Alicia Gómez Omil: “no se lee la poesía como se debiera ni tanto como antes”

La poeta tucumana, que integró el grupo literario Yunke, vive hace más de tres décadas en Tafí del Valle. Un programa radial.

26 Abr 2020
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“Y cuando el sol se aburre de caminar rutinas, (ya abrumado de grises), deja como venganza un inerte farol que se apaga de frío”, escribe Alicia Gómez Omil, poeta. Hace más de tres décadas, las raíces de sus sueños se nutren en el Valle de Tafí, donde difunde sus pensamientos y sus gustos a través del programa radial “Al pie de la letra”. En los años 70, cuando la poesía estaba en plena ebullición y se constituía en los bares El Buen Gusto, El Germania y en la peña El Cardón, entre otros lugares, fue una de las impulsoras del grupo Yunke. Pasó por la función pública entre 1976 y 1978, fue directora de Cultura de San Miguel de Tucumán y obtuvo distinciones por su producción literaria en San Rafael, Mendoza, y en La Plata; es autora de “Pretextos” (1992) y “Consignas y señales” (2017).

- ¿Qué circunstancias te condujeron a iniciar un camino en la poesía? ¿Cuál fue la génesis y la propuesta estética de Yunke?

- La memoria me dice que la poesía y yo nos encontramos muy temprano. La escuchaba de mis padres en la niñez, la leía, y surgió simple el escribirla. Con el tiempo se me hizo natural y propio escribir poesía. Luego al conocer a otros con igual simpatía por la poesía, nos agrupamos bajo un nombre sonoro y distinto: Yunke. Nos acercó el mandato común de escribir sólo lo que sentíamos.

- ¿Cómo era el ambiente intelectual de esa época?

- No puedo más que elogiar ese tiempo. Era como presenciar una dinámica competencia de haceres y talentos, de la que a veces fuimos protagonistas. Había oficinas culturales diferentes y variadas, por ejemplo, Difusión Cultural, museos, direcciones de cultura, talleres, etcétera. Los diferente hacedores de arte y cultura se reunían en bares o teatros, o como nuestro caso, en las casas de sus integrantes. Y como por contacto o cercanía surgían músicos, pintores, actores, escritores. Es importante recordar, entre ellos, a Lía Rojas Paz y su hermano Alberto, al Negro Romero, a Osvaldo Fasolo, a Marisa Villagra, a los poetas de mi grupo: Alberto Molina Bry, Ricardo Gutiérrez, Mirta Suárez Porto y yo. Entre los otros grupos poéticos que había en aquella época vale la pena recordar a “Gente que escribe” (nombré algunos de sus integrantes), con los cuales, recuerdo con nostalgia, mantuve una hermosa relación de amistad, que era, creo, lo corriente en esa época.

- ¿Se lee actualmente la poesía? ¿Hay más poetas ahora que en tu época?

- Estoy segura de que no se lee la poesía como se debiera ni tanto como antes. Por lo cual, entiendo que debiera mejorarse algo más la calidad de lo que se publica. Y no sé en realidad si hay más poetas ahora o antes. No sé evaluar números. Pero sí me preocupa no poder decir que se está escribiendo mejor.

- ¿Qué autores admirás?

- Entre los autores que admiro, están los de la lírica española desde el Siglo de Oro y siguientes. Luego, los poetas argentinos y detrás, una selección de buenos poetas de todos los tiempos. Muchos de los cuales andan por mi memoria.

- ¿Qué características tiene el programa “Al pie de la letra”?

- Hace casi 32 años que lo elaboro y conduzco por la radio y siempre su temática fue la palabra y sus infinitas tramas con todo: frases, etimologías, poesía, historias.

- ¿Se puede hablar de una poesía tucumana?

- Sí, creo en una poesía tucumana, pero más tiendo a creer en una poesía a nivel regional. El NOA tiene sobrados méritos para eso.

- ¿Cuáles son los temas que abordan tus escritos?

- Casi todos se vuelven causas de escritura: el amor y su contrario, el olvido, la soledad, el tiempo en todos sus tiempos: presente, pasado y futuro. Todos.

- ¿Qué es la poesía?

- La poesía es para mí la mejor, la más noble y la más auténtica forma de decir. La poesía me interpreta y traduce.

POEMA

Esa vieja manía

Esa vieja manía de dejarme en cada letra,

hacia el inconfundible espasmo de la locura escrita.

Grabar en caracteres,

dialogar con la pluma en busca del sendero.

Tumultuar este insomnio silente,

en un vasto, caótico perfil de abecedarios.

Ebrio, sopor de sangre,

trovador fatigado, labriego de la voz,

que en tu siembra rebelde, trasciendes tu esqueleto,

-esquivo laberinto-

y destilas en versos tu esencia divagante.

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