Sexualmente hablando: estrés y resoluciónde conflictos

13 Oct 2019
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Por Inés Paez de la Torre

Por más compatibles que sean los integrantes de una pareja, a larga o a la corta surgirán circunstancias que pondrán a prueba su capacidad de resolver conflictos. Una habilidad que muchas veces se ve afectada negativamente por el estrés… variable de lo más constante en el estilo de vida actual. Ocurre que el estrés predispone a las personas a sentirse cansadas, pesimistas y deprimidas. Y, si estamos con una “mala predisposición” psicológica, no es raro que agravemos las cosas y quedemos en una encerrona.

De ahí la importancia de no naturalizar el estrés: una cuota del mismo es ineludible, forma parte de cualquier vida… pero se impone la necesidad de estar atentos, vigilantes de las creencias y juicios que lo originan, y de incorporar antídotos que aquieten nuestra mente y nuestro cuerpo: el contacto con la naturaleza, la meditación, los encuentros “sanadores” con personas que queremos, entre muchos otros.

Y es que cuando nos sentimos angustiados, nuestro ritmo cardíaco, por ejemplo, acelera sus pulsaciones por minuto. Y ahí la capacidad para resolver problemas se ve ensombrecida. ¿Por qué? En buena medida porque en ese estado tendemos a interpretar erróneamente las intenciones de los demás y a pensar que sus actitudes son más negativas de lo que realmente son. Además, en virtud de nuestra natural inclinación a la “reciprocidad”, lo más probable es que pensemos que el otro nos corresponde con los mismos sentimientos hostiles que nosotros estamos experimentando, y así sucesivamente. Un círculo vicioso capaz de perpetuar intercambios y malentendidos desesperantes entre dos personas. Así, hasta la más sencilla conversación puede ser estresante.

Al respecto, los estudios han demostrado que, cuando las parejas infelices se sientan a conversar sobre lo que ocurrió en su día, sus corazones ya están acelerados aun antes de que abran la boca.

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