Video: el día que Héctor contó cómo era vivir en una alcantarilla

Ayer apareció muerto, donde vivía. Hay tres detenidos. Un año atrás dio testimonio sobre su lucha por progresar.

18 Sep 2019
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Hace cinco años que Héctor Siles Arias vivía bajo en un lugar más parecido a una alcantarilla, que a un puente. Ayer encontraron su cuerpo. La fiscalía cree que lo mataron.

El 7 de marzo de 2017, cuando Héctor ya llevaba tres años viviendo ahí, habló con LA GACETA. Recibió a los periodistas en lo que él consideraba su casa, sobre avenida Bolivia, a una calle de distancia del barrio Parque Belgrano, a 200 metros de un conocido hotel cuatro estrellas de la zona norte de la ciudad.

En el interior del túnel, limpio y ordenado, lo primero que vieron los periodistas que lo fueron a entrevistar fue un canasto con objetos de higiene personal, un espejo,  unas imágenes de santos y una fotocopia que reza alguna oración a Dios. Un poco más adentro, sobre unos canastos de hierro se afirmaba su colchón, a pocos centímetros de tocar el techo. Según las palabras del hombre, tuvo que ingeniárselas para que en días de lluvia, el agua corra por debajo de “su cucha” y no se moje. De ambas partes del canal, improvisó unas pequeñas puertas con alambre y lona, con las cuales se resguarda del frío.

A Héctor le importaban el orden y la limpieza. En la entrada  del canal tenía una mesita improvisada, donde había acomodado ollas viejas, una imagen del Gauchito Gil, su pava, y un plato que encontró en la calle.

Del otro lado, un pequeño techo para resguardar el fuego del brasero, que usaba para cocinar y que en invierno era su principal herramienta para sobrepasar el frío.

“Cuando llegué dormía en el piso, con cartones”, dijo Héctor. Con el pasar de los días pudo juntar unos cajones de hierro, donde apoyar su colchón y de esa forma, el agua corría por debajo de su cama, sin mojarlo.

A lo largo de su vida fue albañil, chofer en el sur del país, comerciante. Cuando concedió la entrevista a este medio, se dedicaba a la profesión de su padre, jardinería, aunque la escasez laboral no le permitía salir de las condiciones en las que se encontraba.

En ese 2017, Héctor dijo a LA GACETA que una dificultad  cotidiana eran los continuos robos que padecía. En ocasiones en que salió a buscar changuitas de jardinería, ingresaron a robarle lo poco que tenía, como su bicicleta, su única frazada o una olla con comida que le habían obsequiado.

Cuando dio esta entrevista, Héctor tenía tres compañeros fieles: Vaquita, Toro y Petiso, tres perritos que encontró en el canal.

Héctor Arias dijo, en aquella oportunidad, que tenía un solo deseo: trabajar. Los vecinos que lo conocían le llevaban un plato de comida o bidones de agua, también lo ayudaban con changas en jardinería. “No quiero nada gratis, quiero ganármela con mi sudor”, dijo Héctor.

“Yo solo quiero trabajar, ejercer la jardinería, ya pasé los 50 años, solo quiero ganarme mis cosas con mi sudor”, insistió.

Durante estos casi cuatros años que llevaba viviendo en el lugar, ningún organismo público se acercó para conocer su situación. La policía, según sus palabras, en varias oportunidades preguntó en donde vivía, pero nunca se acercaron. 

Héctor fue, entre otras cosas, una víctima de la espera.



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