Menopausia: derribar mitos, una tarea urgente

Esta etapa es un proceso biológico natural. Implica cambios, pero tienen por qué ser negativos. Una clave: aprender a cultivar el placer en lugar del estrés.

25 Oct 2019
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CAMBIOS. Los efectos no deseados del cilmaterio pueden mitigarse, y los positivos abren caminos interesantes.

“¿Depresión? ¡Todo lo contrario! Dejar de menstruar no fue un problema: no quería más hijos; estaba separada y todas las decisiones dependían de mí... ¡hasta ahorraba la plata de toallitas!!”, cuenta Cristina Mansilla (60 años) durante la charla. “Es cierto que no sentí sofocos, y que otras consecuencias de la falta de hormonas (aumento de peso, sequedad vaginal, etc.) pude controlarlas, pero podría decir que empezó la etapa más serena y alegre de mi vida”, agrega.

Entre los 45 y los 55, las mujeres terminamos la etapa (potencialmente) reproductiva; unos años antes, progresivamente los ovarios dejan de producir estrógeno y progesterona; en consecuencia, dejan de madurar óvulos y “se va” la menstruación.

“Empecé con síntomas muy temprano. Cuando el médico dijo que era premenopausia pensé que estaba loco. Me sentí rara; jamás me lo había planteado. Pensé que cambiarían muchas cosas, pero no. Unos 10 años después llegó la menopausia definitiva -cuenta Catalina Lonac-. Lo único terrible fueron los calores... ¡me quería tirar por la ventana ! Pero como hice yoga toda mi vida, los manejaba con respiración”.

Dos relatos; podrían ser miles, algunos opuestos. Las mujeres (como a lo largo de toda la vida) vivimos en el climaterio muchos cambios, pero: ¿por qué la mayoría de las recomendaciones tiene que ver con los menos favorables? “Enfermedades y desarreglos”; “afrontar la situación y prevenir sus consecuencias” son algunas de las expresiones usadas para referirse a la menopausia. ¿Por qué hasta profesionales de la salud hablen de ella en términos de enfermedad?

Construcción cultural

“Lo primero que se debe tener en cuenta -advierte Silvia Gascón, directora de la Maestría en Gerontología de la Universidad Isalud- es que no es un problema o un trastorno médico, sino un proceso biológico natural”. “Es una de las etapas de la vida -señala la ginecóloga Ana Herrera de Budeguer, presidenta de la Asociación Interdisciplinaria de Climaterio de Tucumán-, y se producen cambios funcionales, orgánicos y psicológicos; muchos no tienen que ver tanto con el déficit hormonal sino con la longevidad” (Ver “Cuidados que hay que tener”).

Sin embargo, no son frecuentes las miradas positivas respecto de la menopausia, y muchos de los rasgos que se le asignan provienen de mitos y prejuicios implantados culturalmente. Lo bueno es que muchas mujeres empiezan a replanteárselos.

“Se construyen relatos sobre ‘lo que vas a tener que pasar’ y nada es bueno; todo es tremendo, difícil; todo es ‘para peor’ (pasa lo mismo con el parto y su ‘terrible dolor’, y no es casualidad) -reflexiona la psicoanalista Graciela Nieto-. Hay un paradigma social que hace que a las mujeres les cueste asumir su feminidad. Es interesante pensar que ‘la falta de estrógenos’ nos vuelve a poner en el lugar de ‘la que no tiene’, y, por consiguiente, de ‘la que no puede’”.

“Me decían montones de cosas feas que pasarían: se caería el pelo, la piel se resecaría, no tendría deseo sexual, me pondría de mal humor... nada de eso pasó- cuenta al respecto Lonac-. El pelo sigue en su lugar; la piel sigue el curso de la edad, pero no se resecó, y el sexo se hace con la cabeza a cualquier edad; a los 50 o 60 no tenés premura y disfrutás más, de otra forma... se hace más sofisticado”.

