Crónica de un colapso anunciado

Un retrato del caos venezolano que indaga en sus causas.

06 Oct 2019

CRÓNICA

EN VENEZUELA

JOAQUÍN SÁNCHEZ MARIÑO 

(Galerna - Buenos Aires)

Pertenece a una estirpe de periodistas y eso se nota. Como si llevara en su ADN el impulso por compartir lo que ven sus ojos, Joaquín Sánchez Mariño mantiene la furia analógica del cronista investigador que combina con una perspectiva millennial de hombre intelectual pero sensible. Desde sus comienzos en revista Gente, hasta su último viaje al Amazonas que emprendió para contar el trasfondo de los incendios que preocupan al mundo, su carrera no ha parado de crecer. Con dos libros de ficción publicados y una carrera prolífica, si tuviéramos que identificar un punto de inflexión, deberíamos situarlo a principios de 2019, cuando decidió sacar un pasaje de avión para mostrar la Venezuela de Maduro y también la de Guaidó, con sus facetas y contradicciones.

En Venezuela. Postales de un país al borde del colapso está escrito en primera persona, así cuenta la situación extrema que vive el pueblo venezolano; la violencia candente, el vaciamiento y cierre de los medios, la pobreza, el hambre y el desabastecimiento de los mercados que se produjeron en los últimos años, sobre todo luego de la muerte de Hugo Chávez en 2013. Al ponerle rostro y nombres a los protagonistas, el sufrimiento se vuelve más cercano, palpable y real.

Oficio, miedos y deseos

Desde el inicio del libro sabremos que el cronista elige situarse en una posición cercana a la gente de cara al lector pero sin tomar partido por alguno de los dos bandos. “Yo no tengo mis ideas políticas claras, nunca las tuve, no creo que las vaya a tener. Para mí la convicción en materia política es la renuncia del pensamiento. La cultura es colectiva, las ideas no. Las ideas son por esencia insurrectas”. Ni oficialista ni opositor, el hilo de pensamientos del autor queda expuesto a lo largo de los capítulos y se puede leer como un ejercicio de reflexión sobre el oficio del periodista y un análisis de sus propios miedos y deseos, ¿cuánto hay de servicio y cuánto de ego y necesidad de reconocimiento por su trabajo?

La respuesta está en el mundo de las emociones y de la psiquis de cada uno, de lo que cada uno es, dice Joaquín Sánchez Mariño desde algún lugar de Brasil. Para mí la única satisfacción posible es el presente, el único momento en que encuentro ese presente y ese silencio mental, es cuando puedo meterme 100% en una historia. El riesgo, la adrenalina y el peligro me hacen olvidar de lo demás, porque me apasiona estar al servicio de la historia que puedo contar, es lo mejor que puedo darle a mi trabajo, me hace sentir vivo y feliz.

Crudeza sin golpes bajos

Desentrañar el dolor de un país en ruinas no es un simple entretenimiento, por momentos las historias se vuelven demasiado crueles, Sánchez Mariño utiliza un estilo similar al de Martín Caparrós y describe situaciones con una crudeza implacable pero también con un interés humano que se percibe sincero, tanto que a veces cede la palabra al entrevistado y parece desaparecer del texto. Sin golpes bajos, basta con limitarse al relato de los hechos, para comprender el alcance de un fracaso que deja la sensación de que nadie está exento, que más allá de los gobiernos y de las ideologías, a cualquiera de nosotros le podría suceder, sobre todo en medio de la inestabilidad latinoamericana, quedarse sin hogar y sin patria.

© LA GACETA

KARINA OCAMPO

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