Cómo vive un niño con severa alergia a un alimento

Preocupa el aumento de los casos de alergia. Pronostican que en 25 años la mitad de la población sufrirá la enfermedad.

23 Sep 2019
1

TUCUMÁN.- Los peligros para Jeremías empezaron a los seis meses. Su mamá, Carolina Ponce, le compró una sillita y le preparó la primera comida: era polenta con queso rallado. Pero el bebé no quería abrir la boca. Fueron varios días de lucha. Y nada. Entonces, decidió probar con los yogures. Tampoco quería. Pero esta vez, para su sorpresa, la cuchara con el lácteo había rozado sus labios y el pequeño se llenó de ronchas y sus ojos comenzaron a hincharse de forma alarmante. Terminó en la sala de emergencias y, unos días después, el médico le dio la noticia más inesperada: sufría un tipo de alergia muy grave a la proteína de la leche de vaca. El solo contacto con esa sustancia podía llegar a ocasionarle la muerte por shock anafiláctico.

Carolina sintió que había quedado al borde del abismo. “Estaba desconcertada. No sabía qué iba a hacer. La leche está en todo. No me podía imaginar cómo iba a alimentarse mi hijo, cómo iba a andar por la vida sin poder ni probar una miga de pan porque corría el riesgo de morir”, relata.

Tampoco quería que Jeremías creciera en una caja de cristal. Aunque al principio no tuvo más opción. Debían estar atentos siempre. Si salían a comer afuera, llevaba un tupper con la comida para él. En un cumpleaños, el niño no podía probar nada. Además, no iban a ningún lado sin un botiquín de emergencias con inyecciones de corticoide y adrenalina. “Para que te des una idea, a Jere ni siquiera lo podía besar en la mejilla una persona que había comido algo con proteína de leche de vaca. Su alergia era tan grave que reaccionaba al contacto”, contó.

Comía frutos secos para cubrir la cuota de calcio necesaria. A los tres años comenzó a tener episodios de broncoespasmos. Y se enfermaba seguido. Ahí también descubrieron que ni siquiera podía tomar cualquier medicamento porque algunos podían ser un peligro. Luego de tres años de dieta y con la esperanza de que el organismo de Jeremías ya tolerara algo de leche decidieron pasar por el desafío de exponerlo a este alimento. Lo hicieron en una terapia intensiva de Buenos Aires. Pero tuvo una reacción anafiláctica. El peligro seguía ahí, latente.

Ahora que el niño ya tiene siete años se embarcaron en un nuevo reto: “decidimos hacer una terapia de desensibilización que consiste en incorporarle de a gotas la leche. Hacemos esto cada 15 días en un sanatorio. Eso le permitirá un margen de seguridad en caso de accidente. Podrá independizarse mejor. Llevamos más de un año en esto y ya hay avances: no es que puede tomar un vaso de leche, pero ya puede probar una galleta o un helado de agua. El otro día fuimos a un cumpleaños y nadie se tuvo que lavar después de comer la torta para darle un beso”.

Cada vez más casos

Hace unos días se conocieron varios casos en el mundo de niños que eran alérgicos a algún alimento y que murieron por shock anafiláctico. El cuadro más temido de las alergias porque, eventualmente, es fatal. Desciende la presión arterial, comienza una taquicardia, y puede acompañarse o no del edema de glotis: se hincha la glotis, la laringe se cierra y no se puede respirar. La mayoría de los casos es reversible si se trata rápidamente con adrenalina, antihistamínicos y corticoides. Pero si se demora la acción, el cuadro puede volverse irreversible.

Cada vez que se entera de estos casos, Carolina se pone mal. Los médicos lo vienen advirtiendo hace un tiempo: en los últimos años se multiplicaron los casos de alergia. Lo atribuyen a causas ambientales y a los cambios en el estilo de vida. Los pronósticos no son nada alentadores. Será una de las enfermedades más difíciles de enfrentar. Hoy una de cada seis personas es alérgica a algo. Dentro de 25 años ese número crecerá hasta alcanzar la mitad de la población mundial.

En su reciente visita a nuestro país, el especialista británico Adnan Custovic definió como dramático el aumento de los casos de alergia, y sostuvo que se trata de una emergencia mundial. “Los casos de rinitis, asma o alergias alimentarias aumentaron en todo el mundo. Muchos se preguntan si es porque vivimos en un medio ambiente más tóxico o si somos nosotros más susceptibles a ese medio, y la realidad es que se trata de una combinación de ambas cosas”, destacó Custovic, también profesor de Alergia Pediátrica en el Imperial College de Londres, que brindó una conferencia en el XLII Congreso Anual de la Asociación Argentina de Alergias e Inmunología Clínica (Aaaeic).

La Aaaeic informó que cada año nacen en el país más de 7.000 niños con alergia a la proteína de la leche de vaca. Se calcula que en total en Argentina hay más de 5 millones de personas que la pasan mal con la leche, el trigo, las frutillas, el kiwi, las nueces, el trigo, el polen, el pescado, los hongos, las picaduras de insectos, los peluches y las mascotas, entre otros. Los alérgicos son personas cuyos organismos reaccionan de forma exagerada ante sustancias comunes llamadas alérgenos.

La médica Silvina Heluani, especialista en alergología, confirma que aumentó la prevalencia de la enfermedad.

“Esto se debe a varios motivos. Por un lado, el estilo de vida occidentalizado: las personas crecen encerradas en departamentos sin ventilación, sin estar en contacto con distintos alérgenos que están al aire libre. Eso hace que el organismo detecte luego algunas sustancias como extrañas. Por otro lado, está la polución ambiental: esa mezcla de partículas y gases tóxicos facilita el ingreso de alérgenos a las vías respiratorias y aumenta la predisposición a desarrollar enfermedades alérgicas”, explicó.

También el incremento de cesáreas tiene que ver con la aparición de más alergias alimentarias, remarcó Heluani. En el parto normal hay una transferencia natural de la microbiota intestinal de la madre al recién nacido. Estos microorganismos se encargan de poner en marcha el proceso de maduración del sistema inmunitario del bebé.

Las enfermedades alérgicas pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, resalta Heluani. Dependiendo el órgano afectado pueden producir asma, rinitis, sinusitis, urticaria o problemas digestivos.

En los niños predominan las alergias alimentarias, en la adolescencia la rinitis y el asma, en los adultos rinitis, asma y urticaria. En general, en toda la población, son las respiratorias las más comunes. Para ser alérgico, dice Heluani, hacen falta dos cosas: predisposición genética y exposición.

Por eso, el primer paso en el tratamiento de esta enfermedad es no exponerse al alérgeno. “No tiene cura, pero si se trata, se pueden disminuir los síntomas. Hay medicamentos y vacunas. Pero cada caso es particular y debe ser evaluado por un profesional. Un gran problema que tenemos es que se trata de una patología subdiagnosticada. Muchas personas conviven con los síntomas y se automedican”, apunta.

En Esta Nota

Buenos Aires
Comentarios