Greta, la niña sueca que incomoda a los líderes del mundo

Dice que su Asperger es “un superpoder” y exige acciones urgentes.

26 Sep 2019
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MIRADAS COMO DAGAS. El gesto de Thunberg al escuchar a Trump en la Cumbre del Clima recorrió el mundo. Reuters

“¿Cómo se atreven a seguir desviando la mirada y venir aquí diciendo que están haciendo lo suficiente cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista”, dijo. “Dicen que nos escuchan y que entienden la urgencia, pero no importa cuán triste y enojada esté, no quiero creer eso. Porque si realmente entendieran la situación y aún así no pudieran actuar, serían malvados y me rehuso a creer en eso”.

Con palabras como cuchillos y lágrimas al borde de los ojos, Greta Thunberg, la joven sueca de 16 años que ha hecho de la lucha contra el calentamiento global el motivo de su vida, disparó contra los líderes mundiales reunidos en la sede de las Naciones Unidas para exigir acciones urgentes para frenar el cambio climático.

El origen de su activismo hay que buscarlo en la impresión que le dejó, a los 8 años, ver documentales sobre el derretimiento de los glaciares. Desde entonces, no ha podido olvidar las imágenes de osos polares hambrientos o de océanos llenos de plástico.

Decidió entonces convertirse en una experta en el tema: se puso a aprender sobre el tema, revisa regularmente los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), estudia sobre los gases de efecto invernadero y su impacto sobre el clima. En una semblanza que hizo de ella el diario estadounidense “The New York Times”, dijo que siente que el síndrome de Asperger (que le diagnosticaron a los 11 años) es “un superpoder”.

Este síndrome forma parte del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) y se caracteriza, entre otros rasgos, por dificultades con la comunicación social, la posibilidad de enfocarse en intereses muy concretos y por la honestidad y la facilidad para especializarse en áreas de conocimiento.

Ella mismisma contestó ataques que buscaban estigmatizarla diciendo que su condición le permite pensar distinto y enfocarse en lo que quiere. “Cuando los haters (gente que odia) hablan de tu aspecto y de tus diferencias, significa que no tienen nada más que decir. ¡Y entonces sabes que estás ganando! Tengo Asperger y eso significa que a veces soy un poco diferente a la norma. Y -en las circunstancias adecuadas- ser diferente es un superpoder”, escribió en un tuit, el 31 de agosto.

Para cuando había cumplido los 12 años, ya se había hecho vegana y convenciddo a su familia de embarcarse en una nueva forma de vida, que -entre otras cosas- implica dejar de volar en avión, por la emisión de carbono que provocan esos viajes.

En 2018 decidió sacar su activismo del ámbito doméstico. Luego de ganar un concurso de ensayos sobre el medio ambiente, organizado por un periódico sueco, que publicó su artículo- empezó a protestar : sola, frente al Parlamento sueco, con un cartel que decía “huelga estudiantil por el clima”, hizo un llamamiento a los gobernantes para que, en conformidad con el Acuerdo de París, redujera las emisiones de carbono, el principal de los gases que provocan “efecto invernadero” y que intervienen en el fenómeno del calentamiento global.

Esa protesta, en el verano en el que las olas de calor y los incendios forestales devastaron grandes porciones de bosques en su patria, Suecia, fue el origen de la huelga “Fridays for future” (Viernes por el Futuro). El segundo día ya tenía compañía. Dos semanas después, se había generado un movimiento viral en las redes sociales, y en pocos meses, se presentó ante dignatarios en la conferencia sobre cambio climático de la ONU en Polonia.

El movimiento se convirtió en una acción internacional de adolescentes, estudiantes, artistas, activistas y científicos, que participan, cada semana, en manifestaciones en apoyo a la acción climática, y que el 20 de septiembre se hicieron sentir en Nueva York, donde se realiza la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, y en otras decenas de ciudades en el mundo.

El 15 de marzo de este año, la convocatoria a marchar para exigir acciones que frenen el calentamiento global volcaron a las calles a 1,4 millones de jóvenes, en 125 países y más de 2.000 ciudades.

“Los adultos siguen diciendo que debemos darles a los jóvenes esperanza. Pero no quiero su esperanza. Quiero que entren en pánico”, dijo cuando se presentó ante la cumbre económica en Davos, este año. (Especial)

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