Mariana Enríquez y Nuestra parte de noche

Una escritora que disfruta del miedo y logra transmitirlo.

23 Feb 2020

Por Karina Ocampo

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

Inquietante. Así describe Mariana Enríquez a su novela Nuestra parte de noche. Y no es para menos, cuando el terror se hace tangible y uno da vuelta la página con la sensación de invierno, o de una mano huesuda que acaricia la espalda, la certeza es que nos encontramos frente a un arma poderosa, un dispositivo capaz de generar las emociones más violentas con solo mantener la atención en las imágenes que se forman en la elección minuciosa de las palabras dictadas por su mente.

Un libro de Stephen King fue para la escritora argentina el resplandor que le abrió la puerta hacia lo macabro. Varios años después, Nuestra parte de noche es un hito en su carrera no solo por el premio Herralde y los reconocimientos obtenidos, sino porque es donde logra plasmar sus inquietudes y obsesiones, y adentrarse el terreno que más le gusta, el del horror folk de los mitos y supersticiones locales, que utiliza para contar una historia de amor que atraviesa la dictadura argentina y se desarrolla aun más allá de la democracia recuperada.

La trama principal se basa en el vínculo entre un padre y un hijo, el instinto de perpetuidad y el sentimiento de aquello que nos vuelve responsables sobre la vida engendrada que se vuelve ajena pero debe cuidarse por sobre todas las cosas. Juan es medium, lleva ese don como una honra y también como una carga impuesta por la Orden. La cofradía secreta que proviene de Inglaterra y responde a la Oscuridad, lo necesita y le teme. Aun con la fragilidad de saberlo enfermo, el hombre alto es una pieza clave para ejecutar los planes siniestros en busca de la vida eterna, amparados por una época que propicia el exterminio y la desaparición de los cuerpos inocentes. El conflicto se dará cuando Juan, una especie de Heathcliff rubio intente rescatar a su hijo, Gaspar, y mantenerlo lejos de lo que parece ser su destino heredado por la sangre.

Basada en los recuerdos, en sus propias experiencias, en el bagaje del género de terror y en los relatos de una abuela correntina, la extensa novela logra mantener el equilibrio entre la descripción tenebrosa del ambiente, la trama y la tensión creciente que parece dispuesta a explotar. Pero Nuestra parte de noche va más allá, Enriquez incluye algo de prosa poética y referencias a los autores que la marcaron, desde Shakespeare a Silvina Ocampo, con una estética musical que se corresponde al contexto. Porque más allá de su carrera prestigiosa, la editora del suplemento Radar, de Página/12, es una lectora voraz, una melómana que disfruta como nadie del miedo físico y logra transmitirlo con un placer casi perverso que sus lectores siempre agradecemos.

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