Un policial tucumano que atrapa desde el comienzo

Las relaciones entre el crimen y la ley atraviesan los recreados ámbitos de la vida tucumana.

09 Feb 2020
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MASACRE EN LASTENIA. La novela de Juan Ángel Cabaleiro obtuvo el primer lugar en el concurso de Edunt, en la categoría ficciones

NOVELA

MASACRE EN LASTENIA

JUAN ÁNGEL CABALEIRO

(EDUNT - Tucumán)

La novela Masacre en Lastenia ha logrado el primer lugar en el concurso de la Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán (Edunt), en la categoría ficciones. Esta novela policial está dividida en cuatro partes y un epílogo. La trama, llena de enigmas, atrapa al lector desde el comienzo. Las relaciones entre el crimen y la ley atraviesan todos los ámbitos de la vida tucumana, recreada con gran precisión.

Alejandra, una joven estudiante, ha abandonado su casa en San Miguel de Tucumán y su padre acude desesperado a la policía. La historia se ramifica en otras, ligadas al pasado que no han sido cerradas.

En el presente de los 80-90, la figura del “Malevo” Ferreyra sigue acechando desde la cárcel, uniendo la corrupción policial y el pasado dictatorial.

Las claves de los sucesos están en el pueblo de Lastenia, donde los investigadores se encuentran con una misteriosa masacre en una finca: tres perros muertos de rabia y cinco personas asesinadas dentro de la casa. El hecho suscita todo tipo de rumores, hasta la conjetura, que puedan haber sucumbido ante el ominoso perro familiar.

Presencia del pasado

Como sabemos el género policial teje complejas relaciones entre individuo y comunidad, justicia y verdad, público y privado, etc. Lo policial implica al Estado y la violencia, la verdad y la política: la moral y la ley. La novela no se desprende de la realidad histórica del Tucumán de la post-dictadura donde el pasado sigue presente. El autor construye tres personajes confiables igualmente interesantes que nos permiten seguir la investigación desde distintos ángulos y garantizan el orden en medio de una repartición policial sospechada: el comisario Atilio Díaz, un jefe a punto de retirarse; el oficial Garmendia, joven policía hijo de un enfermero asesinado por el ERP y la oficial Carranza, psicóloga y policía. Cada uno de ellos aporta su lectura del caso y se involucra en su resolución a través de su historia personal.

El poder de la denominada mano de obra desocupada que actuó durante la dictadura está representada por dos de los policías de la repartición, Osores y Fernández. La historia es intrincada y está vinculada a Maria la madre de Alejandra, una guerrillera montonera y a un grupo de hombres que han estudiado juntos en el Colegio Nacional, entre ellos el comisario Ibáñez, el padre, el hombre muerto en la finca y Fernández, uno de los matones.

Arma de doble filo

El relato anclado en la geografía tucumana, en especial, la ciudad de San Miguel, remite a tiempos no clausurados. La exploración arma un mapa detallado de relaciones, donde puede observarse el entrecruzamiento de memorias y lugares. Una ficción policial donde el universo se mueve entre el ayer y el hoy, entre los 70 y los 90.

Los lazos familiares asediados por la duda y la mentira, ponen en cuestión las identidades. Como dice el comisario al narrador en Madrid: “Y si uno baja los brazos, el pasado lo arrastra, la memoria toma el mando. Y la memoria es un arma de doble filo”. Creo que los lectores quedarán satisfechos por un texto, escrito “en tucumano” donde el suspenso se mantiene hasta el final.

© LA GACETA

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