Sexualmente hablando: gente apasionada II

Por Inés Páez de la Torre.

01 Dic 2019
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Cuando Juana Viale se definió a sí misma como “hombreriega”, estrenó un adjetivo poco utilizado en referencia a las mujeres, a diferencia de “mujeriego”, que tantas veces hemos escuchado al hablar de los donjuanes. Ocurre que, desafiando la represión y los tabúes, existen mujeres de todas las épocas que se han atrevido a una vida sexual de lo más libre y variada.

¿No fue el caso de Julia la Mayor, hija del emperador romano Augusto, quien tuvo relaciones con 80.000 hombres? Comenzó sus hazañas en la niñez y gozaba de la reputación de ofrecer su cuerpo a cualquiera, incluidos los vagabundos. Otro ejemplo es Mademoiselle Dubois, actriz francesa del siglo XVIII, quien llevó durante veinte años un catálogo de sus amantes: a la hora de su muerte, figuraban en él 16.527, un promedio de tres al día. Por su parte, la emperatriz Valeria Mesalina, esposa del emperador romano Claudio, compartió la cama con unos 8.000 hombres y hasta tenía un cuarto propio en un burdel. Se dice que en una ocasión desafió a una famosa prostituta a una prueba sexual y le ganó, luego de acostarse con veinticinco hombres en veinticuatro horas.

Buen tamaño para Mae

Más acá en el tiempo tenemos a Mae West (1893-1980 -foto-): actriz, cantante, comediante, guionista y dramaturga estadounidense. Comenzó a actuar en el teatro musical a los cinco años y se sabe que su madre hizo todo lo posible para favorecer la natural tendencia de su hija desde muy pequeña. No era convencionalmente linda, pero su marca personal eran una gran ironía y unas curvas sinuosas que exhibía en poses lánguidas y provocativas. Obviamente, escandalizó a los puritanos de esa época gris en Estados Unidos que trajo la Ley Seca y la Gran Depresión posterior al Crack de 1929.

Dicen que el envejecimiento no calmó sus ardores y reclamaba amantes diarios cumplidos ya los 60. Un pene grande fue la condición primordial para Mae West. En “Las diosas no saben qué hacer con él”, su autobiografía, declaró haber tenido un compañero, cuyo nombre era Ted, con el que hizo el amor durante quince horas seguidas.

Anaïs Nin (1903-1977) tenía mucho en común con Mae, aunque era más culta y refinada. Había nacido en París, pero se trasladó a Estados Unidos en 1914. Allí estudió danza y trabajó como modelo antes de casarse, en 1923, con un banquero. Unos años después Nin volvió a Francia y publicó por su cuenta libros eróticos basados en sus propias aventuras sexuales. Tuvo numerosas parejas, de ambos sexos, incluidos el escritor Henry Miller y su mujer June.

Nin ha sido aclamada por muchos críticos como una de las más notables -y primeras- escritoras de literatura erótica femenina.

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