Apuntes sobre Sara Gallardo, la mujer de humo

Josefina Fonseca aborda la vida y obra de la gran escritora, en un libro difícil de clasificar.

13 Dic 2019
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Por Daniel Medina

Cada tanto un libro te sacude los cimientos de lector. No importa cuántos años tengas expandiendo tu biblioteca, un día das vuelta una página y encontrás un torrente de oraciones que expande tu idea de belleza y de lo que puede o no ser literatura. Alguien, una vez, juntó las palabras de una manera que no creías posible. No pasa muy seguido. Pero cuando pasa es maravilloso. Se asemeja a una experiencia religiosa.

Eisejuaz, de Sara Gallardo, es uno de esos libros.

Después de leer el relato de ese mataco alucinado y alucinante, sentí una gran curiosidad por la autora, que parecía y parece uno de los secretos mejor guardados de la literatura argentina.

No había mucho. Este año se editó un libro clave para aproximarse a la galaxia Gallardo.

En “Sara Gallardo, la Mujer de humo” (Años Luz Editora) Josefina Fonseca realiza un trabajo detectivesco para reconstruir la vida de Sara Gallardo: se desplaza de un lugar a otro, entrevista a los conocidos, va juntando pedazos del rompecabezas de la vida de esta mujer. Es una biografía, sí. También es más que eso. Académica, aunque no aburrida; periodística, sin ser superficial, Fonseca construye un libro también difícil de clasificar para abordar a Gallardo y canalizar la admiración por su obra.

Saber que fue descendiente de Bartolomé Mitre, que se crió en el seno de una familia patricia porteña, puede servir para sopesar las decisiones que llevaron a Sara a convertirse en la oveja negra de una estirpe aristocrática. El periodismo, ejercido desde el llano y no desde un escritorio o una mesa directiva, fue la forma de emanciparse.

Fonseca incluye en el libro fragmentos de las columnas periodísticas de Gallardo y marca un itinerario de algunos de sus viajes, que incluyen Salta, donde conoció a Lisandro Vega, un mataco al que entrevistó y cuyo testimonio es el pilar de Eisejuaz.

Las entrevistas con miembros de la familia, fragmentos escritos por otros hermanos, permiten conocer en detalle su vida privada. También, para suerte de quienes aspiran a ser escritores, hay detalles de algunas lecturas que hacía Gallardo.

Estos apuntes, que no alcanzan el estatus de una reseña, iban a empezar con una sentencia: Sara Gallardo escribió la mejor novela salteña. Pero a esa sentencia la acechan los problemas, el mayor no es que Sara Gallardo no sea salteña, sino que Eisejuaz está más cerca de la crónica, que de la ficción.

La sentencia podría ser reformulada así: Sara Gallardo escribió el mejor libro ambientado en Salta.

Hay mucho, demasiado, de provinciana en esa afirmación: Sara Gallardo escribió uno de los mejores libros de la Argentina. Y punto.

Sin piedad, pero con mucho cariño, Fonseca rinde su tributo a Gallardo y nos regala, a sus devotos, nuevas herramientas para seguir leyendo a Sara Gallardo.

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