Cuidado íntimo: ¿qué es el free bleeding?

La propuesta busca naturalizar y eliminar los tabúes sobre la menstruación. Sin usar productos de higiene íntima, hay que conocer las señales del cuerpo.

19 May 2020
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GINECOLOGÍA NATURAL. Hay mujeres capaces de retener su “regla” mediante la contracción del periné.

Con una sonrisa similar a la de alguien que ganó el Telekino, en las publicidades de toallitas puede verse a mujeres deportistas que disputan maratones enfundadas en calzas apretadas. Adolescentes que bailan y saltan en los pogos o jóvenes que corren en tacos intentando alcanzar el bondi. Mientras, las millones de espectadoras que ven los anuncios se preguntan: 1. ¿Quién puede ser tan feliz? 2. ¿Y el fluido rojo dónde está?

Relegada de las charlas cotidianas y con un aura de tabú, la “regla” femenina suele ser motivo de incomodidad y de controversia. No obstante, en este último tiempo un movimiento disruptivo empezó a codearse con los métodos de cuidado higiénico: el sangrado libre.

La alternativa consiste en prescindir de tampones, toallitas o cualquier producto de recogida durante “esos días” para que el flujo menstrual circule sin interrupciones. Por favor, evitemos pensar en la imagen de alguien que se pasea con la ropa interior manchada.

“El free bleeding se trata de controlar y de poder expulsar de forma voluntaria el período a partir de la contracción, la presión o la relajación del periné. Implica darnos la chance de escuchar las señales que envía el cuerpo”, explica Graciela Lobo, profesional en salud ginecológica.

Para conseguirlo es necesario apelar al autodescubrimiento y a fortalecer nuestro suelo pélvico. Son muchos los sexólogos que recomiendan trabajar la musculatura con ejercicios de Kegel, bolas chinas (parecidas a un collar con cuentas) o gimnasia hipopresiva.

“El sangrado libre data de los '70, década en que se describió el primer caso de shock séptico producido por la utilización de tampones. A partir de ahí empezó toda una corriente en contra del uso de los elementos íntimos”, aclara el ginecólogo Daniel Lamagni.

¿Qué? ¿Entonces mi salud corre riesgos? La aproximación tiene un poco de verdad, y otro poco de mito ya que llegar a esas circunstancias es improbable. “Hay que ver el uso que cada mujer hace de los productos. No hay que olvidarnos que el tampón es un elemento extraño, pero el bichito que produce las infecciones vive en la piel de la ingle. Un tercio de nosotros tenemos estafilococos y estreptococos, entonces la infección por estos gérmenes es rarísima”, aclara el médico.

De igual manera, el uso continuado de las toallitas tiene sus propios efectos. “Al ser impermeables, las toallitas generan un aumento de humedad y de temperatura en la zonas íntima. Esto favorece la capacidad de proliferación de gérmenes y lleva a casos de vaginosis bacterianas, dermatosis vulvares o candidiasis. Aparte de tener elementos extraños como plástico o perfumes”, señala Lamagni.

Opción intermedia

Cómo un pequeño gran cambio, la copa menstrual es otro producto que vino para quedarse. Para los desentendidos, esto es un pequeño envase que por su elasticidad se adapta a las paredes vaginales y retiene el flujo.

“Las copas menstruales son muy seguras y económicas si se piensa a largo plazo. Lo ideal es que estén elaboradas con silicona (no látex) y que se evacue el recipiente cada ocho horas. Una vez que el período ha concluido, hay que hervirlas en agua y guardarlas”, agrega Lamagni. Entre la diversidad de opciones, lo importante es probar y elegir lo que nos siente mejor.

La realidad es que a la hora de los hechos, puede que nuestro estilo de vida (con largas horas fuera de casa y cientos de responsabilidades) dificulte bastante poder intentar el free bleeding. Aún así, el asunto nos permite reflexionar sobre otra arista que irrita mensualmente.

En el súper

En el sector de perfumería, los cartelitos con códigos de barras y precios evidencian una disparidad de género. Está en las maquinitas de afeitar rosas, las curitas de princesas y el jabón líquido. “Los ingresos que giran en el mercado de lo femenino son inmensos. Pensemos cuánto gasta una mujer al año en la compra de productos de gestión menstrual. Existe un impacto sobre la economía personal que no se contempla y tiene mayor peso al hablar de mujeres de clase media-baja”, explica Maira Garay, quien utiliza compresas de telas para disminuir la cantidad de residuos del medioambiente.

Hasta el momento se presentaron 12 proyectos de ley que buscan convertir en políticas públicas los reclamos de la “canasta rosa”. Entre ellos está la exención de impuestos al tratarse de elementos de primera necesidad (algo que es un hecho en Canadá y en sectores de Estados Unidos).

Además, hay quienes piden la distribución gratuita de toallas, de tampones y de jabones. Escocia es el país que más recientemente cumplió con la petición, alegando que estas compras generan un estado de desventaja real y -su ausencia- contribuye al ausentismo escolar y laboral.

“También nos acompaña a diario el tema del estigma; sobretodo al no recibir educación. En las escuelas jamás te dicen las alternativas que tenés. Por eso no salís de los límites del secreto y jamás terminás de conocerte. Hablamos de un proceso natural, pero se nos llenó de prejuicios”, enfatiza la comunicadora social.

De la desinformación a la vergüenza hay apenas unos pasos. Sino recordá los susurros de S.O.S por la menarca o las veces en que camuflaste un cuadradito plástico en el bolsillo o neceser. ¿Te suena?

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