“Se plantea la menopausia como una etapa horrible, cruel... y se hace hincapié en la depresión. Que no tiene por qué ser, pero se instala como algo que las mujeres ‘tienen que tener’” -destaca Marta Gerez, directora del Doctorado en Psicología de la UNT-. También se supone una suerte de ‘fin de la sexualidad’, como si hubiera en la base la ecuación feminidad=fertilidad, algo las mujeres jóvenes están poniendo en cuestión”.

La chance de la plenitud

“Como sucede a lo largo de toda la vida, se producen cambios, y como toda crisis, puede dar lugar a una etapa plena: llegan a su fin muchos temores, y muchos sueños y sentimientos relegados vuelven, renovados. Hay nuevas dificultades, pero también nuevas oportunidades. Una clave es aprender a cultivar el placer, y no el estrés; aceptar este cambio sin resignación sino positivamente, avanzar, en lugar de mirar para atrás”, destaca Gascón.

“No hay que patologizar los ciclos femeninos; en cambio, hay que cambiar el paradigma: no hablamos de envejecimiento sino de longevidad. Antes una mujer de 60 era casi anciana, pero la expectativa de vida se ha extendido muchísimo. Y es crucial destacar que la longevidad puede ser saludable y feliz”, añade Herrera de Budeguer. “Como siempre en la vida, alimentación sana y actividad física son fundamentales”, recuerda.

“En esta crisis las mujeres en general nos conmovemos; a veces, mucho. Pero eso no es malo; poco a poco se va rompiendo el paradigma del padecimiento -reflexiona Nieto-, y a esta edad hay cada vez más que están plantadas con firmeza; que saben lo que quieren y lo que no; qué y cómo les gusta lo que les gusta. Y no se resignan; avanzan para conquistarlo”.

Cuidados que hay que tener

- Los estrógenos protegen a las mujeres del riesgo cardiovascular. Por eso en esta etapa hay que tener los mismos cuidados que los hombres. ¡Consultá a tiempo!

-Hay relación directa entre falta de estrógeno y desarrollo de la osteoporosis, porque la reabsorción de los huesos (destrucción) va más rápido que la construcción de hueso nuevo. Pedí que te hagan densitometría ósea  de control

- Mamografía y Papanicolau, para descartar posibilidad de cáncer de mama y de cuello de útero.

Cambios: ¿qué es el climaterio?

“El climaterio  es el período que va entre 2 y 8 años antes de la menopausia y hasta 2 a 6 años después de la última menstruación. Durante este tiempo los niveles de estrógeno (estradiol) disminuyen, y esa disminución de la actividad hormonal puede producir síntomas físicos, como sofocos y cambios metabólicos, y también síntomas emocionales”, explica María Lourdes Crespo, especialista en Ginecología y Obstetricia de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina, según informa Télam, y destaca que para enfrentar estos cambios hay alternativas que van desde cambios en el estilo de vida hasta, en algunos casos, terapias hormonales. Por ejemplo, administrar estrógenos vaginales en bajas dosis ayudar a aliviar las molestias al tener relaciones sexuales y algunos síntomas urinarios.

Incertidumbre: las preguntas más frecuentes

“El motivo de consulta -ante la ausencia de menstruación- es la posibilidad de un embarazo; o los sofocos, si se producen”, cuenta Ana de Budeguer. “Pero en un ámbito donde se les brinde confianza, las mujeres empiezan a hablar de sus temores y/o sus necesidades:  la sexualidad en esta etapa, sobre la que pesan muchos prejuicios y sentimientos de culpa; los cambios de su cuerpo, con el que no logra reconciliarse; la falta de espacio o de proyecto propio, más allá de la maternidad- añade-. Es importante esta escucha, porque hay allí necesidades insatisfechas y porque es una ventana de oportunidad para prevenir efectos que el déficit de estrógenos produce, desde el mayor riesgo cardiovascular o la osteoporosis... hasta la sequedad vaginal, que puede ser obstáculo para una sexualidad plena”.

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