Estrategias para estimular la memoria, entre tablets y pizarras

Ganarle a la carrera del tiempo es posible. Música y juegos de mesa son la clave para no olvidar en qué fecha estamos.

23 Feb 2020
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En cada estación del año las hojas mutan su apariencia para dar curso a los mandamientos sabios de la naturaleza. Tal como las hojas que pasan de ser suaves a crujientes, de verdosas a rojizas, las personas también sufren cambios por el paso del tiempo. Encanecen y olvidan.

Los primeros síntomas que evidencian la senilidad son la disminución de la atención y la memoria. Las demás capacidades cognitivas como la comprensión y la percepción suelen resentirse pero en menor medida.

LA GACETA se contactó con Sara Leguizamón, integrante de un grupo que trabaja con la estimulación cognitiva, para profundizar en el intrigante universo de la mente humana.

“La estimulación cognitiva es un ejercicio que trabaja con todas las funciones del cerebro” contó Leguizamón. A medida que pasan los años, esas funciones disminuyen su capacidad de respuesta ante situaciones cotidianas como reconocer a una persona o interpretar lo que narra un texto.

La psicóloga Juliana Casado Zeballos, especialista en el área de desarrollo cognitivo, habló sobre la importancia de ampliar el campo de relaciones del adulto mayor: “en esta edad se tiende al aislamiento limitándose sólo a la interacción con el grupo familiar. La interacción entre pares les brinda beneficios tanto afectivos como cognitivos”.

En los talleres se entrenan la concentración, la atención y la memoria. Allí se llevan a cabo actividades que ponen al sujeto en una situación que requiera razonamiento, como por ejemplo, leer en voz alta una frase que transmita un mensaje.

Juegos mentales

Ante cualquier sospecha, lo más importante es realizar una evaluación neuro-psicológica: “allí salen a la luz fallas pronunciadas que evidencian algún problema neurológico”, explicó Leguizamón.

Este tipo de terapias se adaptan a las necesidades de cada uno, no son generalizadas.

La contención familiar es clave en el proceso. Proporcionarles responsabilidades mínimas como dar un vuelto al quiosquero y continuar la estimulación en casa es indispensable.

Para cada capacidad cognitiva hay diversas herramientas que las potencian. En el caso de la atención lo ideal es trabajar con números, para la memoria se recomienda la lectura y juegos como el bingo, el “ahorcadito”, sumas o restas. “Adecuamos las actividades según las necesidades y gustos de los adultos mayores. Por es que empleamos ejercicios como memorizar conjuntos de palabras, recordar quiénes son los autores de canciones o sus letras”, añadió Casado Zeballos.

Protagonistas

En un pequeño pero acogedor departamento de la zona céntrica, tres abuelos se reúnen dos veces a la semana, religiosamente, para recordar jugando.

Victoria Elba Frías fue maestra en la escuela Normal. Con dificultad para acordarse de su edad, sonreía jovialmente con Luis Miguel de fondo: “vine aquí porque me trajo mi cuidadora, me gusta mucho dibujar”. “Elbita” como la llaman cariñosamente, tiene buena visión pero suele dispersarse con mucha facilidad.

Otro integrante considerado “la alegría del grupo” es Alfredo García. Puede relatar historias pasadas de su vida entre gallinas y vacas pero le cuesta recordar nombres y canciones. “Como era agricultor, vivía afuera y no era tanto de leer pero si tengo que elegir, leo La Gaceta”, confesó divertido.

Francisco Rosales apodado “Panchito” tiene Alzheimer avanzado que le impide recordar cosas que hizo recientemente como saludar: puede decir “buenas tardes” dos veces seguidas en menos de cinco minutos como si fuera la primera vez.

Su buen humor lo salva cuando la música suena y es capaz de recitar sin errores, “Cielito Lindo” de Ana Gabriel.

“Ángeles guardianes”

En una habitación contigua, Elizabeth Suárez compartía mates junto a otras dos cuidadoras. El “ángel” de Frías comentó cómo es acompañar a un adulto mayor con dificultades cognitivas: “todos los días me pregunta para qué son los remedios que toma. A veces se pierde en su propia casa y tengo que sacarla a pasear para que su conciencia vuelva”. Cuando la jornada de trabajo se termina, llega el momento de despedirse. Para Suárez lo más difícil es dejarla sola por las noches: “uno se encariña mucho. Ella es como mi mamá”. (Producción periodística: Milagro Molina)

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