La historia que le puso alas al recuerdo

Noemí Córdoba fundó Alas Solidarias hace siete años en memoria de su padre.

28 Mar 2020
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LA FAMILIA COMPLETA. Los padres de Noemí Córdoba, y ella en brazos de su hermano. Arriba, a la derecha Nuni en una de las rondas.

TUCUMÁN.- Grandes y pequeñas acciones siempre tienen un origen común: otro gesto solidario. La solidaridad es más contagiosa que el coronavirus, pero a diferencia de la covid-19, la solidaridad se expande llevando bienestar a las personas, generando síntomas positivos todo el tiempo. Esto mismo le ocurrió a Noemí Córdoba, o simplemente Nuni, la tucumana de 33 años fundadora de Alas Solidarias. Esta organización creada en 2012 se dedica a repartir alimentos y a dar contención afectiva a las personas en situación de calle.

“Cuando yo era muy pequeña, mi papá, Alberto, me pasaba a buscar todas las tardes del jardín de infantes a la salida de su trabajo, en el Mercofrut, que en ese momento estaba en el Abasto. Me llevaba con él a repartir comida entre la gente que vivía por los alrededores del mercado. Eran una casitas hechas con cajones de fruta, ahí vivían personas despojadas de todo, había enanos ya ancianos y personas con deformaciones físicas que habían trabajado en el circo. También abuelos que no tenían dónde ir”, cuenta Nuni.

“Yo me metía en sus casas y mi papá me daba la comida para que se la entregara a la gente. Él decía que la gente no vivía sólo de frutas y verduras, sino también del cariño que la sociedad no les brindaba”, recuerda

Cuando Alberto Córdoba falleció, su familia se quedó sin fuerzas para nada. La joven inició la carrera de agente socio comunitario, que todavía continúa, y comenzó a dar clases de inglés en forma particular para ganarse la vida. También diseña tarjetas y logos para empresas. Pero el amor por las personas sin hogar le seguía quemando en el pecho. Un día decidió volver a los alrededores del mercado y continuó la tarea comenzada por su padre. “Al principio entregábamos comida a cinco, después ya fueron 10 y a los pocos meses se fue agrandando el grupo de voluntarios”, cuenta la joven.

LA FAMILIA COMPLETA. Los padres de Noemí Córdoba, y ella en brazos de su hermano.

Hoy su hermano también retomó la tarea solidaria con un merendero en San Pedro de Colalao. También apadrinan escuelas y hacen misiones solidarias a los pueblos indígenas de Salta y Chaco.

“Atendemos a personas que por diferentes motivos cargan con una mochila que no los deja salir de la calle. A veces soportan una adicción, o una tragedia familiar o el abandono de su familia. Todos tienen historias muy dolorosas. Nosotros no juzgamos. Solamente acompañamos y tratamos de ayudar en todo lo posible”, dice.

Hace poco se formó Alitas, formado por niños que hacen pequeños gestos de solidaridad. “Martina, la hija de una de las voluntarias, está en el grupo de Alitas y nos pidió ayuda para dar una charla en el jardín de infantes donde ella va. Se desenvolvió muy bien y sus compañeros la escucharon y la aplaudieron. Lo bueno de todo esto es que estamos formando una nueva generación con conciencia social”, dice Nuni con orgullo.

Cómo sumarse

En tiempos normales las rondas de distribución de comida a personas en situación de calle se realiza los lunes y miércoles desde las 22.30 hasta las 2, aproximadamente. El recorrido es fijo por puntos ya establecidos en centro, microcentro, hospitales, iglesias y terminales. La asistencia que se brinda es la de un plato de comida, ropa y calzado necesarios y lo más importante es la contención.

Alas Solidarias está en Facebook y los que quieran realizar donaciones pueden enviar un mensaje a 381 6454234. Todos los voluntarios son bienvenidos.

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