“¡Mamá, acabo de ver un puma!”

A los vecinos del barrio Meloni (Tafí Viejo) los inquietó y desconcertó una visita sorpresiva. Un puma desfiló por las calles y se refugió en la pieza de una casa.

20 Nov 2019
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TUCUMÁN.- Cómo si se tratara de un cuento con sabor a selva y a natura, ayer por la noche la realidad superó a la ficción en el barrio Meloni, de Tafí Viejo. Pasadas las 9.30, Dana Florencia (13) y Milagros Soria se sentaron en la vereda para enganchar wifi y apalear el calor. Con la mirada fija en el celular, poco le importaba a Dana lo que pasaba alrededor. Hasta que su interlocutora dejó de hablar...

“Cuando me di cuenta mi prima estaba congelada. Miré de reojo a un costado y un hocico alargado y súper grande nos rozó”, comenta la chica vecina de Pasaje Patagonia. Con total soltura, la figura enfiló derecho hasta perderse detrás de una reja negra.

A la escena le siguieron dudas, respiros acelerados y, por fin, la corrida hasta el hogar, en la esquina. “¡Mamá, acabamos de ver un puma!”, sentenciaron ambas a los gritos. “¿Un qué?”, respondió el resto de la familia. “P-U-M-A”, enfatizó Milagros. Otra vez, las caras de incertidumbre. “¿Segura que no fue un perro?”, cuestionaron. “Sé distinguir un perro, ¿no te parece?”, contestó Dana apurando la situación. Cuando por fin salieron a la calle ya no había siquiera rastros de una cola.

Con permiso y disculpe

Esta vez con un paso más presuroso, el intruso no tardó en atravesar el portón de la familia Ruíz. Y, a modo de quien pasea por su propia casa, enfiló por un largo pasillo de ladrillos hasta el fondo. En plena mateada, el destello peludo dejó atónitos a Lucas Ruiz y a su tío Marcelo. “Justo estaba toda la familia reunida con mi abuela Lidia y mi hermano. Cuando nos vio el puma se sorprendió y terminó escondiéndose en una piecita que tenemos sin terminar”, explica Lucas resaltando: “el susto fue mutuo”.

El felino se refugió en medio de un colchón viejo, algunos sacos con tierra y varias chapas. Macho, de aproximadamente dos años y unos 30 kilos (proporciones más grandes a las acostumbradas en la región), fueron las apreciaciones de los especialistas en Fauna.

“Ni bien la policía cercó el perímetro, el bochinche fue tal que hasta la gente de otras zonas se acercó. Había más de 30 personas”, comenta el jubilado Miguel Silva, quien vive a la par.

MIGUEL SILVA. Vive al lado de la familia que fue “visitada” por el puma.

Junto a los curiosos empezaron a circular los comentarios. El puma había entrado a otras tres casas de la calle paralela, José Colombres. Fue desde esas viviendas donde se extendió la primera señal de alarma. Aunque claro, la última casa en enterarse fue la 362. “Tarde”, fue la divertida contestación de Lucas cuando dos conocidos aparecieron (con sogas en la mano) para informarle la noticia.

Una vez alertada la Policía, el vecindario fue testigo de un despliegue nocturno que duró más de tres horas. Del operativo participaron la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelos, el cuerpo de Bomberos, veterinarios y personal del parque Sierra San Javier.

“Tuvimos que cerrar la entrada de la pieza con redes para que, en caso de asustarse, el puma no escapara por la tapia”, describe Pedro Hernán Rodríguez Salazar, miembro de la Fundación Argentina de Rescate Animal (FARA). Entre todos sostuvieron las redes y amarraron la otra parte a un caño que sobresalía del techo.

Fue Diego Ortiz -de la Reserva de Horco Molle- el responsable de hacer efectivo el dicho de “calmar a la fiera”. Desde una escalera, con el rifle en la mano y a pocos metros de distancia (no aptos para cardíacos) disparó tres dardos tranquilizantes en los muslos del animal. Una vez calmado, el puma fue alojado en una caja de madera y emprendió el trayecto hasta la reserva.

¿Nuevo comienzo?

La gran pregunta es: ¿de dónde vino? Los tafinistos rumorean que bajó por las zonas descampadas y y se desorientó. “A dos cuadras hay varias hectáreas que limitan con el cerro. Muchos creen que el puma andaba por esas fincas”, acota Pamela Lora, empleada de un kiosco.

En cambio, en Horco Molle se maneja la teoría del cautiverio y un nuevo caso de domesticación (cómo ya ocurrió en Raco hace un año). Por lo pronto, los especialistas deben evaluar el comportamiento del puma y tomar la decisión de derivarlo a otro refugio o liberarlo. “Me genera bastante impotencia el sufrimiento y estrés que padeció. Se supone que la especie le teme a los humanos y con hechos así -en los cuales los usamos como mascotas o destruimos su territorio natural con la expansión urbana- yo también nos tengo miedo”, resumió el vecino Sebastián Heredia.

Mascotismo

El comportamiento tranquilo que demostró el puma durante el operativo puso sobre la mesa un problema recurrente en NOA: el mascotismo de especies salvajes. “La conducta del animal y la falta de reacción agresiva hacia nosotros demostró que ya estaba acostumbrado al contacto humano. Por eso sospechamos que residía en la casa de algún particular”, comenta Juan Pablo Juliá, director de la reserva de Horco Molle. La institución ya cuenta con dos pumas traídos de Jujuy. Además, el especialista enfatizó los efectos negativos de tener animales silvestres como mascotas. “Para ellos implica un daño irreversible. Los condena a vivir en cautiverio y fuera de su rol en el ecosistema, sin poder reproducirse”, agrega Juliá. El hábitat natural de estos felinos es el pedemonte y las zonas verdes de San Javier, Tafí Viejo, Yerba Buena y San Pablo.

Cómo actuar

1. Posición corporal

Es importante ampliar la percepción corporal que tiene el animal de nosotros. Para esto, sirve mostrar una postura erguida y estirar lo más que podamos los brazos y las piernas.

2. Acto de presencia

Los pumas suelen huir de las personas cuando las ven. Para hacerte notar, mantené el contacto visual y hablá fuerte.

3. Identificar y alertar

Hay que llamar a la Policía o remitirse a la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelos, y a la Reserva de Horco Molle.

Hay que evitar

1. Salir corriendo

Puede llegar a relacionar nuestros movimientos con los de una presa.

2. La confrontación

Es mejor no atacar al animal o intentar someterlo. En situaciones de estrés y de peligro, nunca se sabe cómo puede reaccionar.

3. Acercarse de más

No achiques la distancia. Si estás al aire libre, evitá arrinconarlo o cerrarle los caminos para que pueda escapar.

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