¿Las parejas que publican su relación son más felices?

De los gestos cariñosos en stories al vacío de sentirnos excluidos, los vínculos románticos se manejan de distintas formas en el plano virtual.

07 May 2020
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CRISIS. El nivel de exposición social en las redes sociales puede desencadenar peleas de pareja y en celos.

Querido seguidor: hoy mi novio y yo aprovechamos el día con una maratón de películas. Acá está la foto. Después hicimos ejercicio (fijate en el video que subí hace un rato). También vas a encontrar una publicación con las elongaciones y un boomerang. Por la noche, cocinó él. ¡Mirá esa pizza! #casero, #boyfriend, #love.

Ante el sinfín de mensajes e imágenes que bombardean las redes sociales, a veces parecería que una relación no existe hasta que se publica. Lo notamos en las dedicatorias, en los álbumes compartidos y en las etiquetas permanentes de stories. ¿Es beneficiosa tanta exposición?

“Últimamente se nota cómo las parejas tienen una gran necesidad de validar su vínculo en internet. Mostrarse de a dos genera en ellas una especie de autoconvencimiento de que prosperan y habrá futuro. Además de reafirmar (con la mirada externa) la importancia que tenemos en la vida de nuestro enamorado”, comenta el psicólogo Gabriel Boschetti.

La duda sobre cómo actuar y cuándo blanquear los lazos aparece siempre que conocemos a alguien. Llegado este capítulo pueden aparecer los desacuerdos por el grado de importancia que le da cada miembro a la exhibición. “Siempre es positivo y necesario charlar todo lo que se pueda con la pareja para dar a conocer que sienten, que les gusta y que les molesta. Aun hoy, todo el mundo tiene cosas que considera íntimas y que es preferible evitar compartir. Es bueno definir en conjunto qué puede ir a ese espacio público y qué no. Cuanto más explícito sea, mejor, ya que disminuye la posibilidad de malentendidos”, comenta Arturo Gómez López, especialista en terapia de pareja. Eso sí, el especialista acepta que -a veces- los “no debiste” se descubren sobre la marcha (postescrachos o disgustos).

Por supuesto, el impacto difiere según la antigüedad de la relación, personalidad y edad de los usuarios. “Hay quienes exigen a sus novios/novias postear memorias juntos como prueba de amor. Una cierta territorialidad (ficticia) que va acompañada de celos y de posesividad. En pleno enamoramiento, somos seducidos a compartir el detrás de escena de aquello que nos causa placer, pero hay que evitar la simbiosis”, agrega Boschetti.

Al recordar los dramas con su exnovia, lo primero que pasa por la mente de Pablo Posse es la falta de límites en las instantáneas hogareñas. “Ella trabajaba en un gimnasio y subía a Instagram muchos videos de cuidado corporal. El problema era que diariamente nos sacaba fotos cocinando, comiendo o antes de acostarnos”, recuerda el estudiante de arquitectura.

La cima del hartazgo llegó después de San Valentín y un desayuno sorpresa. “Cuando abrí mi perfil tenía 10 chats que pedían la receta de los budines que había hecho. Sentí incomodidad y enojo por el gesto. No había necesidad de compartirlo masivamente, y mucho menos de mostrarles a extraños la carta o el oso que le di”, resalta Pablo.

Para evitar infortunios parecidos, Gómez López centra la respuesta en el diálogo. “Tal vez, primero hay que tener mejor delimitado qué es mío, qué es tuyo y qué es nuestro en los espacios simbólicos de la relación. Una vez que esto se plantee, podemos construir el acuerdo sobre qué es publicable y qué no”, explica.

Yo existo

No todo lo que brilla con likes es oro, y por eso puede sorprendernos que aquellas parejas que declaraban su intenso amor corten de la nada.

“La visibilidad digital responde a una suerte de mandato a exponerse, y en ocasiones, está explícita la tendencia a mostrar el lado más feliz y lindo del vínculo. Acá hablamos de gente que elige -a nivel social- darle claridad sólo a lo bueno en su vida conjunta. Simplificando, o negando, el conflicto. Cualquiera sabe que hay otro lado”, aclara Gómez López.

En el extremo opuesto figuran quienes son ocultados por su media naranja. “Estar con alguien que niega mostrarse online en una relación puede aumentar la inseguridad propia y el temor al engaño. ¿Qué esconde? ¿Acaso no soy suficiente? ¿Somos algo pasajero?”, contrasta la terapeuta Maira Lencina. Para infortunio de los fantasmas, a veces la respuesta evoca el tener la puerta abierta para “otras alternativas”.

En el caso del licenciado en Marketing Facundo Pereyra, lo central es el autocuidado. “Hace un año que salimos con mi novia y jamás la etiqueté ni publiqué algo mutuo. A ella le cuesta entenderlo, pero me avergüenza el contenido que sube. Siento que no tiene filtros y en mi cuenta me siguen clientes y jefes del trabajo. No quiero que ellos sepan que nos emborrachamos o fuimos al súper”, reflexiona.

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