Hay una historia: la de Respiración artificial

Elegida como una de las diez mejores novelas de nuestra literatura, hacemos un repaso fragmentario por la cocina de su creación, el contexto dictatorial y los efectos de su lectura.

24 May 2020

Por Hernán Carbonel

PARA LA GACETA - SALTO

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Palabras de un amigo, no hace mucho: “No me volvió loco, ni cerca. Lo más interesante son las charlas entre el alter-ego de Gombrowicz y el de Piglia sobre literatura y filosofía. Y una teoría sobre Kafka como compañero de bohemia de Hitler. Leí algunas críticas que la ponen por las nubes y dice que es novela policial, o que está en esa clave. Cerca del final tiene un contrapunto sobre Arlt y Borges que es bien interesante. Y las discusiones filosóficas, algunas, también lo son. Además de que destroza a Fatone y otros pensadores argentinos, con mucha gracia”.

Con todo respeto, le dije a mi amigo que le faltaban, al menos, dos relecturas de Respiración artificial.

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Publicada en 1980, plena dictadura militar, Respiración artificial se planteaba contar la Historia en una época en que no se la podía contar. Si el lector opera como detective, está en ese detective-lector, entonces, dilucidar a través de la novela-ensayo qué es lo que está sucediendo a su alrededor, si es que no lo ha visto ya. El lector producido por la propia obra, eslabón del -aunque hoy suene un poco prosaico- “escritor comprometido”. Piglia: “Un libro escrito al mismo tiempo que la historia que lo ha motivado”.

Estructura fragmentada, acopio de géneros. Indicios de la Tesis sobre el cuento que será publicada casi veinte años después en Formas breves: “Un cuento siempre cuenta dos historias”.

3

Entrada de 1975 en el tomo dos de Los diarios de Emilio Renzi (Renzi, otra vez Renzi, el omnipresente): “La novela se va armando en mi cabeza (...) Maggi escribe la biografía de un héroe desconocido del Siglo XIX”. Ese héroe es Ossorio. Faltan cinco años para que se edite la novela. Dirá Ossorio en Respiración artificial: “Hay que pasar la tormenta. Así como viene va para largo (...) Son cínicos: mienten. Son hijos y nietos y bisnietos de asesinos. Están orgullosos de pertenecer a esa estirpe de criminales”. Entrada de 1976 en el tomo tres de los Diarios: “el escritor está obligado a descifrar los papeles (...) que el otro ha dejado”. Algunas de 1980: “Quizás se pueda agregar una carta más para ampliar el panorama de Argentina en 1976”. “He logrado escribir ciento cincuenta páginas en un mes y medio de trabajo”. “Lo que pasó en estas semanas es lo que siempre soñé que tenía que pasarme en la vida. Escribir una novela de la que estoy muy satisfecho”.

4

Mónica Lou Yu, traductora de Piglia al chino, en una entrevista reciente para LA GACETA Literaria: “Nunca había pensado qué era leer hasta que me encontré con Respiración artificial. Ricardo Piglia me enseñó a leer. Escribió en Crítica y ficción: ‘El lector ideal es aquel producido por la propia obra. Una escritura también produce lectores y es así como evoluciona la literatura”. Sin duda, Respiración artificial es aquella obra que me cambió el modo de leer, es ese umbral que marcó mi vida”. Mónica la define como “novela policíaca posmoderna”, pero, concluye,  “concentra en una sola obra varios géneros novelísticos: histórica, epistolar, biográfica, e incluso de formación”.

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Subrayar hoy es hallar mañana. Algunos subrayados en Respiración artificial: “No se trata de narrar (o describir) esa otra época, ese otro lugar, sino de construir un relato donde sólo se presenten los posibles testimonio del futuro (...) El protagonista tendrá frente a sí papeles escritos en aquella época futura. Un historiador que trabaja con documentos del porvenir”. “La correspondencia es la forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del diálogo”. “Escribo la primera carta del porvenir”.

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La gran tesis de Respiración artificial, contrapunto sobre Arlt y Borges: “Borges es anacrónico”, “clausura por medio de la parodia la línea de la erudición cosmopolita y fraudulenta que define y domina gran parte de la literatura argentina del XIX”. “El que abre, el que inaugura, es Roberto Arlt (...) el único escritor verdaderamente moderno que produjo la literatura argentina del Siglo XX”.

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Así empieza Respiración artificial: “¿Hay una historia?”. Sí, la hay. Y está en Respiración artificial.

© LA GACETA

Hernán Carbonel - Periodista y escritor.

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