Mario Bunge, un filósofo de nuestro tiempo

Fue uno de nuestros más grandes pensadores. Su cosmovisión es de un racionalismo que niega los desvíos de la razón. Quizás esta sea la zona más controversial de su obra.

08 Mar 2020
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Por Fabián Soberón

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

¿Qué significa hacer filosofía a fines del siglo XX y comienzos del XXI? Esta es una pregunta que no carece de sentido ya que nos encontramos en una etapa llamada poshumanista. ¿Cuál es la posición del filósofo frente a las ciencias en el contexto posterior a la bomba de Hiroshima y a las guerras tecnológicas?

Así como valoramos el pensamiento de David Hume y de Kant en relación con la física de Newton, del mismo modo podemos considerar el pensamiento de un filósofo del siglo XXI en vinculación con cómo ha reflexionado sobre los complejos cambios que han provocado las ciencias en el mundo y en la vida cotidiana. Sospecho que un pensador que no incluye las postulaciones y los alcances de las ciencias no es un filósofo. En la tradición hispanoamericana, pocos son los que pueden ser llamados de este modo. Mario Bunge es uno de ellos. Ha producido una obra inabarcable y se ha enfrentado con no pocos problemas. Su epistemología y su lucha contra lo que él ha denominado seudociencias ocupan un lugar importante en su producción teórica.

Su filosofía es una forma de realismo cientificista que se opone a las diversas expresiones del irracionalismo o, incluso, al existencialismo y la fenomenología. Podríamos decir que su teoría de la realidad va en dirección opuesta a las postulaciones místicas y relativistas de la posmodernidad filosófica. En este marco, la idea de intuición llevada al extremo forma parte, para Bunge, de una concepción de falso saber que se contrapone al conocimiento científico; la intuición es una forma de la ignorancia. Escribió Bunge: “el intuicionismo filosófico puede ser una forma patológica de rigidez mental y de engreimiento, como lo ilustran Husserl… y Heidegger” y “es, en el mejor de los casos, estéril”; “en el peor de los casos… es una peligrosa variedad del dogmatismo”.

Un sistema de pensamiento

Bunge fue un polemista notable y en múltiples artículos se ocupó de negar el estatus de conocimiento del psicoanálisis con algunos argumentos discutibles. De cualquier modo, el futuro lo consagrará o lo disculpará. En sus Memorias repasó su frondoso pasado vital y resumió, de algún modo, sus diversos intereses intelectuales. En 1976 redactó un manifiesto escéptico que reunió varias adhesiones pero no logró que lo publicaran. Se dijo que el director de un periódico “tenía un brujo particular” y que por eso se había negado a difundir el manifiesto. Este episodio detectivesco puede llamar a la risa y se conecta con una idea paranoica de lo real. Sin embargo forma parte de un mundo que está lleno de sectas religiosas que auspician vanas ilusiones y en el que escasean los escépticos que alienten la tolerancia y el conocimiento.

Bunge construyó un sistema de pensamiento a través de una serie de libros dedicados a problemas de semántica, física, ontología, sociedad, etc. Su sistema existe en el marco de un realismo crítico y de un materialismo crítico y está sostenido en el concepto de lo que él mismo denominó “determinismo general”. Bunge lo distinguió del determinismo causal, considerado tosco y unilateral.

Se puede no estar de acuerdo con los postulados de las teorías de Bunge pero entiendo que no se puede negar la condición de filosofía a su idea de la ciencia y de la realidad. En todo caso, lo importante es que sus teorías nos incitan a pensar en profundidad y mejoran los modos de la especulación ciega y partidista a la que estamos acostumbrados en un país lleno de odio, enfrentamientos estériles y bandos necios.

Bunge nos permite tener cierta esperanza a propósito del fin de la filosofía. La abarrotada producción de ideas nos invita a discutir sus razonamientos y a proponer argumentos en contra de su inveterada floración lógica.

Una cámara imaginaria dibuja una escena repetida en la que un hombre lúcido (joven, maduro y anciano), impactantemente lúcido, ha dedicado días innumerables a la actividad de pensar y escribir sus pensamientos.

Después de leer sus libros tenemos la impresión de que estamos ante alguien que, como Kant, como Hume, como Marx o como Popper, ha lidiado con los desafíos científicos y los conflictos sociales de su tiempo y ha postulado un pensamiento coherente y sugestivo. Y eso no es poca cosa.

(c) LA GACETA

Fabián Soberón - Ensayista, novelista, crítico, docente.

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