregunta, se autorrepresenta, se analiza y se construye. En otro rincón, este curioso insecto que prefiere la vida en grandes grupos niega la serie a la cual pertenece ya que ha perdido esa tan indispensable “patita de atrás”. Inevitable futuro en cual yacerá patas arriba.

Esto y mucho más nos espera en la inquietante y hasta perturbadora propuesta artística de “Insecticidios” disponible para visitas hasta fin de mes de 18 a 22 en el espacio de Galería de arte A, España 785.


(*) Escritora.







En Esta Nota

Salta
Comentarios